Inseguridad
El problema está ahí, todos lo vemos, las autoridades lo reconocen, pero nadie sabe cuándo se va a acabar. La violencia se ha propagado en Morelos.
Mucho se ha hablado, escrito y discutido acerca del problema de inseguridad que enfrenta el país y del cual Morelos no es ajeno. Muchas cosas se han dicho en los medios de comunicación y en las redes sociales, el tema se ha abordado desde diferentes ángulos y en todas las hipótesis se concluye que el gobierno está rebasado por la delincuencia. No hay manera de ocultar la gravedad del asunto, ni forma de entender como la violencia ha alcanzado los niveles que hoy observamos. Nadie, ni las propias autoridades, saben explicar lo qué está pasando, porqué pasa y sobre todo, cómo se resolverá el problema.
La violencia que estamos viendo en el estado es casi tan alarmante como la incapacidad del gobierno para hacer frente a los grupos delictivos; semana tras semana el recuento de daños es brutal: balaceras, levantones, ejecuciones, descuartizados, calcinados, secuestros, extorsiones, asaltos…
Las estadísticas son poco representativas de lo que pasa; hablar de más de 80 ejecutados en menos de dos meses suena muy duro, pero el dato no es tan crudo como los hechos: hombres asesinados a plena luz del día, niños muertos en balaceras, mujeres que desaparecen y luego son encontradas sin vida, comerciantes asesinados por no pagar derecho de piso, ciudadanos secuestrados y ultimados, empresarios extorsionados y decenas de personas que mueren con el sello morelense: un tiro en la cabeza.
El problema es muy grave, se percibe en todos lados y se analiza de diferentes maneras y en todas, insisto, se concluye que el estado está rebasado.
La estrategia para combatir a la delincuencia no parece ser la correcta a pesar de lo que se ha dicho desde hace varios años; el modelo de mando único de policía se presentó el sexenio pasado como el camino para hacer frente a los grupos delictivos y detener la intervención de delincuencia en las policías municipales: “los alcaldes no tienen los recursos, ni la estrategia ni la fuerza para hacer frente al problema”, repetía incansablemente el gobernador Graco Ramírez, por ello la centralización del mando de la policía y por supuesto, de los recursos para combatir la inseguridad.
La visión de Graco Ramírez sobre el tema fue económica, se basó en la enorme cantidad de dinero federal que llegaban para ese tema y en lo apremiante del problema; los municipios no saben que hacer, decía, y partiendo de esa hipótesis les quitó el control de las policías y el dinero que el gobierno de la república destinaba para combatir la delincuencia. Fueron miles de millones de pesos que se manejaron de forma discrecional bajo una hipótesis política y una excusa legal: urge invertir en seguridad y por tratarse de una inversión en seguridad los contratos y las compras se pueden hacer de manera directa y sin licitación.
Lo que vemos hoy en el estado no es producto de la casualidad, la presencia de varios grupos criminales es consecuencia de la simulación del gobierno pasado, de los vínculos que el comisionado de seguridad anterior estableció con grupos delictivos y la omisión de los presidentes municipales. Véanlo así: el gobierno estatal tomó el control de la policía y el dinero para seguridad y los alcaldes simplemente se hicieron a un lado, se olvidaron del problema y con su pasividad contribuyeron a generar lo que hoy estamos viendo.
Analizar el pasado sirve para entender lo que ha sucedido, pero no ayuda por si solo a resolver el presente; lo verdaderamente importante es reconocer lo que está pasando y saber qué van a hacer para que el problema no siga creciendo. He ahí el dilema: parece que ni las propias autoridades, empezando por el comisionado, saben qué tienen que hacer para detener la oleada de violencia que estamos viviendo.
La semana pasada el comisionado estatal de seguridad descartó solicitar ayuda al gobierno federal para atender la inseguridad que vivimos; según Ortiz Guarneros el problema no es tan grave porque Morelos no registra una incidencia delictiva tan alta como otros estados, de ahí que no fue incluido en las 15 regiones más inseguras de la república mexicana. Para el comisionado el gobierno de Morelos no está rebasado por la delincuencia, por eso no se requiere el apoyo de la federación. ¿A los cuántos muertos se debe pedir apoyo?
El discurso oficial sobre la inseguridad que se vive en Morelos es difícil de entender, porque no dice nada; el gobernador defiende su estrategia (cualquiera que esta sea) diciendo que hay “un chingo de delincuentes”; el comisionado reconoce las ejecuciones, pero minimiza la crisis porque “afortunadamente” el Gobierno de México no incluyó a Morelos en las zonas de mayor riesgo del país. El jefe de la oficina de la gubernatura también ha hablado del tema, pero lo hace de manera retórica, superficial, sin argumentos, ni datos duros, ni soluciones.
La postura más lamentable es la del Fiscal Uriel Carmona, nombrado por el ex gobernador Graco Ramírez y dedicado de tiempo completo a combatir al gobierno estatal desde su oficina. El regordete funcionario reconoce que la inseguridad es grave, pero sus explicaciones carecen de inteligencia. En el caso concreto de las desapariciones de mujeres lo dicho por el notario con licencia raya en la burla: (la desaparición de jóvenes) “… en su mayoría son “ausencias voluntarias”.
“No hay denuncias sobre secuestros de mujeres o robo de niños, como se ha dicho en redes sociales; difundir o compartir esa información genera psicosis, es irresponsable, no está apegado a la realidad y sólo pretende generar miedo… en la mayoría de los casos (de desaparición de mujeres jóvenes) se trata de adolescentes que se pelean con sus padres o sus novios, se esconden y apagan sus redes sociales”
El problema de inseguridad en Morelos es muy grave y no se ve cómo ni cuando vaya a ser resuelto; hoy la estrategia ha cambiado, ya no se habla de mando único, sino de mando coordinado, es decir, de colaboración entre los tres niveles de gobierno y suma de esfuerzos.
La idea es buena, pero las cosas en lugar de mejorar, empeoran cada día.
¿Alguien tiene idea de cómo resolver este problema?
- posdata
El presidente de México estuvo de nueva cuenta en Morelos para hablar de la termoeléctrica de Huexca; fue una reunión tensa en la que se presentaron algunas manifestaciones, aparecieron pancartas y hubo abucheos. El tema principal de la visita fue la planta generadora de energía que, a decir de los pobladores, quitará el agua a los cultivos y contaminará el principal río de la región.
Es la segunda ocasión que el presidente Andrés Manuel López Obrador acude a Morelos a abordar el tema, vez pasada Jorge Zapata se lanzó contra el gobierno estatal, acusó al jefe de la oficina de la gubernatura y afirmó que bajo ninguna circunstancia permitirían que la termoeléctrica se pusiera en marcha.
La de ayer fue una visita complicada, los asistentes esperaban que López Obrador aboliera la obra, pero no fue así. El ejecutivo federal confirmó lo que ya se sabía: el tema se sometería a una consulta (como el nuevo aeropuerto y el Tren Maya) y sería la gente, “el pueblo”, quien decidiría la suerte final del proyecto los próximos 23 y 24 de febrero.
El presidente dijo que ya habló con los técnicos y expertos para conocer si la instalación de la Comisión Federal de Electricidad contamina o agota el agua de la región y la especialista de Conagua, Blanca Jiménez garantizó que eso no sucederá. Añadió que pidió buscar un organismo internacional para que certifique la calidad del agua, para que quede claro que no hay contaminación del líquido.
“Los habitantes de los municipios de los estados de Morelos, Tlaxcala, y Puebla involucrados en la operación de esta la termoeléctrica tendrán una tarifa preferencial”, prometió el jefe del ejecutivo.
La visita dominical de López Obrador no fue tan cómoda como las anteriores, la tensión se notaba en el ambiente y el enfado de los pobladores, dicen que liderados por Jorge Zapata, fue evidente cuando Cuauhtémoc Blanco hizo uso de la palabra.
Lo que se vio ayer es un capítulo más de la larga historia de la termoeléctrica de Huexca, sólo que con nuevos actores. Frente a la población ya no está el presidente Peña Nieto y el gobernador Graco Ramírez, ahora son otros dos ejecutivos distintos, uno de ellos (el federal) muy querido en esta tierra, pero de quien esperan una sola cosa: que se cancele la obra.
La suerte de la planta de energía de Huexca se definirá la próxima semana y los resultados de la consulta, como sucedió en el NAICM y el Tren Maya son previsibles. Lo interesante será ver lo que harán los opositores al proyecto después de que “el pueblo decida”.
- nota
Desde hace tiempo los gobiernos y sus integrantes han tenido que convivir con las redes sociales; en ellas se discute, se genera polémica y se forma opinión.
Participar en redes sociales es sumamente sencillo, aunque muy peligroso para quienes tienen una posición pública. Para entrar basta una cuenta y conexión a internet, cualquiera puede participar con su nombre o con un seudónimo y se puede decir lo que sea.
Las redes sociales son espacio de opinión pública, pero también territorio comanche en el que abunda la información falsa, las especulaciones, las mentiras y los excesos. Cualquiera, insisto, puede participar en las redes sociales, pero las figuras públicas deben hacerla con cuidado, porque los costos de equivocarse ahí son muy altos.
Muchos han sido los momentos a nivel estatal, federal e internacional en donde un mal comentario en redes sociales provoca escándalos, desestabiliza instituciones y en algunos casos acaba con la carrera de figuras públicas; hay deportistas, artistas o intelectuales que han perdido contratos o su empleo por un mal mensaje, gobiernos que se han cimbrado por una información ahí publicada y servidores públicos que han tenido que renunciar (o fueron despedidos) por un desliz en Twitter o Facebook.
Así son las “benditas redes sociales”, foro de discusión y análisis donde se comparten ideas y opiniones, donde se transmite información y se conocen muchas cosas, pero también tierra salvaje plagada de personajes oscuros que se ocultan en el anonimato y desde ahí agreden, multiplican información falsa o simplemente dejan salir sus frustraciones.
Por todo ello los gobiernos actuales son hoy mucho más cuidadosos de lo que sucede en las redes sociales, en lo que transmiten a través de ellas y los canales que utilizan para interactuar con la comunidad virtual. Una buena estrategia de redes sociales se basa en contenido, credibilidad y liderazgo, un punto de equilibrio entre los medios tradicionales y las nuevas herramientas de comunicación.
Comunicar es clave para gobernar.
- post it
Febrero 11 del 2019: todavía no hay presupuesto en Morelos.
· redes sociales
A propósito de redes sociales, sería interesante saber qué opina el gobernador y el jefe de la oficina de la gubernatura sobre las opiniones publicadas por su secretario de obras respecto al fiscal general.
Es evidente que Uriel Carmona no es parte del equipo de Cuauhtémoc Blanco, pero ni el gobernador, ni el jefe de la gubernatura, ni el secretario de gobierno ni el comisionado de seguridad han hecho una expresión pública como la que hizo Fidel Giménez. Todos ellos saben que atacar frontalmente al fiscal es pegarle al estado y eleva la tensión en un problema de inseguridad que está provocando la primera crisis del sexenio.
Hay formas de combatir la actitud irresponsable del Fiscal General, pero ninguna de ellas es a través de Twitter.
Esto es lo que publicó el secretario de obras sobre el accidente de la semana pasada provocado por un elemento de la Sedena en el norte de Cuernavaca.
- Más de 24 horas después de esta tragedia, la @Fiscalia_Mor continúa victimizando a los deudos al no entregarles los cuerpos de las víctimas. Fiscal @urielgandara Es inexplicable la deshumanización de algunos seudo-servidores públicos de su institución #Morelos
- Es inconcebible, inaceptable y pasa todos los días. @TelevisaMorelos @LilianaMaret ¿cómo va a confiar la ciudadanía en la @Fiscalia_Mor ?
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