Incognitapro

SERPIENTES Y ESCALERAS

“Después de mi, el caos”, dijo Jorge Carrillo Olea cuando entregó su renuncia al cargo de gobernador. “Los morelenses no saben en la que se metieron cuando votaron por Graco y Elena; son depredadores” comentó en una mesa Jenaro Villamil después de las elecciones del 2012. ¿Qué más nos falta ver en Morelos?

 

Morelos vive una crisis múltiple: los ciudadanos enfrentan una severa recesión económica que se mezcla con el imparable embate de la delincuencia, los empresarios locales sufren el desprecio de un gobierno que prefiere importar constructores y proveedores en tanto que las instituciones padecen un marcado deterioro causado por la incapacidad e irresponsabilidad de una administración enferma de poder y llena de ambición. El colapso del estado es cosa de tiempo.

Nunca antes como hoy nuestra tierra sufrió tantos estragos al mismo tiempo. Desde hace varios meses la capital y las carreteras del estado se han vuelto foro de expresión de innumerables grupos inconformes que reclaman atención, piden ayuda, exigen soluciones o denuncian abusos. Cuando tomó protesta como gobernador Graco Ramírez dijo que en Morelos ya no sería tierra de marchas ni habría tomas carreteras porque su gobierno haría lo que los anteriores no: escuchar y resolver.

Pero el andar de la administración estatal es caótico: las crisis están presentes en todas las instituciones: hay serios problemas financieros, poca obra pública, los campesinos están desesperados y demandan apoyos en tanto que los maestros insistentemente acusan al gobierno de incumplimiento.

Pero estos temas son sólo algunos. También en la iniciativa privada es constante el reclamo porque este gobierno ha canalizado la inversión a empresas externas y ello ha traído como consecuencia la quiebra de muchos negocios. En un estado pequeño como el nuestro, el gobierno estatal es el principal cliente de muchos, por ello cuando la administración enfocó la inversión a empresas de fuera que, además, trajeron trabajadores de otros lugares, la crisis económica nacional se acentuó en nuestra entidad.

Hablo de temas que son del conocimiento público, que se sienten en los bolsillos de muchos ciudadanos, en los estados financieros de las empresas y que se confirman en los índices económicos y productivos que emiten entidades públicas como la secretaría de Hacienda y el INEGI.

La respuesta cotidiana a las demandas es siempre la misma: negación. En materia económica los neovisionistas presumen finanzas sanas, pero no explican cómo a lo largo de estos cuatro años han hecho varios despidos masivos de personal, han suspendido programas sociales, han reducido la inversión y han dejado de pagar a proveedores.

Lo mismo ocurre con otras instancias: en cuestiones de desarrollo se presumen logros ficticios cuyos resultados se notarán en varios años; hablan de las bondades de la política económica, festinan inversiones que llegan solas al estado (como Six Flags) y olvidan a la pequeña empresa morelense. Ésta bonanza económica y proyectos de alta envergadura no se sienten en las finanzas de los empresarios y comerciantes locales, ni tampoco responden a las necesidades urgentes de muchísimos pequeños empresarios que están quebrando, que requieren salidas de corto plazo y urgen opciones para salir adelante.

En materia económica, de administración, financiera, en el campo, en el sector educativo, en la cultura, en salud, en materia ambienta, en temas de desarrollo y promoción turística, los planes que ejecuta el graquismo son dispersos y no forman parte de un proyecto integral de gobierno. Más claro: los secretarios llegaron al cargo por razones de índole personal: por afinidad partidista, amistad personal, relación familiar o intereses de negocio, no porque sean los mejores. Cada quien hace lo que mejor le parece, lo que se le ocurre o lo que puede. ¡Imposible que un gobierno funcione cuando no hay rumbo, ni idea de lo que quiere el estado!

A esta sumatoria de conflictos internos se añade un tema todavía mayor: la inseguridad. Traer la paz de vuelta a Morelos fue la principal promesa de campaña de Graco Ramírez y se convirtió en el estandarte de su gobierno. Al día de hoy Graco Ramírez insiste en las virtudes de su estrategia de seguridad, en los logros que ha alcanzado su gobierno y en los beneficios que ha traído a Morelos la aplicación del modelo de mando único de policía.

El problema es que entre lo dice el ejecutivo en sus discursos y redes sociales y lo que vive y percibe la gente hay una diferencia enorme. Morelos está muy lejos de ser una entidad segura: padecemos embates constantes de violencia, registramos altos índices delictivos y encabezamos la lista de entidades menos pacíficas y más violentas de México desde hace tres años.

Tan sólo en lo que va del 2016 han ocurrido más de 210 ejecuciones, 38 feminicidios y continúan los secuestros y las extorsiones. La zona oriente y el sur del estado se han convertido en territorio sin ley, son lugares donde mandan los grupos delictivos y hasta los alcaldes tienen que pagar derecho de piso a la delincuencia.

Más cerca, en la zona metropolitana, se han asentado diversos cárteles de la droga que pelean a sangre y fuego la plaza, que demuestran su fiereza con delitos de alto impacto y cotidianamente lanzan amenazas a las autoridades a través de mantas colocadas en lugares públicos, casi siempre acompañadas del cuerpo sin vida o destazado de alguna persona.

¿Hablamos de las complicidades? Lo mismo que en los gobiernos pasados, de nueva cuenta aparece en el escenario la idea de que son las autoridades estatales quienes protegen a los cárteles delictivos. Son muchas las señales, desde las narcomantas donde se da santo y seña de las redes de protección, hasta las constantes denuncias ciudadanas en las que se expresa el miedo a la autoridad porque se ha comprobado la complicidad que hay entre delincuentes y policías.

Todo lo anterior ocurre mientras el gobernador está fuera del estado. Graco Ramírez se ha mantenido ausente de Morelos de muchas formas, no sólo en lo físico: ha descargado la operación del gobierno en Matías Quiroz, dejó la operación política en manos de su hijastro Rodrigo, encargó el tema de seguridad a Capella y los negocios a su esposa Elena. Al tiempo que se ha desentendido del estado Graco se ha dedicado a abrir frentes de ataque con muchas instituciones, grupos y personas.

El desprecio del perredista por el estado no se ve sólo en la depredación de las instituciones, se nota sustancialmente en el odio que le generan los nativos de éste estado. Quizá por un trauma personal, tal vez por algún complejo mental que creció desde su infancia o simplemente por intolerancia, lo cierto es que el tabasqueño nunca ha estado contento con ser gobernador. Se le ve en el rostro, se nota en sus gestos y se siente en las actitudes de él y su familia.

Los Ramírez (y Gayosso) han amasado una enorme fortuna a costa del dinero público de Morelos; como los Duarte de Veracruz se han robado todo, han descarrilado las instituciones y pervertido la vida pública de la entidad. Los Ramírez-Cepeda-Gayosso son millonarios, tienen mucho poder… y a pesar de ello se notan enojados. Ninguno de ellos disfruta la gubernatura que buscaron durante dos décadas, ninguno de ellos se nota contento, ni mucho menos feliz de tener lo que muchos políticos buscan toda la vida.  

Esta mezcla de problemas operativos, descuidos políticos, incapacidad gubernamental y traumas personales tiene a Morelos en el peor momento de su historia. Los morelenses podemos entender claramente lo que han vivido los vecinos veracruzanos con Javier Duarte porque aquí tenemos un personaje igual (o peor). La debacle estatal se nota en el funcionamiento de la administración, pero también en los indicadores de paz, de seguridad, de desarrollo y de competitividad.

¿Es todo? ¡No! Como si no fuera suficiente lo anterior, el mandatario golpea a la universidad, ofende a la iglesia católica, persigue a los maestros y reprime a los campesinos.

Hasta ahora Graco Ramírez en Morelos ha contado con la protección política del presidente Peña Nieto y aprovecha que todos los agraviados por su gobierno actúan por separado. El tabasqueño es especialista en dividir, es hábil en el caos y no tiene moral para actuar.

Pero nada es para siempre. Cuando los ofendidos por Graco Ramírez se pongan de acuerdo y actúen en conjunto, la suerte tabasqueña llegará a su fin. Cuando eso suceda, ni el blindaje político de Peña Nieto podrá salvar al peor gobernador que ha tenido Morelos en toda su historia.

Nada es para siempre.

  • posdata

Agredir a la universidad no es sólo una acción política grotesca, también exhibe la moral de algunos de quienes están al frente de las instituciones.

El Congreso está quedando en medio de la batalla entre el gobernador y el rector, han tomado parte del pleito y cargarán con un costo social que no les corresponde. Puede ser que Alejandro Vera cometiera algunas faltas administrativas y pecados políticos, pero nunca serán equiparables al daño que Graco está causando a Morelos.

¿En algún diputado habrá cordura? ¿Alguno de ellos entenderá a tiempo el choque de trenes que viene y la posición en la que se han colocado?

  • nota

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer hace unos días la Encuesta de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2015, la cual estima que a nivel nacional, el 66.4 por ciento de la población considera que la inseguridad y delincuencia son los problema más importantes que aquejan hoy en día a su entidad, seguido de la corrupción con un 50.9 por ciento.

De acuerdo con la encuesta, el 55.2 por ciento de la población tuvo una experiencia de corrupción cuando se enfrentó a las autoridades de seguridad pública, seguido de los trámites ante el Ministerio Público con 23.7 por ciento.

Por entidad federativa, Morelos (20 mil 92), Sinaloa (18 mil 144), Chihuahua (17 mil 621), Michoacán (16 mil 321) y la Ciudad de México (16 mil 167), son los estados que registraron la tasa más alta de prevalencia de la corrupción por cada 100 mil habitantes durante 2015.

Diversos informes presentados en días recientes han señalado que la corrupción representa uno de los principales problemas en México. Esta práctica equivale al 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país y se consume 347 mil millones de pesos cada año. Además es la culpable de haber permitido a las organizaciones criminales desarrollar y establecer verdaderas estructuras de poder paralelas en el país.

Se trata de un fenómeno endémico que en combinación con una fuerza de policía mal pagada han contribuido a una impunidad casi total en los criminales.

Los mismos informes revelan cómo la corrupción obstruye el desarrollo político y económico al poner en peligro la legitimidad de las instituciones políticas y las industrias.

Morelos, otra vez, aparece en los primeros lugares de las cosas malas.

  • post it

La próxima semana podría conocerse el informe sobre lo encontrado en las fosas de Tetelcingo. Dicen que las cosas son peores de lo que parecen.

¿Se acuerdan de las ejecuciones extrajudiciales de la época de Jorge Carrillo Olea? Por ahí va la cosa.

  • redes sociales

Estrella Pedroza, compañera de esta casa editorial, sufrió en carne propia los abusos de la policía. La reacción troglodita de un elemento de seguridad pública de Cuernavaca cuando grababa un aparente abuso de autoridad mostró una vez más porque el descrédito de los uniformados.

La defensa de la comisión estatal de seguridad y la actitud del secretario capitalino de policía en lugar de abonar a la concordia social (no con una periodista), añaden puntos negativos a una corporación acusada de incapaz, de violenta, de fabricadora de delincuentes y de cómplice de la delincuencia.

¿En qué planeta grabar un abuso de autoridad es un delito? ¿Desde cuándo la reacción de un policía debe ser la violencia? ¿Por qué en lugar de investigar y proceder, los jefes policiacos protegen el abuso y la arbitrariedad?

El punto no es que Estrella sea reportera, lo verdaderamente grave es que esto le sucede a muchas personas todos los días.

Mientras los abusos continúen, la mala imagen de la policía continuará.

Y aclaro: no todos los policías son malos (ni todos los periodistas buenos); pero el actuar de los malos siempre opaca el desempeño de los buenos.

  • es viernes

Directo: Hoy toca

Comentarios para una columna atareada: eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco www.facebook.com/Eolopachecomx

Ámbito: 
Local
Autor(es):