Es un aumento nominal del 16.21% y del 12% en términos reales, para ubicarse a la par de la línea de bienestar individual que marca el Coneval
Frente a líderes empresariales, representantes sindicales y obreros antes renuentes o indiferentes, el gobierno federal oficializó el aumento del salario mínimo, el cual pasó de 88 a 102.68 pesos.
En la zona libre de la frontera norte –3 mil 180 kilómetros—, se fijó en 176.72 pesos, casi al doble. Y a la par, se reiteró la reducción del IVA al 8 por ciento y del Impuesto Sobre la Renta al 20 por ciento.
A nivel nacional, se trata de un aumento nominal del 16.21 por ciento y del 12 por ciento en términos reales, para ubicarse a la par de la línea de bienestar individual marcada por el Coneval, tanto en áreas urbanas como rurales. Será vigente a partir del próximo 1 de enero.
El acuerdo fue unánime al interior de la Comisión de Salarios Mínimos, con el respaldo del sector público, privado y obrero, al menos en el papel.
Mientras los jerarcas patronales y empresariales aplaudían, Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, recordó que desde 1976 el salario mínimo había seguido una ruta descendente, hasta perder más del 70 por ciento de su poder adquisitivo. Y un trabajador de la actualidad tendría que laborar tres jornadas más que uno de la década de los 70 para mantener el mismo nivel de vida.
“Estas contradicciones arrastran más de tres décadas de políticas laborales cuyo eje ha sido la precarización del trabajo y la contención del salario”.
“Tras una prolongada espera, finalmente ha llegado la hora de romper con las políticas salariales del pasado y plantearse nuevos paradigmas que nos permitan dignificar el trabajo y rescatar su valor”.
Graciela Márquez Colín, secretaria de Economía, habló de un día de celebración y de fiesta, y se concentró en el impacto fronterizo, en especial para migrantes:
“Muchos de ellos llegan a esta zona del país y deciden buscar una última oportunidad antes de emprender el peligroso y riesgoso camino hacia otro país en busca de un mejor futuro. En la medida en la que puedan encontrar una oportunidad laboral mejor remunerada, quizá muchos de ellos desistan de abandonar el país”.
Calificó el repunte salarial como un incentivo para el abandono de las actividades informales; y sobre los fantasmas del desempleo y la inflación, atajó:
“No tendrá implicaciones inflacionarias o en el desempleo. Esto se debe no sólo a que el impacto en los costos de producción será relativamente pequeño, sino que cualquier posible aumento en éstos será más que compensado con las reducciones propuestas en las tasas impositivas que también se aplicarán en esta zona”.
Carlos Aceves del Olmo, líder del Congreso del Trabajo y de la CTM, se inclinó por las loas, bastón en mano: “Este país está viviendo todos los días, todas las horas, todos los minutos y todos los segundos una revolución que usted hace, señor Presidente”.
Y siguió: “Tiene usted la fortaleza de ir y venir, y va y viene y baja y sube, y se quita la corbata y se pone la guayabera”.
Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, resaltó el esfuerzo del sector empresarial para evitar aumentos artificiales. Pidió al gobierno mejores condiciones para generar empleos, quitar cargas regulatorias y hacer un mayor esfuerzo en política fiscal, “haciendo deducibles las prestaciones sociales para los trabajadores”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador agradeció a los empresarios y jefes obreros, a quienes antes llamó cautelosos.