¿Debemos perder la esperanza de que la paz algún día regresará a Morelos?
La crisis de inseguridad que vive Morelos se arrastra desde hace varios años, tiene diferentes rostros y desde cualquier ángulo es terrible. Lo que estamos viendo en la tierra de Zapata es el resultado de la descomposición social, de los reacomodos delictivos que deja un cambio de gobierno, de la crisis económica y del fracaso de la estrategia de seguridad que la administración anterior implementó para hacer negocio. Puede haber muchas explicaciones para el problema que estamos viviendo, pero ninguno justificará la gravedad del problema. ¿Nos tenemos que acostumbrar a vivir con miedo?
Las historias sobre violencia e inseguridad en Morelos son varias y todas dramáticas, las hay relacionadas con la delincuencia organizada, con los grupos delictivos y con los cárteles de la droga, ahí la saña es evidente y se refleja en levantones, ejecuciones, personas decapitadas, desmembradas, incineradas y mujeres y niños víctimas de la delincuencia.
Los grupos delictivos luchan entre si, pelean el control de la plaza y disputan a sangre y fuego un territorio que utilizan para hacer negocios paralelos al tráfico de drogas. Una vertiente de la operación de estos grupos es la extorsión, el secuestro, el cobro de piso… y los afectados de esto somos todos: ciudadanos, empresarios, comerciantes y hasta autoridades; nadie se salva del brazo de la delincuencia. Los delitos pegan sin distingo de nivel socioeconómico, todos somos víctimas.
Otra cara del crimen es el del fuero común, quienes asaltan en las calles, en las unidades del transporte público, en los restaurantes y en las escuelas. Son delitos que para algunos parecen menores, pero pegan de manera directa a miles de ciudadanos; los métodos que utilizan estos bandidos son varios y van del engaño a la agresión, en lo físico y en lo virtual. A estos crímenes no se les da tanta difusión como a los delitos de alto impacto, pero sus efectos son muy graves y las víctimas muchas.
Cámaras empresariales, ciudadanos y grupos de profesionistas han señalado de manera reiterada desde hace años que el problema es mayor y afecta a todo mundo; hablan de bandas que operan de manera organizada, que forman comandos para asaltar empresas (Coca Cola es un ejemplo) y también de las distintas modalidades de delitos que pegan individualmente a ciudadanos, amas de casa, estudiantes e instituciones. El espectro del delito en Morelos es enorme y cualquiera puede ser víctima; hasta los alcaldes pagan derecho de piso.
La más reciente encuesta sobre seguridad que levantó el INEGI en Morelos confirma lo que está a la vista: la gente de Morelos se siente vulnerable en su persona, en su patrimonio y en su entorno, la inseguridad la ve en todos lados y no existe confianza en el gobierno. La denuncia ha dejado de ser una opción para atajar al crimen porque el ciudadano no cree en las autoridades y un porcentaje importante de la población considera que los policías son cómplices de los delincuentes.
El contexto que rodea la inseguridad en Morelos es muy parecido al que se ve en el resto del país: los grupos delictivos están mejor organizados que las autoridades, su forma de operar rebasa la capacidad de respuesta de las instituciones y las policías han perdido la confianza de la gente.
Lo que estamos viviendo en Morelos es una pesadilla: en lo que va del año más de 785 personas han perdido la vida en hechos violentos, de las cuales 69 son mujeres; 150 de estos asesinatos han ocurrido en el periodo de gobierno de Cuauhtémoc Blanco. En los últimos días han pasado cosas que nos recuerdan los meses subsecuentes a la muerte de Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca, cuando se desató un baño de sangre y la delincuencia organizada tomó al estado como rehén.
El Consejo Ciudadano de Seguridad Pública ha informado sobre nuevas modalidades de delito, refiere actos ilícitos que se cometen a través de las redes sociales, pero también de fechorías que ocurren en las calles, en los negocios y en las casas. La delincuencia no para, cada día encuentra nuevas formas de agredir a población y utiliza herramientas físicas y virtuales para llegar a sus víctimas.
La gravedad del problema es evidente y el gobierno ya se dio cuenta de ello: permanentemente llevan a cabo reuniones de seguridad en donde evalúan las acciones, conocen los hechos y reaccionan ante los embates del crimen. El problema es que la delincuencia camina varios pasos adelante, tiene diferentes rostros y en muchos casos posee mejor información y armamento que la policía. Lo que sucedió la semana pasada cuando levantaron a varias personas de un bar de Cuernavaca es un ejemplo de ello: se llevaron a cinco varones y hubo presencia de varias camionetas con personas armadas en varios puntos de la zona metropolitana; en la zona norte de la ciudad, a unos metros de la base de la policía y el cuartel de la zona militar, encañonaron con armas largas a elementos de la policía Morelos.
La violencia e inseguridad ha cambiado sustancialmente la forma de vida en el estado, ha modificado los hábitos ciudadanos e impactó seriamente la economía; muchos negocios han cerrado sus puertas porque han sido víctimas de extorsión y otros más, incluyendo comercios del primer cuadro de la ciudad, tienen que pagar semanalmente derecho de piso a grupos delictivos para poder trabajar.
El turismo también ha sufrido una merma sustancial por este tipo de situaciones: hace años Morelos era un fuerte destino para bodas y seminarios, los hoteles se llevaban y eso elevaba la plusvalía de los inmuebles. Desde hace años la entidad ha ido cayendo en este rubro, los jardines que se rentan para eventos sociales reportan una caída drástica en sus contrataciones y los hoteleros no han visto llenas sus habitaciones ni en las temporadas vacacionales.
Esta situación no es nueva, ni siquiera es secreta, cualquiera que viva en Morelos puede dar cuenta de ello, lo mismo que de las zonas que se han convertido en territorio sin ley. Graco Ramírez presumía que en su gobierno regresó la vida nocturna a la capital, pero en realidad su administración dio la estocada a un sector que prácticamente ha desaparecido.
Hay muchas historias que se pueden contar, hay casos de negocios que cerraron de un día para otro, de familias que han tenido que salir huyendo por la inseguridad o ciudadanos que decidieron ya no salir de noche y generar estrategias personales de autocuidado. Eso sin mencionar a quienes sufren la pérdida de un ser querido.
La estrategia de seguridad del gobierno anterior fue una gran mentira: presumieron la instalación y operación de miles de cámaras y fue falso, también reportaron una fuerza policial superior a cinco mil elementos y fue mentira, se la pasaron auto elogiando sus resultados, ocultando los casos de violencia y hasta se ocuparon de modificar los reportes oficiales para que los secuestros se catalogaran como “desapariciones”, para que la estadística no se les disparara.
Graco Ramírez y Alberto Capella hicieron de la seguridad un negocio, gastaron miles de millones de pesos en equipo, armamento y operación que al final no fue lo que dijeron; al mismo tiempo dejaron de lado la prevención del delito, permitieron la llegada y desarrollo de grupos delictivos y de esa manera se desató un baño de sangre como nunca antes se había visto en la historia de la entidad.
El miedo que siente la gente no es fortuito, ni carece de razón, la delincuencia organizada rebasó desde hace años al gobierno y la estrategia de seguridad ha sido una simulación. Hoy el problema está en manos del nuevo gobierno y no se ve por donde se ataje: los muertos siguen, la violencia no para y la gente sigue pensando que el gobierno es cómplice.
Para rematar esta historia el nuevo súper delegado en Morelos Hugo Erick Flores se atreve a referir que las dos jóvenes mujeres asesinadas hace un par de días en Jiutepec no fueron víctimas, sino cómplices de la delincuencia y murieron a consecuencia de sus relaciones. ¿En serio?
La inseguridad es mayor en Morelos, el problema no es sólo que las autoridades no han podido ponerle un alto a los grupos delictivos, lo grave es que parece que no tienen idea de cómo enfrentar esta situación.
¿Estamos condenados a vivir con miedo?
· posdata
En tres semanas se llevará a cabo el cambio de poderes en los gobiernos municipales de Morelos; con el último día del año acaba la administración de quienes ganaron la elección del 2015.
En el caso de la capital han comenzado a circular las invitaciones a la toma de protesta de Antonio Villalobos como presidente municipal de Cuernavaca por el periodo 2019 2021.
Aunque todo indica que el joven Villalobos asumirá la titularidad del municipio capital, hay algunas voces que sostienen que eso no sucederá; personalmente no encuentro el camino jurídico para que ocurra lo contrario, es decir, para que el Lobito no proteste como edil de Cuernavaca, pero hasta que eso no suceda continuará el suspenso.
En los pasillos de poder se especula que aún existe una posibilidad para que no llegue, es decir una vía legal para que Villalobos Adán no encabece la próxima administración; hablan de una terna para que el congreso del estado nombre a un sustituto, porque los regidores no reconocerían al edil suplente. En esa especulación surge un nombre clave: Raúl Iragorri.
El empresario automotriz es un hombre nativo de Cuernavaca y su sueño ha sido siempre ser presidente municipal, varias veces lo ha intentado por la vía democrática y ahora, cuentan, esa posibilidad está al alcance de su mano. Raúl es un empresario exitosos, un hombre maduro con un profundo amor por la capital y amigo personal de Andrés Manuel López Obrador, tiene todas las cualidades sociales y políticas necesarias para encabezar el siguiente gobierno… la cosa es que llegue.
No falta mucho para que veamos el desenlace de esta telenovelera historia, los dos actores principales están a la vista: Antonio Villalobos Adán y Raúl Iragorri Montoya; uno de ellos tiene el apoyo de Morena y el otro el aprecio del gobernador y del presidente de la república.
¡Hagan sus apuestas!
· nota
El pleito entre diputados ha puesto al poder legislativo en una posición sumamente incómoda, la gente ya se dio cuenta de los intereses que mueven a cada uno de los grupos; las figuras más desgastadas son Tania Valentina y José Casas.
La destitución de los fiscales ha puesto en entredicho la credibilidad del parlamento, unos y otros se acusan de cómplices de Graco y todos pierden el tiempo en una discusión que no lleva a ningún lado. Lo dicho ayer por el morenista Javier García es contundente: “Tania Valentina y José Casas son personeros de Graco Ramírez, quieren proceder por una vía jurídica incorrecta para blindar a los Fiscales y así proteger al ex gobernador. ¡Vamos por la destitución de los fiscales, pero con elementos legales contundentes!”
Tiene razón el diputado felino: Si el procedimiento jurídico no es correcto, Uriel Carmona y Juan Salazar quedarán vacunados. ¿Será eso lo que en realidad quiere la dupla Valentina-Casas?
· post it
A principio de semana el jefe de la oficina de la gubernatura advirtió sobre el incremento de los delitos cometidos en motocicletas y ayer quedo comprobado lo dicho por José Manuel Sanz cuando un joven fue ejecutado en un restaurant de Ocotepec por sujetos que llegaron abordo de una motocicleta.
En las últimas semanas diversos ilícitos se han cometido por personas que viajan en este tipo de unidades; desde las motos se asesinan personas, roban y huyen con absoluta facilidad. El 55 por ciento de los delitos que ocurren en Morelos se cometen con motocicletas, dijo el hombre fuerte del gobierno estatal.
Con estas cifras y el conocimiento oficial de estos hechos ¿Qué piensa hacer el gobierno al respecto?
· redes sociales
El Gayo regresó al gallinero y ha llamado a sus pollitos. Preparan una rebelión en la granja.
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