México vuelve a recaer en la energía sucia. En silencio y tratando de pasar desapercibida, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha abierto desde este miércoles una convocatoria para licitar la compra de 330.000 toneladas de carbón. Se trata de la primera desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder. Lo hace después de que en diciembre se suspendiera la adquisición de este material sin dar muchas explicaciones. La decisión del equipo del presidente, que en su discurso siempre se pronunció a favor de la industria renovable, ha alertado al sector: se trata, dicen, de un nuevo paso en la dirección contraria a los objetivos de la Agenda 2030 para aumentar el peso de las renovables en la matriz energética.
"Es un franco ataque contra las estrategias de combate al cambio climático”, apunta el director del Instituto de Energías Renovables de la Universidad Nacional Autónoma de México, Antonio del Río. El académico matiza que el Gobierno mexicano no ha quitado de la mesa la discusión sobre una transición hacia las energías limpias, pero alerta que la estrategia podría estar virando hacia los fósiles en el corto plazo. “No es necesario comprar carbón. A esta altura esperaría que la CFE estuviera volcándose por las renovables”.
México, uno de los países con mayor potencial del planeta para el desarrollo de renovable, se había comprometido a producir al menos un 35% de la electricidad con energías limpias para 2024. Una meta que ratificó la semana pasada un equipo de la Secretaría de Energía encabezado por el jefe de la Unidad de Renovables, Luis Abelardo González, apenas unos días antes de que se oficializara la licitación para comprar el fósil, del que depende alrededor del 10% del total de la electricidad generada en el país norteamericano. Hasta el momento, el Gobierno ha actuado de manera contradictoria, critica del Río: “No nos queda claro cuál va a ser su estrategia”.
Hugo Ventura, jefe de la Unidad de Energía y Recursos Naturales de la Cepal en su sede subregional para México, Centroamérica y el Caribe, califica la medida de “preocupante”. Frente a la incertidumbre que envuelve a la política energética de López Obrador, Ventura asegura que es necesario esperar la presentación en las próximas semanas del Plan Nacional de Desarrollo, el proyecto que establece cómo se destinarán los recursos durante el próximo sexenio. La medida es, dice, un traspié. Pero no necesariamente una caída: aún se pueden alcanzar los objetivos de la agenda ecológica global, aunque implicará un gran desafío. “Hay que hacer algunos ajustes en la hoja de ruta energética como, por ejemplo, mantener al mínimo el uso del carbón”, asegura.
El anuncio de la compra lo hizo la semana pasada el presidente de la Comisión de Energía del Senado, el empresario minero Armando Guadiana. En ese momento, el senador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) aseguró que se habían acordado en una reunión dos compras: una primera por 360.000 toneladas y una segunda por 1,1 millones más. La noticia generó revuelo porque la CFE salió a desmentir al funcionario al decir, en un ambiguo mensaje, que el encuentro nunca había sucedido. Lo que no dejó en claro en ese momento fue que la noticia sobre la adquisición del carbón era verdad, y pocos días después la empresa pública sacó una licitación por 330.000 toneladas en silencio y sin comunicarlo oficialmente.
El director de la CFE, Manuel Bartlett, ha rechazado este jueves que el Gobierno tenga intenciones de inclinarse hacia las energías sucias y ha indicado que existe un interés de incrementar la producción de electricidad a base de gas natural. "No estamos optando por el carbón para el desarrollo", ha dicho en rueda de prensa. El equipo de Bartlett ha explicado que la idea de la empresa es mantener el uso de este mineral en los mismos niveles que en administraciones anteriores y ha asegurado que solo se congeló la adquisición en los últimos meses por tareas de mantenimiento que se realizaron en las plantas carboeléctricas.
El carbón es la principal fuente de producción de electricidad en el mundo, según el último informe de la Agencia Internacional de Energía. Aunque su demanda sigue creciendo cada año, el aumento ha sido significativamente menor en 2018: solo creció un 0,7%, frente al promedio de 4,5% que se registró en los años anteriores. "México produce muy poca electricidad a base de carbón si lo comparamos con Estados Unidos o China", defendió Guadiana la semana pasada.
No es el primer retroceso del Gobierno de López Obrador rumbo a la Agenda 2030. La cancelación en febrero de la cuarta subasta eléctrica a largo plazo, un mecanismo que permite a los generadores vender su producción, fue la primera. Después llegó el anuncio de la construcción de una nueva refinería en Tabasco, al sureste del país. A ese panorama se suma hoy la reactivación de la compra de carbón. Las razones de esta última aún son una incógnita, pero la frase que más suena es “seguridad energética”. “Cómo va a ensamblar este Gobierno la seguridad energética con los objetivos de la Agenda 2030 es una incógnita”, admite Ventura.
El consultor Severo López Mestre alerta que la idea que maneja López Obrador de reforzar la industria nacional, en este caso la carboeléctrica, podría llevarlo a invertir en proyectos viejos y poco rentables que le alejen más del desarrollo sustentable. “Hay que ver cómo va a entender el Gobierno las metas que tiene por delante en materia medioambiental y cómo va a cumplirlas”. Es necesario alejarse de la incertidumbre y establecer una política energética clara, coinciden los analistas del sector. La preocupación crece a medida que la promesa verde se aleja.