¿Cómo va a quedar el dólar en los próximos meses?
¿A cómo va a estar el dólar al final del primer trimestre de este año?
Si alguien le dice que puede hacer este pronóstico con certeza… no le crea. Está mal informado.
El pronóstico de los especialistas del sector privado en los últimos días de noviembre, que fueron interrogados por el Banco de México, indicaba que al cierre de diciembre pasado la cotización del dólar estaría en 20.25 en el mercado interbancario y para los primeros días de diciembre la estimación era que estaría en 20.30 pesos.
Cerramos el año en 19.65 pesos.
Y prácticamente nadie apostaba a que el 7 de enero, o sea ayer, la cotización hubiera quedado en 19.32 al cierre de mercados locales.
Evidentemente hay un efecto internacional que contribuyó a este hecho, pero hay también fuertes componentes locales. Nuestro peso se ha apreciado en 4.64 por ciento respecto al dólar en los últimos 30 días y es la segunda moneda en el mundo que más se fortaleció en el periodo, apenas por abajo del real brasileño.
Cuando arrancó el presente gobierno, unas semanas después de que se anunciara la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto y temiendo por el contenido del Presupuesto de 2019, existían diversos elementos de incertidumbre, que se reflejaban en el mercado cambiario y la cotización llegó a estar hasta en 20.65 pesos en los primeros días de diciembre.
Hoy, ya se percibe que aun con decisiones cuestionadas, las perspectivas económicas no son malas. A lo sumo, se puede ver un crecimiento más débil que el año pasado, pero ni de lejos se respira el riesgo de crisis.
Pero, tal y como le he comentado, tenemos un fenómeno de percepción que en diversas ocasiones magnifica los problemas.
Le pongo el caso del desabasto de las gasolinas. Evidentemente se trató de un problema serio, pero ni lejanamente fue generalizado en el país. Tampoco implicó que se vayan a dejar de usar los ductos, como algunos sugirieron, sino que se cerraron para reparar los daños causados por la ordeña.
Hubo mala gestión e improvisación, pero era visible que gradualmente se repondría el abasto normal, y se habrá dado el golpe más grande al robo de combustible en los dos últimos sexenios, pues las administraciones anteriores no habían tomado el riesgo que ahora sí se tomó.
Los inversionistas que observan al país a mayor distancia y con una visión desapasionada, no sólo no se han alarmado en este periodo, sino que han mantenido buena parte de sus apuestas en el país.
No quiere decir esto que no haya riesgos en el mediano plazo.
Hay uno significativo del que ayer le hablé: la posibilidad de que en el curso del año se requieran subsidios a las gasolinas.
Entre mediados de octubre y el cierre de ayer, el precio de la gasolina en el mercado norteamericano bajó en promedio en 28 por ciento.
Sin embargo, no hay certeza de que la tendencia siga, lo que posiblemente obligaría a poner incentivos fiscales a las gasolinas que haría que se redujera el IEPS y se debilitaran las finanzas públicas.
Las calificadoras van a seguir con lupa ese desempeño.
Vuelvo a referirle lo que ayer le decía. Por lo pronto, el escenario ‘malo’ para este año es un crecimiento débil.
Si el entorno externo no es tan malo y la inversión privada empieza a crecer de nuevo, no descarte la posibilidad de tener un crecimiento superior al 2 por ciento y una paridad del peso por debajo de los 20 pesos.
Pero, considérelo sólo como una posibilidad.