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SERPIENTES Y ESCALERAS

Universidad pobre

 
 

El problema en la UAEM es mucho más profundo de lo que parece y su solución no llegará en el corto plazo. Los trabajadores ya se desesperaron y salieron a las calles, pero no presionan donde pueden obtener respuesta. En la universidad de Morelos hay muchos problemas de fondo, uno de ellos es el sindicato.

 

La crisis universitaria ya escaló, como todos lo advertíamos. La falta de pago agotó la paciencia de los trabajadores, el conflicto salió del campus y ayer comenzaron las acciones radicales con el bloqueo de calles y accesos a la capital en demanda de sus prestaciones. La UAEM es insolvente desde hace varios meses, los pasivos que arrastra son añejos y el rescate federal no ha llegado a pesar de las múltiples gestiones del rector. El problema es mayor y va a crecer aún más; el gobierno estatal no tiene capacidad económica para ayudar a los universitarios y en el de la república no hay interés por atender el problema en el corto plazo. Será una navidad muy amarga para miles de trabajadores.

El hundimiento financiero de nuestra máxima casa de estudios no fue de la noche a la mañana, el problema se ha venido acentuando desde hace varios años, se agudizó con los ataques del ex gobernador Graco Ramírez a la universidad con el apoyo de los líderes sindicales y el presidente de la FEUM y reventó hace unos meses, cuando la UAEM se declaró en impago. Lo que vimos ayer fue la explosión mediática de un conflicto contenido, desatendido y sumamente complicado.

Desde hace seis semanas los más de 6 mil trabajadores de la UAEM no reciben salario y desde varios meses les fueron suspendidas las prestaciones. El apoyo emergente que brindó el gobierno de Cuauhtémoc Blanco a la UAEM adelantando los recursos de todo el año ayudaron a levantar la huelga y concedieron tiempo a las autoridades universitarias para buscar ayuda federal, pero el gobierno de la república sigue sin hacerles caso y el dinero se agotó.

Los trabajadores universitarios han sido sumamente pacientes y solidarios con los alumnos, han seguido trabajando a pesar de que no reciben remuneraciones, pero al final del año, sin pago de salarios ni aguinaldo y con los compromisos de diciembre era natural que la ecuanimidad se acabara. A los empleados no hay manera de reclamarles, en todo caso se les debe reconocer su esfuerzo, el problema es que nadie vive de aire ni de promesas.

El problema financiero en la UAEM es enorme y muy difícil de resolver, pasará mucho tiempo antes de que las cosas se normalicen y es imposible que se saneen las finanzas si continúa el mismo gasto. La condición de la federación para rescatar a las universidades en crisis es una: austeridad; pero no todos han entendido que la austeridad que se requiere no se circunscribe a la operación, implica necesariamente una revisión y ajuste de fondo en el tema sindical.

Suena duro, pero así me lo explica un funcionario federal: no hay manera de lograr un equilibrio financiero de las universidades públicas si no se renegocian las prestaciones sindicales; otorgar dinero fresco sin resolver el problema financiero de fondo lo único que logrará es una solución temporal, porque a la vuelta de un tiempo habrá crisis nuevamente. Urge revisar los acuerdos sindicales y en algunos casos, como el de Morelos, suspender, al menos de manera temporal, las prestaciones para alcanzar un equilibrio económico.

Y continúa: si no hay un ajuste real en las erogaciones y un replanteamiento de la operación, la Universidad de Morelos está condenada a vivir permanentemente en crisis. Otra opción, dice, es declarar la quiebra de la institución y dar paso a una liquidación total de pasivos, incluyendo la desaparición de sindicatos; si se hiciera esto la UAEM podría reiniciar su relación laboral bajo nuevas y mejores condiciones para todos.

Lo que comenta el funcionario federal es llamativo porque refiere uno de los temas más sensibles de cualquier institución: los sindicatos. En el caso de los sindicatos de la UAEM su actuación en los últimos meses está muy alejada de la realidad que vive nuestra máxima casa de estudios: sus líderes se aliaron con el gobierno anterior para pegarle al rector sin importarles que dañaran a la universidad y aceleraran la crisis financiera. En la UAEM hay, parafraseando a López Obrador, sindicatos ricos con universidad pobre.

Mario Cortés se ha eternizado en el cargo y se ha beneficiado muchísimo del mismo; hace unos meses se paseaba de la mano de Graco Ramírez y presumía que esa cercanía ayudaría a resolver los problemas económicos de los trabajadores; Cortés Montes se alegraba de haber impulsado la salida anticipada de Alejandro Vera y sostenía que de esa manera había logrado que el gobernador perredista les diera dinero a los universitarios. Vera Jiménez dejó la UAEM, pero el dinero (al menos para la universidad) nunca llegó.

Los actos de resistencia de la comunidad universitaria son comprensibles, aunque no bien canalizados. Se entiende la desesperación por la falta de atención del gobierno federal a las demandas laborales, pero el bloqueo de arterias de Cuernavaca no va a resolver nada, porque no presiona a quienes pueden remediar el problema. Explico:

Si la solución a las demandas de los trabajadores universitarios estuviera en manos del gobierno estatal, este tipo de actos obligarían al gobernador a liberaran los recursos, pero no es así. El gobierno estatal ya cumplió con la UAEM, le entregó por anticipado el dinero del 2018 y no tiene capacidad para brindar un apoyo extraordinario; Graco Ramírez dejó quebradas las finanzas estatales, engañó a los trabajadores universitarios cuando les prometió ayuda e impulsó la crisis con el apoyo de los sindicatos para que el problema le estallara a Cuauhtémoc Blanco.

El bloqueo a los acceso de Cuernavaca provocó un enorme conflicto vial en toda la ciudad y eso generó un enfado colectivo contra los universitarios; con este taponeo en lugar de obtener solidaridad pública, los trabajadores de la UAEM se ganaron la rechifla de muchos. Mientras esto sucedía en la capital de Morelos, en el gobierno federal, en las oficinas donde se puede resolver la crisis, no hubo ningún tipo de incomodidad y por lo tanto, no hay ninguna preocupación.

Si los trabajadores universitarios quieren presionar a las autoridades para que sus demandas sean escuchadas, lo que tendrían que hacer es presionar donde al gobierno federal le duele. ¿Por qué no bloquear la caseta de Tlalpan, las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, de Hacienda, de Gobernación o Palacio Nacional? ¿Por qué no acudir directamente a la casa del presidente López Obrador para pedirle que les escuche y los ayude?

Recordemos que en su última visita a Morelos el Presidente de la República dijo que habría rescate financiero para la UAEM, pero antes se llevaría a cabo una revisión exhaustiva de sus finanzas. Todo indica que la ayuda económica que demanda la universidad morelense no llegará en el 2018 y quizá el rescate venga hasta poco antes de que concluya el primer trimestre del 2019.

El problema de la universidad de Morelos es muy serio y no hay una solución sencilla. El enfado de los trabajadores es comprensible, pero sus actos de presión están equivocando al destinatario. Para que la UAEM salga a flote requiere del rescate financiero, pero para que la solución sea de fondo es necesaria una revisión profunda a la manera de operar de sus sindicatos.

No puede haber sindicatos ricos en una universidad pobre.

·         posdata

A cualquier hora del día, en cualquier lugar y sin importar la presencia de policías o la existencia de cámaras, la delincuencia hace de las suyas en Morelos.

En las últimas semanas hemos visto comandos armados de al menos una decena de personas que asaltan empresas y logran botines millonarios; también han aumentado los secuestros, se ha recrudecido la violencia y hasta presenciamos balaceras en un corredor supuestamente seguro, a plena luz del día.

No hay posición oficial al respecto, salvo lo que se ha repetido incansablemente a lo largo de casi tres meses de gobierno: es culpa de Graco. Trátese del robo de un banco, de la quiebra universitaria, de una balacera, del desvío de recursos para los damnificados, del alza en los secuestros y los feminicidios, del desfalco millonario en las arcas públicas… todo es culpa de Graco.

El ex gobernador y su familia hundieron a Morelos en crisis e inseguridad, abusaron del presupuesto, pactaron con la delincuencia, malversaron recursos federales, endeudaron a la entidad… y aún andan libres y felices en la calle, analizando cómo retornar al poder o incorporándose a algunas áreas del gobierno federal.

El discurso del nuevo gobierno se está agotando muy rápido, porque además de echarle la culpa al régimen anterior no hay acciones concretas para llamar a cuentas a los corruptos. Peor: la gente percibe que no hay rumbo en la nueva administración y que todo se está yendo en justificaciones.

Una de dos: o el nuevo gobierno hace algo para que la justicia se aplique en Morelos o muy pronto Cuauhtémoc Blanco comenzará a pagar con popularidad, credibilidad y confianza, el mal ambiente que le dejó Graco Ramírez.

Los graquistas, por cierto, andan confiados de que nada pasará, porque Andrés Manuel López Obrador ya perdonó a todos los corruptos.

·         nota

Dos de los cinco sindicatos de trabajadores de Jiutepec, los dos más antiguos y fuertes, se manifestaron contra el alcalde Manuel Agüero, a quien le exigieron el pago de salarios y prestaciones de fin de año.

El perredista está a unos días de dejar el cargo y lo abandonará en medio de acusaciones de corrupción, señalamientos por malos manejos y una profunda, muy profunda, crisis financiera.

El paso de Agüero por Jiutepec represento  la debacle de ese municipio, porque el regordete perredista resultó más ladrón que todos sus antecesores y para mejorar su capacidad de corrupción aglutinó a su alrededor a varios personajes de triste reputación en esa localidad, como Hugo Barenque y Adolfo Barragán.

Lo que Rafael Reyes encontrará cuando tome las riendas del municipio no es secreto, aunque el gobierno saliente se ha empeñado en esconder la información; es evidente que se han cometido actos de corrupción y abusos de autoridad, que la familia del alcalde fue favorecida con contratos de obra y apoyos de todo tipo, que las empresas de su suplente fueron las grandes beneficiarias de las obras y hasta sus amigas y hermanos obtuvieron canonjías municipales.

Lo que hubo en Jiutepec en el último trienio no fue una administración, fue la cueva de Alí Babá en donde una banda de ladrones robaron al ritmo que marcaba el gordo presidente municipal. Todo, por cierto, a la luz del día, frente a los ojos de todos los habitantes y con la protección absoluta de Graco Ramírez.

Mucho tendrá que hacer Rafael Reyes para regresar a Jiutepec, el segundo municipio en importancia del estado, el brillo que tuvo en otros tiempos. Lo primero sin duda alguna es hacerle justicia a la gente de ese municipio.

Sin justicia, nada de lo que haga o diga será válido. Si no actúa, no tendrá confianza ni credibilidad en sus acciones.

·         post it

Inicia la cuenta regresiva para la toma de protesta en Cuernavaca.

Hagan sus apuestas: ¿Llega o no llega Antonio Villalobos?

·         redes sociales

Reaccionaron muy duro las redes sociales en contra del nombramiento de Manuel Martínez Garrigós en la Profeco. A la gente de Morelos no se le olvida lo que el ex priísta hizo como alcalde en Cuernavaca, ni le perdonan sus constantes tropiezos sociales y políticos.

El problema para los morenistas anti manuelistas es que al ser integrado al gobierno federal, Manuel Martínez recibió el perdón político de don Andrés Manuel López Obrador.

Si AMLO perdonó a Elba Esther, a Bartlet, a Peña Nieto, a Romero Deschamps… ¿Por qué no perdonar a manuelito?

Comentarios para una columna optimista

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