La termoeléctrica del Estado de Morelos (centro de México) ya tiene luz verde para empezar a calentar motores. Tras unas semanas de mucha tensión por la oposición de algunos pobladores y el asesinato del activista Samir Flores, una mayoría, más ajustada que en consultas anteriores, ha votado a favor de la puesta en marcha de la planta energética que lleva terminada desde mediados de 2017. Esa era la postura defendida por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien se impone así a las preocupaciones medioambientales que suscita el proyecto en una zona con riesgo sísmico y disponibilidad de agua limitada. Los opositores a la central han rechazado los resultados por considerar la consulta “amañada”.
“Es un buen ejercicio democrático en un ambiente de mucha polarización”, ha afirmado esta mañana López Obrador. El líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no ha mencionado de manera explícita el asesinato de Samir Flores, algo que los opositores al proyecto le han afeado. Esa polarización se ha visto en los resultados de la consulta, celebrada en el Estado de Morelos, donde se sitúa la planta, y en algunos municipios de Puebla y Tlaxcala, regiones por donde cruza el gasoducto que transporta el combustible: un 60% ha votado a favor y un 40% en contra, con una participación de apenas 55.000 personas de un censo que roza el millón y medio de votantes. Aun así, las autoridades federales se han dado por satisfechas, ya que en las dos consultas anteriores los votantes no habían superado los 25.000.
Los opositores al proyecto han tildado la consulta de "amañada e ilegal". “El Gobierno federal es juez y parte”, ha dicho Jaime Domínguez, un representante del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y del Agua (FPDTA), organización de la que formaba parte Samir Flores. En el reverso de la boleta con que se votó, se incluyó una serie de ventajas, entre ellas, la reducción de las tarifas eléctricas que López Obrador prometió a la región como caramelo. Las autoridades de Morelos, donde gobierna una coalición formada por Morena y otros partidos, cerraron filas con el Gobierno federal, quien además organizó “asambleas informativas” durante la semana previa a la consulta para hablar de los beneficios de la planta. El Instituto Nacional Electoral, el organismo encargado de vigilar las votaciones, se desentendió la semana pasada de la consulta, por considerar que no tenía base constitucional.
Pese a los reclamos de los opositores a que se votara solo en los municipios afectados por la infraestructura, el Gobierno mexicano quiso preguntar también al resto del Estado de Morelos, incluida su capital, Cuernavaca, por lo que la balanza estaba decantada del lado del ‘sí’. No obstante, en la mayoría de localidades afectadas ha arrasado el ‘no’. En Ayala, un municipio agrícola donde preocupa que la termoeléctrica utilice el agua que actualmente riega los campos, los votos en contra superaron por diez a uno a los del ‘sí’.
La tensión entorno a la consulta aumentó tras el asesinato el miércoles de Samir Flores, un conocido activista que se había opuesto a la termoeléctrica desde su programa radiofónico. Las circunstancias de su muerte no han sido esclarecidas; la Fiscalía estatal la ha desvinculado de su activismo, mientras organizaciones como el FPDTA han responsabilizado a “grupos de choque”, supuestamente creados para amedrentar a los opositores al proyecto energético. También han señalado a López Obrador, quien llegó a acusar a los activistas de estar pagados por empresas extranjeras, de crear el caldo de cultivo para su muerte.
Durante las dos jornadas de votación se vivieron episodios de tensión. En los alrededores de Amilcingo, el pueblo de Flores, habitantes contrarios al proyecto robaron algunas urnas, al tiempo que exigían justicia por el asesinato del activista. Sin embargo, las casillas sustraídas fueron sustituidas por otras y el representante federal en Morelos, Hugo Érik Flores, se ha declarado este lunes “muy contento” del desarrollo de la votación y ha hablado de “un ambiente de tranquilidad”. López Obrador ha llamado a resolver las diferencias por “el método democrático”. “Hubo provocación, se quiso impedir la consulta”, ha afirmado esta mañana.
El líder de Morena todavía no ha perdido ninguna de las consultas que su Gobierno ha convocado, pero esta vez el resultado ha sido más reñido. El dirigente ganó las dos anteriores, en las que se votó sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y el Tren Maya, uno de sus proyectos estrella, con un 70% y un 90% de votos, respectivamente. Esta vez, no ha superado el 60%.
Tras compararla con “un basurero en Jerusalén” en 2014, el dirigente ha defendido la puesta en marcha de la termoeléctrica por el desperdicio que supondría dejarla parada. En el proyecto se han invertido unos 1.600 millones de dólares, con el objetivo de cubrir el 80% del consumo de Morelos, un Estado con más de millón y medio de habitantes que actualmente importa toda su electricidad. Además, las termoeléctricas de ciclo combinado, que utilizan una combinación de gas y vapor de agua, son menos contaminantes y se las considera “energía limpia”.
Sin embargo, el proyecto ha recibido una batería de críticas desde que la construcción empezara sin consultar antes a los habitantes. Decenas de académicos han alertado sobre su impacto en una zona de peligro eruptivo, muy próxima al volcán Popocatépetl. También preocupa que se desvíe el agua del río Cuautla, que actualmente riega los campos, a la planta para generar electricidad. Bajo el lema ‘Agua sí, termo no’, un grupo de campesinos lleva dos años acampado frente a las obras de un acueducto que ha de llevar el líquido de una planta de tratamiento de flujos residuales a la termoeléctrica. Tras la votación, las organizaciones de activistas han anunciado que se va fortalecer el plantón para que las obras no se lleven a cabo. Sin ese acueducto, la planta no puede empezar a funcionar y el resultado de la consulta se queda en el papel.