¿Qué significa la baja de nota a Pemex?
Fitch Ratings, una de las tres calificadoras más influyentes del mundo, le dio ayer un fuerte golpe a Pemex, al bajar dos escalones la calificación de su deuda.
No le quita el grado de inversión, pero deja la nota en el mínimo. Es como si hubiéramos tenido 8 de calificación previamente, y con la revisión nos hubieran puesto 6. Todavía aprobamos… pero de panzazo.
Además, mantiene la perspectiva negativa, lo que conduciría a que, de no haber cambio de tendencia, una nueva baja sí nos reprobaría.
¿Cuáles son los argumentos que esgrime Fitch para efectuar esta baja?
Dice que hay una “generación negativa persistente de flujo de fondos libre” y una “subinversión en exploración y producción”.
La estimación de la calificadora dice que el flujo negativo de Pemex será de 12 mil y 17 mil millones de dólares, pues habrá que invertir un monto adicional de 9 a 14 mil millones de dólares para reponer reservas y detener la caída en la producción.
En las explicaciones del por qué hace ahora este ajuste, Fitch refiere que el gobierno ha tenido una reacción lenta para fortalecer su perfil crediticio.
Eso implica que “ha fallado en reconocer la viabilidad del perfil financiero de la compañía y/o la importancia estratégica que representa para el gobierno y para el país”.
Es decir, Fitch considera que, más allá de los discursos, al mantenerse una estructura fiscal que depende en un grado importante de los recursos que aporta Pemex, se debilita a la empresa.
Y por ende, el esfuerzo de inversión para reponer los niveles de producción y reservas tiene un elevado costo en el corto plazo.
La reducción de la calificación, anunciada ayer por la tarde, produjo un alza del dólar, que cotizaba en niveles de 18.98 y brincó en muy pocos minutos hasta 19.14 pesos.
No se trata de una situación de pánico, pero sí de una de las advertencias más severas que se han hecho hasta ahora respecto al riesgo que corre la empresa petrolera, y con ella, las finanzas públicas.
Cuando una misión de funcionarios de Pemex encabezada por el CFO, Alberto Velázquez, estuvo hace algunas semanas en Nueva York y se señaló que el resultado de la visita había sido desastroso, se tomó este juicio a la ligera por parte del gobierno.
Con la decisión de Fitch, más vale que se den cuenta de la ruta de colapso en la que podrían estar moviéndose las finanzas de la empresa.
Ayer mismo, también Moody’s emitió un comunicado advirtiendo respecto a lo efectos negativos que podría tener un menor crecimiento de la economía en este año.
Puede haber la tentación de lavarse las manos y echarle la culpa a las “políticas neoliberales” de este resultado.
La baja de la calificación sucede en estos momentos y no tiene remedio. Lo que hay que hacer es evitar perder el grado de inversión, pues ese sí sería un golpe fatal para el desempeño de la economía en este año.
Hay varios meses por delante para tratar de enderezar el barco. Sin embargo, se requieren ajustes a lo que se ha anunciado hasta este momento.
Por ejemplo, si los llamados “farm out” (asociaciones estratégicas) de Pemex, se revitalizan, se podría dar una perspectiva diferente a la empresa.
Sin embargo, en la medida que se rechacen estas asociaciones, en las que la empresa no pierde la propiedad, entonces sí podríamos afrontar una circunstancia mucho más difícil.
¿Se aceptará que hay que dar un giro? Lamentablemente, lo dudo.