Otra vez, la semilla envenenada
En una celda del módulo 4 del Centro de Ejecución de Sanciones de Ciudad Victoria, Tamaulipas, fue encontrado ayer, “en suspensión completa” según el parte oficial, y con el cuello atado a la reja de su celda, Juan Alfonso Vázquez Canto, El Gafe, líder del Cártel del Noreste. Lo habían ahorcado con una bufanda de colores.
El Gafe, uno de los criminales más buscados en Tamaulipas había sido detenido apenas en octubre pasado por elementos de la Agencia de Investigación Criminal, AIC.
Minutos después de la muerte del líder, tres custodios del penal de Ciudad Victoria fueron ejecutados. A dos los asesinaron en el autobús al que acababan de subir al terminar su turno. El tercero fue emboscado mientras volvía a su domicilio a bordo de una camioneta.
No se trata de hechos aislados. Estos sucesos se agregan a la guerra que sostienen, por el control de la frontera chica de Tamaulipas, el Cártel del Noreste y el grupo conocido como Zetas Vieja Escuela.
La semana pasada varias hieleras con restos humanos fueron abandonadas a las afueras de los penales de Topo Chico, Apodaca, Cadereyta y Ciudad Victoria. Todos los restos pertenecían a una misma persona: el líder del grupo criminal Zetas Vieja Escuela, Luis Enrique Reyes, alias El Z-12 o El Rex.
Al Z-12 lo habían acuchillado en su celda. Un grupo de hombres armados se robó el cadáver de la funeraria en la que lo velaban amigos, cómplices y familiares. La refriega dejó dos muertos.
El cadáver apareció después, solo que en pedazos.
La cabeza fue abandonada en el mismo penal al que había llegado el líder del Cártel del Noreste, Juan Alfonso Vázquez Canto, alias El Gafe. La dejaron con un mensaje que reproduje aquí hace unos días: “Sigue la limpia… aquí está su patrón Vieja Escuela. Imagínense qué les espera a ustedes cuando salgan”.
No había pasado una semana cuando El Gafe apareció ahorcado en su celda. Las autoridades declararon que no podían determinar, aún, si se trataba de un suicidio o un asesinato.
Si la ejecución de los custodios es un mensaje, entonces la incógnita se ha despejado.
Desde que las hieleras con el torso, los brazos y las piernas fueron abandonadas a las puertas de los penales, las autoridades auguraron una escalada de violencia semejante “a la de los peores años del narcoterror”. La profecía no tardó en cumplirse.
El Cártel del Noreste y los Zetas Vieja Escuela son dos organizaciones que provienen de la misma semilla envenenada: los antiguos Zetas, el grupo de desertores del Ejército que Osiel Cárdenas Guillén enroló para conformar su escudo de seguridad, y que tras la captura de este capo (2003) protagonizó una de las etapas más sangrientas en la historia mexicana reciente: decapitaciones, descuartizamientos, secuestros, extorsiones, “cobro de piso”, tráfico de drogas y de personas, todo ello salpicado de crueldad extrema.
Los últimos líderes de la organización, los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales —el Z-40 y el Z-42, respectivamente—, fueron detenidos en 2013 y 2015. Los Zetas entraron en un periodo de crisis. Finalmente, la organización se partió en dos.
Una fracción fue dirigida por el hermano mayor de los Treviño Morales. Su nombre es Juan Francisco: se le conoce como El Kiko. Este quedó en poder de las autoridades muy rápidamente, sin embargo, el mando del grupo recayó en su hijo: Gerardo Treviño Chávez, a quien apodan El Huevo.
La segunda fracción, conformada por miembros que formaron parte de “los Zetas iniciales” es precisamente la conocida como Zetas Vieja Escuela.
En Tamaulipas, los criminales no parecen estar al tanto de las promesas de cambio. La pugna entre estos ha dejado cerca de 40 muertos en las últimas semanas. Ha devuelto a Tamaulipas la estela de “levantones”, desapariciones, emboscadas y enfrentamientos que la entidad sufrió, con verdadero terror, en los peores años de la última década.