Durante la toma de protesta de una juez y 30 magistrados, Pardo Rebolledo dijo que el diseño de nuestra democracia descansa en el principio de división de poderes.
“Ningún poder se encuentra por encima ni por debajo de otro, y el equilibrio de los tres descansa en el absoluto respeto mutuo de sus respectivas competencias y facultades”, manifestó.
El papel del Poder Judicial como garante del equilibrio entre poderes, abundó, descansa en su propia independencia y por ello, la Constitución contempla un esquema de resolución de conflictos entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, “pero no de conflictos entre el Judicial y los otros poderes de la Unión, pues se da por sentado que dicho conflicto no puede ni debe existir si todos respetan la autonomía judicial”.
En cualquier caso, añadió, autonomía e independencia judicial “no pueden servir de escudo o pretexto para no brindar a la sociedad a la que servimos los mejores estándares de servicio en la impartición de justicia”.
Ante los plenos de la Corte y del Consejo de la Judicatura federal, el ministro indicó que la mejor defensa de los jueces es su prudencia, “y en la reserva y discreción que imperan en sus actos, es necesario evitar caer en cualquier provocación derivada de la agresión y de la crítica por más injustificada que sea”.
Subrayó que los jueces mexicanos deben “hacer honor a su juramento y bajo ninguna circunstancia entrar a la arena de la batalla política en defensa de sus fallos, pues su deber es no esperar otra protección que la otorgada por la Constitución y el propio respaldo que puede tenerse por parte de la sociedad a la que servimos, lo que desde luego, no impide que puedan expresarse en defensa de sus propios derechos”.
El ministro pidió a los jueces confiar en que existe una conciencia social que entiende que una democracia no puede existir sin un Poder Judicial sólido, autónomo y apto para defender a las personas de la arbitrariedad, la ilegalidad y la injusticia.
Pardo Rebolledo, quien es uno de los cuatro que buscan la presidencia de la Corte, señaló que es necesario demostrar que la judicatura mexicana sabe responder con dignidad a las exigencias sociales.
Enfatizó que los juzgadores no deben buscar popularidad, agradecimiento ni simpatía, “pues nos debemos a la ley y a nadie más, y aplicarla en algunos casos puede hacernos impopulares y sujetos de ataques, pero nuestro juramento debe bastar para soportar la crítica sin miedo, ni presión ni compromiso ajeno al de la justicia”.