Mayorías y contrapesos en la 4T, la cifra mágica de los 43
La oposición en el Congreso se encuentra en un momento decisivo. En este fin del periodo legislativo, con algunas votaciones que se tienen que dar de decisiones trascendentales, se define si, en medio de la fuerza mayoritaria de Morena, las fracciones del PAN, PRI, PRD y MC aún tienen posibilidades de consolidar un bloque opositor que sea contrapeso necesario para definir mayorías constitucionales de dos terceras partes; o si de plano, la operación política del nuevo partido gobernante, incluidas la cooptación de legisladores vía negociación política y económica, las amenazas y chantajes con investigaciones a algunos parlamentarios, y hasta la vieja y consabida fórmula del ausentismo en votaciones trascendentales, convierten a las bancadas de oposición en meros congresistas testimoniales y al partido del presidente López Obrador en una fuerza absolutamente dominante y hegemónica en las dos Cámaras del Congreso federal.
Votaciones como la de la designación del nuevo Fiscal General de la República, de un integrante de la Suprema Corte, entre otras que se tienen que dar antes de que termine el año en el Senado, son claves y última oportunidad a los disminuidos partidos opositores de volverse un contrapeso político real que obligue a la mayoría de Morena a negociar y a no imponer términos y condiciones de esos cambios y nombramientos constitucionales.
Por eso se habla entre los senadores de la República de una “cifra mágica” de los 43 votos, pues así unidos pueden hacer la diferencia y evitar el mayoriteo automático y la aplanadora del partido gobernante; pero si se dividen, abren la puerta a cualquier cambio, no sólo en la Constitución, sino a la estructura misma del Estado, como el proyecto para reformar al Poder Judicial y desaparecer a la Corte para convertirla en un Tribunal Constitucional.
Esos 43 votos se conformarían de la siguiente manera: 24 senadores del PAN; 14 senadores del PRI (porque el otro senador priista, el chiapaneco Noe Castañón, se le ubica más cerca del ex gobernador Manuel Velasco y por lo tanto sumando a Morena) y 5 senadores del PRD. Esos 43 senadores sin los cuales la bancada de Morena (59), aún sumando a todos sus aliados del PT (6), PES (5), PVEM (6) no alcanza los 96 senadores necesarios para reformar la Constitución o aprobar nombramientos como los del fiscal o ministros de la Corte. Ni aún si sumara a los 7 senadores de MC, cuya agenda ahora depende más del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y al priista Castañón, y en un caso hipotético al senador independiente, Emilio Álvarez Icaza, aún así la cifra más alta que alcanzaría Morena sería 85 votos, que en un caso hipotético de que asistan los 128 senadores a una votación constitucional, no les alcanza para hacer la mayoría de dos terceras partes.
ENTRE NEGOCIACIONES Y AMENAZAS. Claro que en la realidad no siempre asisten los 128 senadores a las sesiones importantes, en donde se requieren mayorías constitucionales, y la propia Constitución y la Ley Orgánica del Senado establecen que las dos terceras partes se contarán “con los senadores que estén presentes al momento de la votación”. Y ahí es donde entra en operación un viejo lobo de mar, ex priista, ex perredista, ex petista y ahora coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Avila. ¿Qué tanto pueden él y sus operadores romper a ese bloque de los 43 senadores de oposición para sacar las votaciones constitucionales del Fiscal y el nuevo ministro que le urgen al gobierno de López Obrador, ya se verá en los próximos días.
Por lo pronto, lo que no hay duda es que la mayoría morenista en el Senado no tiene problema en usar el más viejo y conocido arsenal de formas de “convencer” y “ganar votos de la oposición” que se utiliza desde épocas inmemoriales en el Congreso mexicano y en cualquier congreso dividido del mundo. Y según confirman en las oficinas de algunos senadores de oposición, las formas de “convencimiento” de la Cuarta Transformación no tienen miramientos y pueden ser tan rudas o tan seductoras como sea necesario. Cuenta, por ejemplo, el caso de un ex jefe de Gobierno al que en más de una ocasión le han mandado el mensaje: “O cooperas (en ciertos temas y votaciones) o te vamos a partir la madre”, en algo que suena a aquella frase del empresario chino que traficaba efedrina: Zhen Li Ye Gon.
Es decir, que la política parlamentaria y la real politik sigue siendo la misma, si no es que más ruda en los tiempos de la transformación morenista. Y no hay duda de que no es un solo senador el que puede ser “convencido” con argumentos tan “convincentes” como el activarle o no expedientes, señalamientos, investigaciones y hasta comisiones de la verdad.
DE QUÓRUMS Y VOTACIONES ALARGADAS. Por eso cobra relevancia lo que ocurrió el jueves pasado en la sesión del Senado, donde la oposición actuó en bloque ante el agandalle y mayoriteo de Morena, que de un plumazo y en una reforma que no consultaron con el resto de los partidos, sacaron al senador perredista Juan Zepeda de la Comisión de Justicia, misma que debe aprobar el dictamen para el nombramiento del nuevo ministro de la Suprema Corte que, todo apunta, se prepara para el magistrado Juan Luis González Alcántara.
Tras el “albazo” morenista, las bancadas de PAN, PRI, PRD y MC abandonaron el pleno del salón, dejando sin quórum suficiente a la sesión. Pero a pesar de tales ausencias y de que el artículo 39 de la Ley Orgánica obliga al presidente de la Mesa Directiva a verificar la cifra de senadores presentes y a declarar la falta de quórum cuando es visible y no haya en el recinto la mitad más uno del total de los senadores (67), el jueves esa verificación nunca fue ordenada y se continuó con una sesión que, en sentido estricto, debió ser cancelada.
Peor aún, después del abandono en bloque de la oposición, la bancada de Morena y sus aliados no sólo continuaron la sesión sin quórum, sino que sometieron a votación varios asuntos, entre ellos la aprobación del otorgamiento de la Medalla Belisario Domínguez a Carlos Payán y Julio Scherer. Como al momento de votar no se completaba la mayoría de votos y había menos de 64 votos, insuficientes para hacer la mayoría que validara el nombramiento, el reloj que mide el tiempo para que los senadores emitieran su voto se mantuvo abierto más de 30 minutos, cuando lo normal que se da a cualquier votación es de 10 minutos, según establece el artículo 98. Hasta que apareció el último senador de Morena, Pedro Haces, al que aparentemente tuvieron que mandar traer para que votara, se cerró la votación y se lograron los 67 votos a favor que finalmente aprobaron el nombramiento de los ilustres homenajeados.
“Es violación tras violación a la ley, ya no sólo por mayoriteo, que sería legal, sino aún torciendo los reglamentos y leyes que rigen al Senado”, se quejó un senador de la cúpula del PRI, que algo debe saber de mayoriteos y aplanadoras durante las muchas décadas del control priista en el Congreso. Por eso, si la oposición no se unifica en un bloque en el Senado (al menos con esos 43 votos “mágicos) van a ser arrasados por la nueva fuerza hegemónica del Congreso, que fácilmente los va a desarticular y abrirá la puerta a cualquier reforma o cambio constitucional que dicte y requiera la Cuarta Transformación.
NOTAS INDISCRETAS… En la reunión del jueves en la Suprema Corte, la tensión y el rompimiento entre Poderes fue más que público y notorio. No sólo en el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador saludara a casi todos en el pleno a su llegada, menos al ministro presidente Luis María Aguilar, que era el principal anfitrión, sino también en el hecho de que tampoco el ministro le devolviera el saludo en su mensaje, en donde las caras largas y el rechinar de dientes de los representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres, se podían ver y escuchar a leguas, cuando el titular del Poder Judicial soltó la frase: “Un juez sin independencia es sólo un mandadero”. Al final, terminado el evento, la ausencia ya anunciada de López Obrador en la comida que siguió al informe no fue la única, tampoco Muñoz Ledo ni Batres se quedaron a comer, con lo que se confirmó que la guerra es de dos poderes, el Ejecutivo y el Legislativo, contra uno, el Judicial… Por cierto, los únicos que sí se quedaron a comer, tras el informe de Luis María Aguilar y en medio de la confrontación, fueron Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, y la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que es “de casa” para el Poder Judicial, tanto que la ex ministra, cuando salió en sus declaraciones a los medios, habló de una “reunión muy cordial y amable entre los poderes” que sólo ella vio… Los dados mandan Escalera doble para los amables lectores, con gratitud y agradecimiento por todo un año de lectura y confianza, y también de críticas y precisiones que siempre son bienvenidas. Por unos días, guardaremos los dados por vacaciones, pero el 7 de enero volverán a girar, igual que en caso de que la información de este agitado fin de año político así lo requiera. Abrazo fraterno y que haya paz, salud y trabajo para todos en estas fiestas navideñas y en el próximo 2019.