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SERPIENTES Y ESCALERAS

¿Cuánto nos cuesta la impunidad?

 
 

Históricamente Morelos ha sido tierra de lucha por la libertad y la justicia; en Morelos hay historia y cultura que forman parte fundamental del México de hoy. Pero en los últimos años Morelos ha sido tierra de nadie, territorio gobernado por bandidos y mediocres, por corruptos y oportunistas. El saldo es terrible y puede ser peor, porque la impunidad impera.

 

En los últimos años, desde que inició el nuevo milenio, Morelos ha vivido muchos malos momentos. En este tiempo los morelenses hemos sido testigos de múltiples tragedias, algunas causadas por la naturaleza, otras provocadas por grupos criminales y muchas más responsabilidad directa de las autoridades. En menos de dos décadas Morelos dejó de ser el lugar tranquilo y apacible que era para convertirse en un punto de coincidencia de criminales y políticos corruptos. Todo le pasa a nuestro estado, porque nunca  le pasa nada a los pillos.

Haga usted memoria de lo último que ha sucedido en Morelos en dos décadas:

En la víspera del nuevo milenio Morelos vivió una época de secuestros que provocó terror entre los ciudadanos; este flagelo apareció de la nada y tomó por sorpresa a una población que no conocía ese delito, en un estado en donde los mayores problemas se suscitaban por diferencias sociales entre comunidades rurales y los crímenes más graves eran los asaltos bancarios que de cuando en cuando sucedían, pero nunca causaban pérdidas más allá de lo material.

Los secuestradores llegaron a Morelos de la mano de un gobernador experto en seguridad y operaban desde la Procuraduría del estado; era precisamente el jefe del grupo anti secuestros quien encabezaba las bandas de secuestradores y era tan cínica su forma de actuar que utilizaban los vehículos oficiales para cometer sus fechorías. Ese comandante fue detenido por la policía federal cuando iba a tirar el cuerpo sin vida de una persona y de ahí se desencadenó la debacle del gobierno estatal.

Jorge Carrillo tuvo que renunciar al cargo, el procurador y el subprocurador fueron arraigados algunos días, pero al final todos quedaron libres, salvo el policía capturado infraganti. Nada pasó más allá del escándalo mediático.

Unos años más tarde la historia se repitió con el gobierno del PAN; ahí el personaje central de la historia era un policía acusado de torturador, vinculado a desaparición de personas y señalado de estar coludido con la delincuencia. Agustín Montiel llegó a Morelos por sugerencia del secretario de gobierno Eduardo Becerra y rápidamente ocupó un lugar preponderante en el gobierno estatal; su fuerza e influencia con el gobernador era mayor que la de la mayoría de los secretarios.

El jefe de la policía ministerial formaba parte del estrecho círculo el gobernador Estrada Cajigal y convivía de manera cotidiana con la burbuja gubernamental en la que estaba el titular de Ceama Javier Bolaños, el delegado del IMSS Francisco Moreno, el subsecretario del trabajo Hugo Ayerdi y por supuesto el secretario de gobierno Eduardo Becerra. Este grupo de políticos prostituyeron las instituciones, abusaron del erario y lo peor, abrieron la puerta de Morelos al narcotráfico. Un dato más: al gobierno panista se le ocurrió bursatilizar la deuda estatal y esta decisión costó cientos de millones de pesos al gobierno, aunque generó buenos dividendos a quienes la promovieron. A pesar de los ilícitos cometidos, ningún funcionario de esa administración pisó la cárcel.

El siguiente gobierno afianzó la presencia de la delincuencia organizada en Morelos: en la administración de Marco Adame fue la familia del gobernador quien abrió la puerta a los grupos delictivos y estableció el primer contacto del gobierno local con el cártel de los Beltrán Leyva. Desde la campaña del 2006 seis se decía que un hermano del entonces candidato panista andaba en malos pasos, lo señalaban como cabeza de una banda dedicada al robo de autos y luego trascendió que fueron sus hijos los promotores del acuerdo con el jefe de jefes.

En ese sexenio se hicieron muchos negocios al amparo del gobierno: la esposa, los hijos, los hermanos y los amigos del gobernador se convirtieron en operadores de negocios, apadrinaban a los contratistas y proveedores, palomeaban las compras, decían a quién se adjudicarían las obras y compraban las despensas y los alimentos que entregaba el DIF. El crédito de mil 500 millones que solicitó el gobernador Adame el quinto año de su gobierno fue el último gran negocio de la familia antes de dejar el poder. Los excesos de los Adame fueron vox populi y fueron denunciados por el gobernador Graco Ramírez, pero nunca pasó de la acusación.

Los dos gobiernos panistas se caracterizaron por la frivolidad y los excesos, pero se quedaron cortos frente a lo que ocurrió después en la administración del PRD. Graco, Elena, Rodrigo y José Domingo fueron más allá que cualquier otro gobierno; ambiciosos, represivos, intolerantes, corruptos… los consanguíneos del tabasqueño fueron auténticos depredadores, no sólo hundieron al estado en la crisis de inseguridad más profunda de la historia, también endeudaron al estado como nunca antes y comprometieron las finanzas de los siguientes tres sexenios.

En la administración del PRD sucedió de todo, vimos actos de violencia como nunca antes, también excesos gubernamentales y actos de corrupción que rayaron en lo inhumano. Graco Ramírez y su familia hicieron negocios con la seguridad pública, solicitaron créditos para contratar obras a sobre precio, adjudicaron de manera directa los contratos a sus amigos, crearon empresas para hacer negocios, pagaron obras que no se concluyeron o no se hicieron y al final lucraron con la tragedia de miles de personas al robarse el dinero de la reconstrucción de las zonas afectadas por el sismo.

Nunca antes había sucedido algo así en Morelos, el de Graco Ramírez ha sido hasta ahora el peor gobierno que ha tenido la entidad en toda su historia y el que más daño ha causado a los morelenses; sus abusos, sus excesos y sus delitos están a la vista, fueron denunciados por muchos ciudadanos y provocaron el naufragio del PRD en la entidad; a pesar de ello nada ha pasado y es muy probable que nada sucederá.

La campaña de Cuauhtémoc Blanco se sustentó en los excesos cometidos por Graco Ramírez y en la promesa de enjuiciar a los corruptos y acabar con la impunidad.

La justicia es clave para todos: para el gobernador porque esa fue su única promesa de campaña y para la sociedad, ofendida por tantos excesos y ávida de que la ley se aplique.

La impunidad con la que han actuado los últimos gobiernos ha provocado un daño muy profundo al estado, cambió la forma de hacer política y acabó con la credibilidad de las instituciones.

La impunidad ha costado cientos de vidas y es el factor que detona la corrupción y la violencia en nuestra tierra.

Sin justicia, es imposible que Morelos salga de la crisis en la que se encuentra.

·         posdata

Desde hace años el PRD ha presumido su padrón electoral y sus “miles” de militantes. Lo hizo Juan Ángel Flores (hoy en Morena) cuando destacaba las cualidades de su partido, las virtudes de Graco Ramírez y su trabajo como dirigente estatal. Luego lo hizo Lucía Meza (hoy en Morena), quien en el mismo sentido presumía el músculo perredista producto del liderazgo y visión política del gobernador tabasqueño. Lo hizo también Rodrigo Gayosso (hoy en exilio), quien advertía que el voto perredista era suficiente para que refrendaran la gubernatura.

Hace unos días el tibio dirigente estatal Matías Quiroz retomó el tema, pero lo hizo sin la petulancia que por muchos años caracterizó a los miembros del Sol Azteca. “Se depurará el padrón y aunque quedemos pocos, seremos perredistas comprometidos”

El ex secretario de gobierno de Graco Ramírez enfrenta la cruda política de un gobierno fracasado y un gobernador odiado, los saldos de una dirigencia (la de Rodrigo Gayosso) torpe, limitada y absolutamente corrupta.

Muy pocos en Morelos quieren estar en el PRD, ya ni los incondicionales de la familia gobernante (Julio Espín, Agustín Alonso…) desean permanecer en un partido sin futuro, que huele a corrupción y tiene el rechazo social más alto que cualquier otra institución. Antes que ellos otros nobles perredistas miembros del primer círculo de Graco Ramírez (Juan Ángel Flores, Lucía Meza, Javier García…) saltaron del barco y se afiliaron al partido de moda.

Lo que sucede en el PRD morelense es una tragedia política (para ellos), pero una tragedia bien ganada. Lo que hicieron los representantes de ese partido a Morelos no tiene nombre.

Corrijo: si tiene nombre. Fue una chingadera.

·         nota

Agobiados por los problemas y las complicaciones económicas los actuales gobernantes del estado han olvidado que además de la gubernatura, la pasada elección les dejó como ganancia un partido político.

Encuentro Social perdió el registro a nivel nacional, pero lo mantuvo en el estado, lo cual concede a sus propietarios (léanse José Manuel Sanz y Cuauhtémoc Blanco) un espacio político más con el cual operar.

¿Ya se les olvido que lo tienen?

¿Se han dado cuenta de lo que pueden hacer con él desde ahora y en el 2021?

Si se ponen a pensar un poco, el PES les puede ayudar en la gobernabilidad del gobierno y como un espacio para aglutinar a muchos liderazgos que quedaron volando en el 2018.

Capisci.

·         post it

Por enésima ocasión el alcalde capitalino Antonio Villalobos ha sido amenazado… o eso es lo que dice. Ahora se trata, comenta, de un grupo delictivo que pretende mantener el control de Sistema de Agua Potable.

Mantener implica que ya lo tenían, es decir, que eso ocurre desde tiempo atrás, con otras administraciones; Cuauhtémoc Blanco y Jorge Morales Barud son los dos alcaldes que le precedieron.

Las amenazas contra los Villalobos (Pablo y Antonio) son muy delicadas, han sido de diferentes formas y en dos ocasiones acompañadas de una cabeza humana y una persona asesinada.

El tema es muy delicado y no se puede tomar a la ligera, si el presidente municipal sabe que algo está mal en el Sapac y ha decidido corregir las cosas, merece el apoyo de todos. Una autoridad que da la cara a la delincuencia y asume con carácter el reto de acabar con la corrupción debe tener el respaldo ciudadano.

Si Antonio Villalobos está decidido a combatir la corrupción y enfrentar a los grupos delictivos que, afirma, están incrustados en el municipio, tiene que hacerlo con valentía, pero también con inteligencia y la ayuda de otras instancias de gobierno.

Si no tiene apoyo estatal, debe pedir refuerzo a la federación.

Vistas las amenazas, el Lobito no está enfrentando a cualquiera.

·         redes sociales

La llegada de los Meade al ayuntamiento es evidente luego del nombramiento de Demetrio Chavira. No hay duda, este personaje responde a intereses muy claros y su designación muestra que existe algún tipo de acuerdo para que el sujeto en cuestión opere negocios para alguien, por encomienda de los Jorges.

No hay manera de verlo de diferente forma: Demetrio Chavira es un profesionista mediocre, sin capacidad técnica ni talento alguno, su único mérito es la obediencia a quienes le han protegido desde hace años y a quienes responde sin chistar.

Antonio Villalobos ha dicho que acabará con la corrupción en el Sistema de Agua Potable, pero mientras eso sucede ha sembrado una semilla de corrupción en la secretaría de obras públicas.

Más temprano que tarde el alcalde lamentará su decisión. Cuando eso suceda, quizá el daño que le habrán provocado los Meade será irreparable.

Al tiempo.

Comentarios para una columna optimista:

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