Centenario luctuoso. El asesinato de Zapata se da a partir de un hecho: aceptó negociar con Jesús Guajardo. ¿Por qué? porque El Caudillo del Sur estaba en una situación de crisis brutal: perdió el control militar de Morelos y la relación con las comunidades dejó de ser idílica

Carranza no ordenó exterminar a los zapatistas, señala Javier Garciadiego | La Crónica de Hoy

El asesinato de Emiliano Zapata hace 100 años fue producto de la debilidad del Caudillo del Sur, el gobierno de Venustiano Carranza no ordenó exterminar a los zapatistas y la disminución de la población morelense de 1910 a 1921, sino que se debió, en gran parte, a las muertes por influenza española. Esas son explicaciones que da a Crónica el historiador Javier Garciadiego (Ciudad de México, 1951).

Este diario planteó al también miembro de El Colegio Nacional algunas dudas sobre los mitos alrededor del movimiento zapatista. Compartimos con nuestros lectores las respuestas dichas por el director de la Capilla Alfonsina y quien este miércoles ofrecerá la charla Zapata y la literatura en el Palacio de Bellas Artes.

 

— ¿Zapata perteneció a la clase media?

— Dentro del estrato social de las comunidades agrarias y campesinas del centro de México, la familia de Emiliano Zapata no era una ocupante del estrato bajo, era una familia con mucho prestigio en la región. Los Zapata y los Salazar de tiempo antiguo estuvieron asentados en la zona. En términos de propiedades tenían tierras y ganado, pero no eran hacendados.

“Zapata siempre se vistió, no me gusta llamarle clase media, pero sí como ranchero. Eso implicaba un gasto fuerte: le gustaba usar traje de charro, botonadura de plata, sombrero de ala ancha, caballos espléndidos. Fue un miembro del estrato alto dentro de la comunidad rural del centro de México”, responde.

— ¿Hubo órdenes de exterminar a todos los zapatistas de Morelos?

— La lucha zapatista generó algunas campañas para tratar de controlar Morelos como estado. La primera la organizó Francisco León de la Barra (presidente interino de México en 1911) encabezada por Huerta. Después, cuando Francisco I. Madero llegó a la Presidencia hizo dos campañas: una ocupación encabezada por Juvencio Robles y otra, en 1912, cuando cambió la jefatura de operaciones militares en Morelos y puso a Felipe Ángeles, pero ambos llegaron a la conclusión de que debían hacer una campaña civilizada y respetuosa de lo que hoy llamamos derechos humanos.

Luego, responde Garciadiego, hubo una tercera campaña contra Morelos cuando Victoriano Huerta fue presidente (1913-1914) y en donde también participó Juvencio Robles.

“Fue una lucha encarnizada contra los zapatistas, contra los habitantes de Morelos. Los personajes más duros fueron el general Cartón y el general Jiménez Castro, cometieron excesos contra la población pacifica, fusilamientos de pacíficos, incendios de pueblos, robos a las propiedades de los pacíficos”, expresa.

Después Morelos tuvo un periodo de descanso, entre 1914 y 1915 y parte de 1916, los zapatistas reorganizaron Morelos porque tenían control del estado y no hubo grandes incursiones militares. Ese momento Adolfo Gilly lo llama la comuna de Morelos por ser años idílicos, de transformación política y agraria.

Cuando Venustiano Carranza inició su gobierno optó por controlar a los estados vecinos de Morelos: Guerrero, Puebla, Tlaxcala, Estado de México y Ciudad de México.

“Encapsuló a Morelos, lo aisló y estableció gobernadores, presidentes municipales y se lanzó a acabar con el zapatismo en 1917”, narra Garciadiego.

No obstante, precisa el historiador: hay quienes aseguran que la campaña de Carranza, encabezada por el general Pablo González en contra de los zapatistas de Morelos (en 1915), fue tan dura como la de Victoriano Huerta.

“Eso es absolutamente falso, claro que hubo una campaña militar, excesos y violencia, pero de ninguna manera puede compararse con la campaña de Huerta”, enfatiza.

La gran diferencia, apunta el investigador, es que Carranza al mismo tiempo trató de conquistar Morelos y tenía ya la Constitución de 1917 con un artículo 27 que ofrece reforma agraria.

“Muchos habitantes de Morelos entran en el siguiente dilema: ¿cómo conseguir tierras: reconociendo al gobierno a través de la Constitución del 17 o esperar a que un grupo rebelde nos las pueda dar a través de un programa revolucionario?”, indica.

En ese contexto, las deserciones del ejército zapatista aumentaron. “Hubo personas que dejaron las armas en 1917 y 1918, hubo muchos pueblos que pensaron en una reforma agraria constitucional no rebelde. De ninguna manera podemos pensar que la ocupación de Pablo González fue una guerra de exterminio o genocida”.

Lo que sí hicieron los carrancistas, añade el historiador, fue tratar de reactivar el Estado, entonces muchos de los militares carrancistas, gonzalistas, guajarditas ocuparon haciendas que abandonaron los hacendados desde 1914 y contrataron como mano de obra  a campesinos del rumbo.

“Hay datos estadísticos censales sobre cuál era la población de Morelos en 1910 y en 1921, ¿cuántas comunidades realmente desaparecieron como producto de una guerra genocida?. No hay ese dato que corrobore una guerra genocida”, asevera.

Lo que sí hay, agrega, “son cifras de que disminuyó brutalmente la población de Morelos de 1910 a 1921, pero sobre todo por la influenza; el mayor número de muertos en Morelos de esos años lo dio la influenza no la guerra revolucionaria ni la guerra genocida del carrancismo”.

— ¿El asesinato de Zapata fue producto de la violencia?

— Todos los historiadores explican el hecho del asesinato con la carga de la inmoralidad de Carranza-González-Guajardo (Carranza era el presidente de entonces, González era un militar y Guajardo fue quien citó a Zapata en la hacienda de Chinameca, donde fue asesinado El Caudillo del Sur el 10 de abril de 1919). Uno puede ver los adjetivos que se han utilizado: felonía, vileza, crimen proditorio... En realidad es uno de los actos más inmorales de la Revolución Mexicana.

“Zapata no fue el único que murió de ese modo, no podemos pensar que es un asesinato clasista. Madero también murió así, Carranza también, Villa lo haría años más tarde. Es una lógica revolucionaria pero no es una decisión clasista”, responde.

En opinión del historiador, el asesinato del revolucionario se dio a partir un hecho específico: Zapata aceptó negociar con Jesús Guajardo.

“¿Por qué? porque Zapata estaba en una situación de crisis brutal: perdió el control militar de Morelos y la relación con las comunidades dejó de ser idílica, y estaba en una pobreza de municiones”, indica.

Garciadiego explica que Guajardo le ofreció falsamente a Zapata 12 mil cartuchos y un contingente de casi mil hombres.

“Hubo una traición horrenda, sí; pero la situación de debilidad del zapatismo es la que explica que Zapata haya aceptado negociaciones con Guajardo y no es con el único carrancista con quien estableció relaciones, ya había buscado meses antes a Cesáreo Castro, por ejemplo”, detalla.

— ¿El zapatismo se puede considerar un movimiento paralelo a la Revolución Mexicana?

— Hay una corriente historiográfica que sostiene que el movimiento zapatista es muy heterogéneo dentro de le Revolución Mexicana, que tiene una composición social especial, unos procedimientos muy particulares y un objetivo muy claro. Con ello indican que el zapatismo fue una revolución distinta dentro de la Revolución Mexicana. Me opongo a esa corriente de interpretación. “El zapatismo es el único movimiento campesino típico dentro de la Revolución Mexicana, ni siquiera el villismo lo fue. Sí tuvo particularidades pero es parte de la Revolución Mexicana”.

Garciadiego explica que el zapatismo se levantó amparado en el Plan de San Luis Potosí, aunque después rompieron con Francisco I. Madero; no obstante, lucharon contra Victoriano Huerta, fueron parte de la Convención de Aguascalientes, lucharon contra Venustiano Carranza y reconocieron al gobierno de Álvaro Obregón.

“A partir de entonces fueron parte integral de eso que llamamos los gobiernos de la Revolución”, señala el historiador.

Los zapatistas participaron después de 1920 en las gubernaturas estatales y municipales, recibieron una reforma agraria constitucional y se beneficiaron de ella, añade.

“Formaron parte del ejército mexicano junto con la División del Sur. Tuvieron el Partido Nacional Agrarista con curules desde 1920. No veo porqué llamarlo un movimiento ajeno a la Revolución Mexicana. Es un movimiento particular dentro de la Revolución”, asegura.

El investigador de El Colegio de México está consciente de que “el hubiera” no existe en la historia, pero la Revolución Mexicana sin movimiento zapatista, señala, hubiera sido una lucha política norteña.

“El zapatismo sin Revolución Mexicana hubiera sido una rebelión campesina. La integración de ambos procesos es lo que convierte a la Revolución Mexicana en revolución. En un país de 85% de habitantes del ámbito rural es fundamental la figura de Zapata, por eso es el más popular de los revolucionarios”, declara.