El pasado 13 de noviembre, Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, se sentó en el banquillo del tribunal federal de Brooklyn (EE UU). En los casi tres meses de proceso, los detalles sobre las operaciones del cartel de Sinaloa se han mezclado con intimidades sobre la vida personal de su jefe. El caso también arrojó luz sobre los rincones más siniestros del narcotráfico: los asesinatos, la traición, los sobornos, las guerras entre rivales... A partir de 38 crónicas de las sesiones judiciales, estos son los protagonistas y las claves de un proceso sin precedentes para el que se espera que el jurado dicte ahora sentencia.
EL JUICIO
El Chapo se enfrenta a una posible condena de cadena perpetua. Se le juzga por 10 cargos (se retiraron otros siete para agilizar el proceso): producción y distribución de cocaína, heroína, metanfetaminas y marihuana, uso de armas de fuego, blanqueo de dinero... El delito principal: liderar el cartel de Sinaloa, que bajo su mandato, según la Fiscalía, generó unos 14.000 millones de dólares. La acusación reunió cientos de miles de pruebas. Las sesiones han sido seguidas por una veintena de periodistas internacionales y han estado rodeadas de fuertes medidas de seguridad, incluido el corte del puente de Brooklyn en cada traslado y el encierro del narco en una diminuta celda dentro del juzgado. Las cámaras estuvieron prohibidas en la sala, por lo que los dibujos de las ilustradoras son la única memoria gráfica del juicio.
EL JUEZ
Nacido en Chicago, 64 años, conservador. Brian Cogan fue aprobado por el Senado con 95 votos a favor y ninguno en contra. Serio, respetado y muy eficiente, en su sala (la 8D) manda él y no se anda por las ramas, ni con la Fiscalía, ni con la defensa. Dejó claro desde el principio que no permitiría que el mediático caso se viese dominado por el “frenesí”, el “pánico” o la “histeria”. Ha exigido a ambas partes que prioricen, no confundan al jurado y se concentren en lo que está siendo juzgado: este es un caso de narcotráfico; no de asesinato (como buscó la Fiscalía), ni de corrupción política (argumento usado por la defensa para desacreditar a los testigos). Cogan se mostró comprensivo con las dificultades de la defensa para prepararse, por la complejidad del caso. Al año de la extradición, permitió al acusado comunicarse con su mujer por carta —que son leídas antes de ser enviadas o entregadas—. Pero, pese a la buena conducta del reo, negó el permiso para que pudieran abrazarse antes de arrancar el proceso.
EL JURADO
Entre los 12 miembros del jurado, racialmente diverso, la mayoría afroamericanos, hay ocho mujeres y al menos un par habla o entiende español. La selección (que incluye seis suplentes) se realizó en tres días, entre 40 individuos, de un total de 74 candidatos. Su identidad se mantiene en secreto por su seguridad (sus caras aparecen emborronadas en los dibujos). Entre los candidatos que no fueron seleccionados: un imitador de Michael Jackson, el dueño de una tienda que sirve un bocadillo llamado Chapo, dos mujeres que expresaron su temor a sufrir represalias, otra que se declaró seguidora de la serie Narcos y un individuo que llegó a pedir a un guardia que le consiguiera un autógrafo del narcotraficante. "Soy un poco fan", admitió ante el magistrado. Los miembros del jurado pudieron volver cada tarde a sus casas durante estos meses, siempre custodiados por oficiales armados. Tienen prohibido informarse sobre el caso en medios y redes sociales y, hasta que llegó el momento de deliberar, el pasado 4 de febrero, tampoco han podido comentarlo entre ellos.
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LOS ABOGADOS
Es un misterio cómo paga El Chapo —cuyos bienes han sido embargados—, a su exclusivo equipo legal, una defensa que puede llegar costar 4,3 millones de euros por un juicio así. Los narcoabogados han explicado que su trabajo es “desmontar la causa contra El Chapo”: “Es la Fiscalía la que debe demostrar que es culpable”, dicen.
Eduardo Balarezo. Líder del equipo, muestra una actitud paternal hacia su cliente y efectismo para llamar la atención del jurado. Durante un interrogatorio, cogió con la mano un ladrillo de cocaína que servía de prueba. La acusación le pidió que usara guantes. El abogado dijo que no hacía falta; le vendría bien para animarse.
William Purpura, es un maestro del interrogatorio que no dudó en ridiculizar a los testigos de la acusación. Caótico y dinámico, verle en acción recuerda a las películas; nada que ver con el interrogatorio repetitivo y pautado de los fiscales, que no se apartan del guion.
Jeffrey Lichtman. Conocido por haber librado de la cárcel a John Gotti Junior, del clan de Los Gambino, la familia mafiosa de Nueva York. Con su teatral estilo ha cuestionado la credibilidad de los testigos y apuntado a El Mayo Zambada (nunca detenido) como verdadero capo de Sinaloa (y auténtico sobornador de las autoridades mexicanas). "Hay otra parte de la historia que el Gobierno no quiere que escuchen”, le dijo al jurado en su alegato inicial.