¿Quién va a poner la cara?
Ayer, el Banco de México presentó su encuesta sobre las expectativas de los analistas del sector privado. Y en este sondeo, resultó que hubo una baja en el crecimiento esperado de la economía en este año cuya expectativa cayó a 1.5 por ciento, como el dato más frecuente.
De acuerdo con la propia encuesta del Banxico, en el primer trimestre del año habría un crecimiento de 1.38 por ciento, como promedio de las expectativas, y seguirá en 1.40 por ciento en el segundo trimestre.
Es decir, tendremos un primer semestre bastante malo, de acuerdo con el consenso de los expertos.
Difiero de esas expectativas, creo que el resultado va a ser más malo. Dudo que la economía crezca más de 1 por ciento en el primer trimestre y ni remotamente creo que llegue al 1.5 por ciento en el segundo trimestre.
Las cifras las empezaremos a conocer pronto.
El próximo 30 de abril se dará a conocer al indicador oportuno del PIB correspondiente al primer trimestre del año.
Luego, el 24 de mayo, se dará a conocer el dato preliminar del crecimiento.
Y, el del segundo trimestre lo conoceremos en su aproximación inicial el 31 de julio.
No hay duda. Los datos van a ser malos, y seguramente el presidente de la República no los va a festejar.
En todo caso, va a argumentar respecto al por qué la economía no crece más y a explicar que el crecimiento vendrá en el siguiente año y en adelante.
Alguien tendrá que explicar al presidente que, en los primeros siete meses de su mandato, la economía va a tener el peor desempeño desde el 2013.
Y, el segundo semestre va a enfrentar la incertidumbre respecto a la ratificación del nuevo Tratado con Estados Unidos y Canadá.
¿Qué implicaciones políticas tendrá un desempeño de la economía que va a oscilar entre mediocre y malo?
No lo sabemos aún.
Sin duda habrá más problemas para equilibrar las finanzas públicas, ya que la tributación bajará respecto al estimado, al tiempo que el ritmo de la actividad económica sea menor.
Y, hasta ahora, la determinación del gobierno de López Obrador es mantener la disciplina en las finanzas del gobierno, así que resultará casi inevitable pensar en un nuevo recorte en el gasto público, hacia la primera mitad del año o poco después.
Sabemos que algunos de los programas predilectos de AMLO mantendrán flujos de recursos, pero también que va a ser muy difícil darles la profundidad que necesitan.
En suma, cuando AMLO presente su Primer Informe de Gobierno, quizás los datos no sean tan afortunados como él los quisiera.
Y, habrá quien tenga que pagar las cuentas.
Si los colaboradores cercanos al presidente de la República no le advierten desde ahora de este escenario económico y le dan una mala sorpresa posteriormente, entonces podría haber una reacción más fuerte.
Más vale que alguien ponga la cara desde ahora y le diga a López Obrador que, pese a todos los esfuerzos, la economía tendrá en 2019 un comportamiento más malo que en 2018, el último año del neoliberalismo.
Pero, si lo lograran convencer de que hay que abandonar la ideología y decidir pragmáticamente, entonces se vería que se pueden usar diversos instrumentos de política pública para incentivar la actividad económica e impedir que se nos venga abajo el crecimiento.
Pero, claro, abandonar la visión ideológica quizás implicaría ir en contra de la propia identidad del presidente.