Morir en Veracruz
En Veracruz el descontrol y anarquía van mucho más allá de las cifras de incidencia delictiva, pues tocan el alma de quienes dan una mirada a lo que en ocurre en ese estado.
La indiferencia, en el caso de Veracruz, es complicidad con las autoridades de la entidad que no pueden ni entienden cómo frenar crímenes, secuestros y feminicidios.
Es que en el estado que dice gobernar Cuitláhuac García, si no te mata la delincuencia lo hace la policía. O te levantan cualquiera de los dos.
El cuerpo encargado de perseguir el delito y de impedirlo, Fuerza Civil, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, secuestra, tortura y mata.
No es novedad, podrá decirse, pero a ese gobierno llegaron los que decían que eran diferentes.
Estremece leer los testimonios de la crueldad de la policía veracruzana, que no puede con los delincuentes y se ensaña contra los ciudadanos más humildes.
Aquí uno de los relatos recogidos por el espléndido corresponsal de El Financiero en Veracruz, Iván Sánchez (9-abril-2019):
“Roxana buscó a Alejandro desde que dejó de contestarle el teléfono. Había salido de su casa en el puerto hacia el municipio de La Antigua, donde trabajaba como albañil.
“Lo siguiente que supo de su esposo fue por unas fotos que circularon a través de los medios, relativas a un operativo que la Fuerza Civil había realizado en la comunidad del Coral, en el municipio Úrsulo Galván.
“Ella lo reconoció por un tatuaje que tenía en la muñeca. Horas después a Roxana le avisaron que el cuerpo de su esposo se encontraba en el Servicio Médico Forense de Xalapa.
“Cuando Alejandro salió de su casa vestía pantalón de mezclilla y playera, según contó Roxana, misma ropa que se le ve en la foto. Sin embargo, al llegar al Semefo le aseguraron que había sido encontrado con un uniforme tipo militar.
“El cuerpo se veía golpeado y con señales de tortura. Las autoridades señalaban que había muerto en un enfrentamiento con la Fuerza Civil, aun cuando en la foto se le veía salir caminando, esposado.
“En el comunicado oficial se reportaron tres personas abatidas y se les vinculaba con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Roxana sólo recibió un cuerpo maltratado, desnudo y deformado por los golpes.
“Así lo enterró. Así sus dos hijas pequeñas le dieron el último adiós a su padre”.
La historia de la descomposición en Veracruz no es nueva, pero se agudiza hasta lo dantesco por la falta de gobierno en esa entidad.
Llegaron con la bandera de ser diferentes, y a su manera dijeron la verdad: no hacen nada.
Por el 15 de marzo, aproximadamente, el Cártel Jalisco Nueva Generación realizó bloqueos con vehículos incendiados y atacó instalaciones de la comandancia de la policía municipal en Coatzacoalcos y de la Fuerza Civil en Jáltipan.
A raíz de esos hechos la guerra entre cárteles también fue mediática.
En mantas, el CJNG acusó al secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado (a quien el gobernador reclutó de Nuevo León, donde su jefe, El Bronco, lo despidió de su cargo de Jefe del Centro de Operaciones Estratégicas, por un sonado episodio de extorsión a un empresario) de estar coludido con Los Zetas.
De inmediato aparecieron otras mantas, atribuidas al Cártel de Sinaloa, que advierten del regreso de la “vieja escuela” al estado, y llaman a un diálogo entre grupos criminales.
Ante la mirada de ciudadanos y la ausencia de las autoridades desfila un carnaval del delito que crece, convoca, se reta y actúa.
Lástima por los veracruzanos.
Que lo vea el país: así gobierna Morena.
Después de que en Veracruz creyeron haberlo visto todo, les llega Morena a gobernar, con crímenes perpetrados por el estado, disputas y concilios entre fuerzas criminales que se convocan en mantas en las ciudades… y los secuestros que ascienden casi al 30 por ciento de los que se ocurren en el país.
Difícil vivir en Veracruz en estos tiempos. Y muy fácil morir.
Matan los delincuentes y matan los cuerpos policiacos del gobierno.
Ante eso no hay excusa ni se valen distractores para culpar a terceros.
No pueden con el encargo.