De acuerdo con la encuesta nacional, 44 mil adolescentes más conocen y han consumido cristal. Ante esa amenaza, el mandatario anunció que habrá un plan contra ese tipo de estupefacientes.
Es la amenaza del cristal, droga sintética realizada en “cocinas” caseras, cada vez más fáciles de montar y sustituir en caso de que la policía las descubra y destruya, y se dirige contra jóvenes en edad productiva. Altamente adictiva, un pedacito de esta materia traslúcida puede salir, buscándole, muy, muy barata. Se propagó como plaga en Asia y en EU. Está en México, entró por el Pacífico y llamó la atención del presidente López Obrador, ya que 327 mil de sus potenciales jóvenes emprendedores (ninis, a los que quiere llegar con becas) la conocen, saben cómo calentarla e inhalarla, fumarla o inyectársela.
De acuerdo con datos de la última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, (ENCODAT), a los 327 mil adolescentes en edad nini (entre 19 y 29 años), se suman 44 mil jovencitos que tienen entre 16 y 18 años en este momento.
La Encuesta rastreó edad de los jóvenes, así como hábitos de uso. A partir de los resultados, es claro por qué este asunto preocupó a la máxima autoridad del país.
LAS “COCINAS” MEXICANAS. La atención gubernamental sobre este tema quedó clara hace dos días, cuando Crónica preguntó en la conferencia de prensa mañanera por el riesgo que significa el alcoholismo al programa Jóvenes Construyendo el Futuro. Sin que se aludiera previamente a ello, el presidente López Obrador habló de las drogas sintéticas:
“Sí, alcohol, pero sobre todo nos preocupa mucho lo de las drogas sintéticas, porque son altamente destructivas y tenemos que detener el consumo en los jóvenes. Ya estamos trabajando para eso. Va a haber un plan. Así como lo hicimos con el huachicol, de que dijimos: Va a enfrentarse esto, así estamos haciendo el plan para lo de la atención a los jóvenes”, respondió López Obrador en torno a un gran programa de prevención y combate a las adicciones próximo a anunciarse.
La preocupación por el cristal y otras anfetaminas está más que justificada. A estas sustancias se les denomina “cocaína para pobres”, pero ese nombre parece francamente benévolo: Con un poco de efedrina, un excitante que aumenta la presión arterial y estimula el proceso respiratorio, se obtiene un alto número de dosis. La efedrina es mezclada (cocinada) con acetona, anticongelantes, ácidos que incluso se vacían de baterías eléctricas, pastillas químicas que incluyen raticidas u otras sustancias que pueden comprarse masivamente sin llamar mucho la atención. Restos de la fabricación de otras drogas también pueden entrar a la fórmula para lograr una droga nueva.
La acetona es el talón de Aquiles, como ingrediente importante, ya que permite la mezcla. Las policías del país y las Fuerzas Armadas se han convertido en cazadores de cargamentos de acetona cuyo destino no está justificado.
Lo que originalmente se hacía en Asia ahora está presente en un amplio corredor paralelo al Pacífico, en donde los puertos de Lázaro Cárdenas y Manzanillo juegan un papel relevante. En las laderas de la sierra están las cocina mexicanas. Originalmente eran de instalación complicada y cara, ahora son prácticamente desmontables y sólo requieren acceso continuo a agua.
COSTO Y JUVENTUD. El núcleo de ninis que han consumido este tipo de drogas tiene en este momento entre 22 y 25 años, conocen estas drogas sintéticas y las han probado (49 por ciento del total). En la ENCODAT respondieron que la consumieron inhalándola o fumándola, sólo una minoría sabe ingerirla por otros métodos.
Y un factor clave para que estos jovencitos que no estudiaban y que tampoco tenían trabajo es que una dosis de estas drogas en las calles puede costar por debajo de los 35 pesos. En realidad, al productor de ese fragmento de substancia traslúcida, el costo de la unidad puede salirle en cinco pesos, aunque abatir el costo implicó que la materia prima fuera también de calidad ínfima.