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SERPIENTES Y ESCALERAS

Cultura, un buen negocio

 
 

Todo fue negocio en el gobierno de Graco Ramírez: las obras, la educación, la seguridad, el turismo, el medio ambiente, el agua, el campo, la salud, la reconstrucción, la cultura…

Morelos es un pueblo bicicletero, decía con desprecio la Damota. Lo que no despreciaba era el dinero de los morelenses.

 Los conciertos fueron el eje de la estrategia cultural de la pasada administración; de principio a fin el gobierno de Graco Ramírez hizo de los espectáculos la columna vertebral de su programa cultural y a partir de ahí desarrollaron un plan que incluyó la presentación de artistas nacionales e internacionales. La Secretaría de Cultura fue en el régimen pasado un coto de poder de la primera dama, ella nombró a la titular y junto con su hijo José Domingo manejaron la oficina como les dio la gana, la utilizaron para convivir con artistas, satisfacer su alter ego y a través de ella se llenaron los bolsillos de dinero. La cultura también fue un negocio para Graco y la Damota.

Para Elena Cepeda y Cristina Faesler el concepto de cultura es muy distinto al de la mayoría de los artistas morelenses. En principio porque para ambas Morelos es “un pueblo bicicletero” en el que hasta antes del gobierno del PRD no se conocían los eventos culturales de primer mundo, ni se había presenciado la actuación de artistas de talla internacional como los que ellas promovían.

Varias veces la Damota se refirió despectivamente al estado y a su gente, en diversos espacios públicos y privados externó su malestar con una sociedad como la morelense, carente de clase, de cultura y de refinamiento; ellos (Graco y asociados) trataron de corregir ese problema al regalar a los indios morelenses un poco de su buen gusto, a pesar de los incesantes reclamos de algunos paisanos que, decían, se sentían artistas pero carecían de talento.

Para La Damota y Doña Lámpara Morelos era eso: una tierra de indios sin cultura, sin clase y sin agradecimiento por su generosidad; la cultura según ellas, estaba en lo refinado, en lo caro, en las presentaciones de artistas en escenarios de primer mundo y no en las expresiones locales de gente mugrosa que se dedicaba a promover la cultura en las comunidades, que expresaba su talento artístico en las calles o pedía algún tipo de apoyo para exponer sus obras. Para ellas eso no era arte y por consiguiente no merecía ningún tipo de atención o apoyo.

En materia cultural el sexenio del PRD transcurrió entre grandes espectáculos y reclamos permanentes de artistas locales; para los primeros había mucho dinero, se destinaban cantidades millonarias y el esfuerzo de todo el gabinete para lograr llenos totales en las presentaciones. Para los otros, para la comunidad cultural y artística local siempre hubo largas a sus peticiones, jineteo del poco dinero que se les destinaba y menosprecio permanente a su trabajo.

El contraste en el trato e inversión entre lo que las señoras consideraban arte y lo que los artistas morelenses pedían era diametral: la secretaría de cultura era una extensión de enorme feudo de poder de Elena Cepeda en Morelos, funcionaba en sincronía con su reloj biológico y operaba en función de los intereses y apreciación de su hijo José Domingo Ramírez. Cristina Faesler era la capataz del rancho, la administradora del lucrativo negocio de la familia gubernamental y la encargada de darle largas a quienes acudían en busca de apoyo a su oficina.

Pero la actuación de las señoras no era casual, ni producto sólo del desprecio personal que ambas sentían por los morelenses; lo de fondo en esta historia era, como lo fue en todo el gobierno de Graco Ramírez, el dinero. Contratar artistas reconocidos era muy lucrativo, mucho más que impulsar nuevos talentos; hacerlo a través de una sola empresa (Magnus Eventos) lo era todavía más porque les permitía facturar con sobreprecio, lo que multiplicaba las ganancias.

Así sucedió por ejemplo, en las contrataciones de Marco Antonio Solís “El Buki”, Emmanuel y Mijares y Sting, por mencionar sólo algunos. Los artistas cobraron un precio por su espectáculo y la intermediaria con la que trabajaba la Secretaría de Cultura de Morelos, Magnus Eventos, facturaba una cifra diferente. Cuentan que Nina Serrato, quien fue la directora del Centro Cultural Teopanzolco en el gobierno de Graco Ramírez, es socia de dicha empresa.

Con Graco Ramírez el presupuesto para la secretaría de cultura creció de manera exponencial, desde el principio Elena Cepeda y José Domingo Herrera vieron en esa dependencia una enorme oportunidad de negocio, de ahí que inmediatamente la apartaron, tomaron el control a través de Cristina Faesler y centralizaron los contratos y las obras.

Los resultados culturales al final de seis años de gobierno del PRD son terribles: los artistas locales se convirtieron en actores secundarios, recibían una mínima parte del presupuesto y a muchos de ellos aún se les adeuda su trabajo. Las obras que se desarrollaron como parte del programa cultural impulsado por Elena Cepeda también rindieron enormes dividendos: la construcción del museo Juan Soriano y el Centro Cultural Teopanzolco significaron ganancias millonarias para la familia gubernamental; en el caso del primero el negocio comenzó con la compra a sobreprecio del terreno y en el segundo, típico del gobierno anterior, se inflaron los costos hasta casi duplicar el presupuesto original.

Hoy la Cultura de Morelos está en números rojos, la administración pasada heredó adeudos millonarios a proveedores, artistas y hasta a quienes se encargaron de la remodelación del jardín Borda. De este espacio, por cierto, desaparecieron varias obras que según el gobierno perredista fueron reubicadas a otros municipios y luego “se perdieron” en el terremoto de septiembre del 2017.

Lo ocurrido en esa dependencia es similar a lo que se hizo en el resto del gobierno durante el régimen anterior; los abusos de poder se tradujeron también en actos de corrupción y un desprecio permanente por la gente de Morelos.

De principio a fin el enfoque que dio Cristina Faesler y Elena Cepeda a la secretaría de Cultura fue de negocio y placer: los conciertos y eventos que realizaron fueron para ellas, para enaltecer su ego y presumir ante sus amigos, los eternos invitados del gobierno estatal. Su concepto de cultura fue peculiar, pues siempre confundieron la cultura con el espectáculo; prefirieron pagar millones de pesos a cantantes comerciales que invertir dinero en creadores locales o promotores de cultura en las comunidades.

Tampoco hay nada de que extrañarse: Elena Cepeda presume su amplísimo bagaje cultural, pero oculta su inexistente formación académica.

·         posdata

El diputado José Casas ha caído en una verborrea que opaca las fantásticas crónicas de Sammy y Miguel Luis; cada día el pequeño legislador nos muestra algunos de sus destellos mentales y confirma que lo suyo lo suyo, no es el raciocinio.

Se entiende que como novel diputado el ex funcionario del gobierno de Manuel Martínez Garrigós pretenda lucir, pero hacerlo con declaraciones que rayan en la irracionalidad en lugar de proyectarlo, lo ridiculizan. Explico:

1-     Se rasgo las vestiduras cuando la hermana de la secretaria de administración fue incorporada a la estructura del Poder Legislativo, pero oculta las posiciones que como diputados han recibido en el organigrama del Poder Ejecutivo.

2-     Habla de honestidad y compromiso con los ideales que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero intenta junto con Tania Valentina obtener dinero de la negociación presupuestal y se niega a la disminución de sueldos de los diputados.

3-     Asegura que quiere combatir la corrupción y pretende castigar los excesos cometidos por el gobierno pasado, pero impulsa un proceso jurídico incorrecto contra los fiscales, lo cual provocará que en lugar de destituirlos, los reafirme en su cargo.

4-     Ahora argumenta que al no haber presentado exámenes de control y confianza, la salud mental de ambos fiscales (el General y el Anticorrupción) está en duda, como si un procedimiento de ese tipo garantizara la cordura de alguien. ¿Él está en sus cabales?

El legislador petista se está desgastando de manera innecesaria, se ha convertido en un mal referente de la legislatura morelense y un punto que provoca ingobernabilidad en los tres poderes. El desgaste social y político de Pepe Casas se nota ya en su rostro: luce descompuesto, desencajado y sin seguridad de estar actuando de manera correcta; sus compañeros ya lo ven con recelo, porque saben que se ha enemistado con el gobernador y le juega las contras.

Prudencia es algo que debe tener José Casas. Con sus actos recientes lo único que está haciendo es dañar su efímera carrera política.

·         nota

Lo comentan quienes vivieron de cerca la historia y conocen las cifras:

Organizar conciertos fue un negocio redondo para la familia; le sacaron dinero a todos y a todo; te cuento: al cantante inglés Sting le pagaron 17 millones de pesos y facturaron 70 millones; Marco Antonio Solís (El Buki) cobró 6 millones y facturaron 20 millones; la empresa a través de la cual hacían estas operaciones era Magnos, de Nina Serrato, incondicional de Elena (Cepeda) y lo triangulaban con una empresa llamada Sidetrack que además facturó muchos eventos al gobierno del estado.

En la contratación de los conciertos el artista incluía su escenario y equipo, pero Nina Serrato siempre facturaba eso como un gasto adicional. Con el pretexto del sismo y a través de Unidos por Morelos se realizó un concierto en el estadio Agustín Coruco Díaz de Zacatepec con la banda La Trakalosa que facturaron en 4 millones de pesos y al que sólo fueron 200 personas. Quien estaba detrás de todos estos negocios era José Domingo, el hijo de Elena y Graco.

De igual forma Pablo Ramírez Duron, el hijo de Graco Ramírez y Olga Durón, realizó varios conciertos que se llamaron Resonante y Resonante Jazz en el Centro Cultural Teopanzolco; cada uno se facturó en 4 millones de pesos y sólo acudían como 100 personas”.

Así las cosas en la Secretaría de Cultura… y en el resto del gobierno de Graco Ramírez.

·         post it

Poco a poco, sin hacer aspavientos, Lucía Meza Guzmán va ganando terreno en el Senado de la República; la legisladora morelense forma parte de la burbuja legislativa y ayer entró en relevo de Juan Zepeda a al Comisión de Justicia.

El trabajo de Lucy es consistente y su habilidad política está por encima de la de cualquier otro representante morelense en las dos cámaras federales.

Enhorabuena por ella. Que sea para bien de Morelos.

·         redes sociales

La buena: Confirma el presidente de la mesa directiva de la 54 legislatura de Morelos que los diputados no recibirán aguinaldo ni bono de fin de año.

La mala: No tenían porque recibir ninguna de las dos cosas, porque apenas llevan tres meses en el cargo y su desempeño no justifica ninguna compensación económica.

La peor: No se otorgan ahora este beneficio económico porque no hay dinero en las cuentas del poder legislativo, pero seguramente se lo entregarán el próximo año, cuando les llegue dinero fresco.

¡Chulada de legislatura!

·         es viernes

La vida es mucho más sencilla si aceptas que puedes ser muchas cosas y de muchas maneras dentro de un ámbito normal; aprende a tenerte piedad y a disculparte por los errores que cotidianamente cometes. Ojo: se valen los errores, pero no las malas acciones; o para decirlo con mayor claridad: se perdona hacer pendejadas, pero no pasarse de pendejo con los demás.

Una buena noticia: Hoy toca.

Comentarios para una columna navideña:

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