La sana discrepancia de Esquivel
Un viejo funcionario del Banco de México, que venía tan lejos como de la época de los 70, ironizaba respecto al ambiente de secrecía que rodeaba a las actividades del banco central. Me decía alguna vez: “Cuando llegan los periódicos del día al Banco, lo primero que hacen es… ponerle el sello de ‘Confidencial’”. Imagínese.
Por mucho tiempo, lo que sucedía detrás de las paredes del inmueble ubicado en la esquina de 5 de Mayo y el Eje Central (el viejo San Juan de Letrán), era desconocido para casi todos.
Solo hay que recordar que las reservas internacionales del Banco de México se daban a conocer solo tres veces al año: en la Convención Bancaria; en la presentación del Informe Anual del Banxico y en el Informe Presidencial del 1 de septiembre.
Eso es historia. Ya desde hace años empezó a soplar el aire fresco en los pasillos del Banxico.
Y afortunadamente, cada vez sopla más fuerte.
Ayer, por primera vez conocimos el caso de un subgobernador del Banco Central que, aunque estuvo de acuerdo con la decisión de política monetaria que se tomó, es decir, no mover las tasas de interés, discrepó del tono del comunicado emitido.
Al revelarse las Minutas de la Junta realizada el pasado 23 de marzo, a la que –como siempre– asistieron los cinco integrantes de la Junta (que son los que tienen derecho a voto) así como el secretario y el subsecretario de Hacienda, conocimos que Gerardo Esquivel objetó el “tono restrictivo” del comunicado.
El argumento esgrimido es que, a su juicio, los cambios recientes del entorno ameritaban un comunicado más neutro en su tono.
Igualmente expresó diferencias con el comunicado, señalando que los riesgos para la inflación derivados del incremento del salario mínimo, así como del traspaso de los efectos del tipo de cambio, son menores que los expresados en el comunicado.
Puede uno estar de acuerdo o no con los planteamientos de Esquivel, pero, desde luego que son atendibles y dignos de debatir.
De hecho, se discuten en todo el mundo. Pero la homogeneidad de la Junta aquí, borraba cualquier debate.
Esquivel no está en contra de la definición constitucional de la tarea de Banxico, que debe ser preservar el poder adquisitivo de la moneda. Pero sí considera que la evaluación de la coyuntura tiene sesgos.
Lo meritorio de sus planteamientos y más todavía, de su publicación, es que se transparenten y se hagan públicos.
Esquivel es un economista con alto prestigio y nadie va a decir que hizo ese pronunciamiento para complacer al gobierno, a Hacienda o al presidente.
Así es como él ve las cosas.
Desde que obtuvo autonomía, la Junta de Gobierno del Banco había tenido una figura central que inhibía las discrepancias: Ortiz y Carstens visiblemente.
Alejandro Díaz de León, actual gobernador, ha propiciado una actitud más abierta de la Junta, pero en el entorno, muchos siguen viendo esta discrepancia con el tamiz del viejo régimen. Se equivocan.
Los pasillos secretos han quedado en el pasado. Aún falta más transparencia, sin duda, pero los avances son innegables.
Estamos frente a una nueva generación de banqueros centrales que ven natural la discrepancia y a quienes no asusta la transparencia.
Mejor para México.