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OBSERVADOR POLÍTICO

Herencia maldita…

 
 

El sexenio de Graco Ramírez fue para muchos un gobierno perdido. Su herencia fue corrupción, saqueo financiero, endeudamiento, impunidad y la proliferación de delitos que hoy tienen sumido al Estado en una situación difícil, complicada y delicada que hasta el momento el gobierno de Cuauhtémoc Blanco no ha podido erradicar.

La llegada en el 2012 al poder de la izquierda (PRD) y su representante Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, fue lo peor que le pudo suceder a Morelos. Morelos en lugar de tener y lograr un avance en el desarrollo económico, político y social cayó en un bache, en un abismo y hoy, se ve complicad de que pueda salir porque el daño se amplió como si fuera un cáncer que tiene sumido a la sociedad en la incertidumbre y el miedo por la alta incidencia delictiva que se ha desatado en los últimos meses en los diferentes rincones del estado.

Insisto, los casos de corrupción, el saqueo de recursos de manera indiscriminada que se dio por parte del ejecutivo, sus secretarios, amigos y familiares que provocó que se hayan convertido en los nuevos millonarios del estado generó de igual manera, un grave y delicado  incremento de la pobreza entre los morelenses. Más aún, la herencia maldita de Ramírez Garrido fue que el estado hoy en día esté endeudado por las próximas tres décadas por la irresponsabilidad de las anteriores autoridades y tal parece, sin que reciban un castigo. Muy difícil, complicado y casi imposible será ver tras las rejas a Graco Ramírez y sus esbirros a pesar de que se han presentado docenas y docenas de denuncias ante la Fiscalía, donde tiene el tabasqueño a sus “Ángeles Guardianes” que cobran como fiscales General y Anticorrupción, Uriel Carmona Gándara y Juan Salazar Núñez, los mismos que para esa función y ese objetivo fueron designados “democráticamente” por los integrantes de la 53 legislatura local.

Cómo olvidar los multimillonarios créditos solicitados a diversas instituciones bancarias por parte del gobierno y con autorización del Congreso local del 2015-2018, ya que no sirvió para maldita la cosa más que para enriquecerse algunos cuantos funcionarios de la considerada nueva visión al igual que de varios ex diputados locales. Es inaudito que sin importar el tamaño del daño que ocasionaron a miles de familias morelenses tanto Graco Ramírez como sus cómplices, la camarilla de la 53 Legislatura local, comprometieron  el futuro de Morelos en su desarrollo por al menos los próximos 30 años.

MÁS CÓMPLICES.- Otros que no dijeron ni hicieron nada, fueron quienes fungieron como presidentes de partidos políticos y que por el contrario, se convirtieron en sus cómplices, el caso concreto de Alberto Martínez González, quien fue diputado local y al mismo tiempo presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, quien sigue ocupando el cargo pese a la “pedita” y el show que armó. El todavía líder del tricolor junto con sus compañeros de negros antecedentes fue de los que votó a favor de la deuda por 2 mil 300 millones de pesos que hoy tiene casi asfixiado a la administración actual. La misma historia es la del Javier Estrada González, del Verde Ecologista, Paco Moreno Merino, Francisco Santillán Arredondo, Beatriz Vícera Alatriste, y la mayoría de ex diputados.

Con excepción de Juan Carlos Martínez Terrazas, Jessica Ortega de la Cruz, Gerardo Albarrán Cruz, José Manuel Sanz, y Jesús Escamilla, presidentes de los partidos Acción Nacional, Movimiento Ciudadano, Regeneración Nacional, Encuentro Social, y Humanista, el resto de líderes partidistas siempre fueron los aliados del ex mandatario porque de igual manera se beneficiaron con diversas acciones que se realizaban desde el Congreso Local.

A RECOMPONER EL DIÁLOGO.- Para nadie es un secreto que las cosas actualmente no son las mejores entre los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y un ejemplo de ello fue la aprobación del presupuesto 2019 luego de un mes y medio de retraso. Los golpes bajos, las acusaciones y señalamientos provocaron que los diputados locales se hayan beneficiado con recursos multimillonarios para sus intereses personales y de cara a los comicios del 2021.

Ya desde ahora varios legisladores están empezando a trabajar con ese proyecto sin embargo, es urgente que haya una construcción de acuerdos en el estado que permita la consolidación de las instituciones y fomentar con ello el desarrollo que todos los ciudadanos que así lo demandan. Un estado fuerte y sólido económico, política y social es la exigencia de todos los morelenses. Peor aún, llamada mucho la atención que a ocho meses de haber concluido el pasado proceso electoral con una fuerza política que obtuvo la mayoría de los votos a través de un esquema de coalición, cuyo respaldo ciudadano fue inmenso para obtener las mejores postulaciones que va desde la Presidencia de la República, la gubernatura y la alcaldía de Cuernavaca y de otros municipios. Y pese a ello, no haya acuerdos y hoy estén relegados como si fueran un grupo minoritario en el Congreso local.

Hoy se puede ver el alto grado de confrontación, la desavenencia y desacuerdos que llama poderosamente la atención entre el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo con integrantes de la actual legislatura, pero además, con las autoridades municipales de Cuernavaca, lo que hasta el momento ha evidenciado un panorama apto para que se disparen los índices de inseguridad, que no son consecuentes con la lógica de las fuerzas políticas que hoy están en el poder, y que tendrían que mantener la unidad precisamente para erradicar en la medida de lo posible, actos que pongan en riesgo la estabilidad del estado por los constantes problemas de inseguridad registradas en Morelos.

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