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SERPIENTES Y ESCALERAS

Ahora, Cuautla

 
 

Una semana violenta más. Más muertos se suman a la numeralia roja del estado. El problema es de fondo y requiere de acciones drásticas. La pregunta es básica: ¿Puede el gobierno con el paquete?

Ahora, Cuautla

Ya no hay excusas, se acabaron los argumentos. Morelos vive igual que México, el peor momento de su historia en materia de seguridad; el derramamiento de sangre es escandaloso y la forma de operar de los grupos criminales es cada vez más impune. En el país disminuyeron abrumadoramente las detenciones de criminales de alta peligrosidad, lo mismo que el decomiso de drogas; en el estado no se ve siquiera que exista un plan de seguridad que vaya más allá del manejo financiero de los recursos municipales. La violencia es consecuencia lógica: el gobierno no sabe qué hacer ante el problema; es evidente que la delincuencia no se acabará con el ejemplo.

Los gobernantes se han vuelto irritables con el tema, les enfada que les recuerden que las cosas no van bien y en ambos casos, en el federal y estatal, el argumento de defensa sigue siendo echar la culpa al pasado. En parte tienen razón: el problema de violencia e inseguridad que se vive no es nuevo, es consecuencia de muchos años de descuidos, de malas estrategias y complicidad entre autoridades y grupos criminales. Pero ahora es su responsabilidad cambiar las cosas.

El problema es que la gente ya se cansó de esperar que las cosas cambien y las excusan han dejado de ser efectivas porque la situación en lugar de mejorar se complica cada día. Particularmente en Morelos el enfado es creciente porque vamos saliendo de un sexenio manchado de sangre y cubierto de impunidad y entramos a otro en donde la ineficacia, el desconcierto y el desconocimiento de las autoridades es notorio.

A mitad de semana el periodista Jorge Ramos cuestionó al presidente Andrés Manuel López Obrador sobre las cifras de seguridad en su gobierno: “A nivel de criminalidad las cosas no han cambiado durante su gobierno, durante sus primeros 3 meses asesinaron a 8 mil 524 mexicanos; si continúan las cifras igual, el 2019 será el año más sangriento y violento de la historia de México… para que ellos (la Guardia Nacional) den resultados falta mucho tiempo, ¿Qué va a hacer a corto plazo para que no maten a tantos mexicanos y para que México no siga siendo uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo?”. El presidente rebatió las cifras que presentó el periodista y mostró datos que según él, reflejan una mejora en el panorama del país; no hubo acuerdo.

En Morelos la situación es igual de compleja, el mandatario rehúye hablar del tema, no entra al debate, ni mucho menos maneja o presenta cifras. Nadie en el gobierno estatal es capaz de sostener un diálogo con argumentos, con cifras, o con elementos que demuestren que se está dando la pelea, que no se está con los brazos cruzados ni mucho menos se es omiso ante la situación. Nada. Todo se resume a frases trilladas como “Son un chingo de delincuentes” “No tengo una varita mágica” “Nos dejaron un cochinero” “El estado no está rebasado” o “No les voy a fallar”.

Lo ocurrido el sábado en un restaurant familiar de Cuautla demuestra por enésima ocasión el tamaño del problema: fue alrededor de las 18:00 horas cuando en el restaurant "Los Estanques" asesinaron a cuatro personas, entre ellas dos niñas; once personas, mujeres, hombres y niños resultaron heridos por disparos de arma de fuego.

Según reportes de la policía un grupo de sujetos armados llegaron al lugar y comenzaron a disparar contra los clientes; en la parte trasera del restaurante quedaron los cadáveres de una pareja y el de dos niñas de 8 y 9 años. Momentos más tarde la policía localizó los cuerpos de otras dos personas asesinadas dentro de un vehículo estacionado a pocos metros de distancia del restaurante.

Luego de este ataque el Hospital General de Cuautla recibió una llamada de amenaza para que no recibieran a los heridos; el nosocomio quedó bajo resguardo policial y cancelaron los servicios de emergencia; lo mismo ocurrió en otras instituciones de la zona oriente. El ex director del Hospital General de Cuautla, Guillermo Domínguez Muñoz, resultó herido en la balacera del restaurant y falleció posteriormente como consecuencia de las lesiones.

Lo ocurrido en Cuautla no es nuevo y trágicamente no es la primera vez que pasa en Morelos; en los últimos años se han repetido los ataques armados en lugares públicos y varias veces, como en esta ocasión, hay víctimas colaterales. En fechas recientes pasó en un bar de Yautepec y un centro nocturno de Cuernavaca. Rara vez hay detenidos y casi siempre los delitos quedan impunes.

Lo del sábado en Cuautla es impactante, llama la atención y genera enfado público, pero lamentablemente no pasa de eso. El gobierno estatal ya no sabe qué hacer ante los problemas, el comisionado de seguridad brilla por su ausencia y los ciudadanos se tienen que conformar con exigir justicia en las redes sociales. Nada pasa, nada cambia, por eso las cosas se repiten.

El problema de fondo en esta historia es que a nivel federal no existe una estrategia de combate a la delincuencia ni tampoco un modelo policiaco para disminuir la inseguridad; se carece de una estrategia, no hay personal ni equipo suficiente, se desmantelaron los cuerpos de investigación e inteligencia y verdaderamente se pretende alcanzar la paz con el ejemplo del presidente. En Morelos no cantamos mal las rancheras: con 453 ejecutados en 3 meses y medio, el almirante José Antonio Ortiz Guarneros no puede presumir buenos resultados, ni el gobierno tiene justificación para sus cubrir sus fallas.

Ante esta situación el gobernador Cuauhtémoc Blanco se ha quedado sin argumentos de defensa, ya no puede seguir echando la culpa al pasado ni sostener que su administración está dando la batalla. Tanta sangre ha manchado a su gobierno y hundió su popularidad, en seis meses el futbolista pasó de ser la esperanza de miles de ciudadanos a convertirse en el gobernador 29 de 32 en el ranking nacional.

El problema de inseguridad y violencia que priva en el estado ha puesto contra la pared a las instituciones, la gente ha comenzado a tomar la justicia en propia mano y las escenas en donde los vecinos detienen y golpean a los ladrones se multiplican; en varias colonias de la capital se han colocado mantas donde se advierte a los delincuentes que si los agarran, los matan. Se acabó la paciencia.

Algo debe hacer el gobierno estatal ante esta situación, antes de que el problema se politice y el desencanto social se convierta en una avalancha que los arrastre a todos. El ejecutivo morelense no ha dado resultados todavía: no ha metido (ni meterá) a la cárcel a los corruptos, no ha podido regresar la paz al estado y no ha mostrado un plan de gobierno en ninguna de las áreas que conforman la administración estatal. Contrario a ello el gobernador está ausente, se le ve poco en actividades públicas, se ha vuelto irascible y su gabinete se dividió.

Un dato más: Los ajustes que ha hecho la actual administración a las leyes y a la forma de operar de la policía colocan al jefe del ejecutivo como responsable directo de la seguridad; a diferencia del pasado en donde antes de el gobernador había otros funcionarios legalmente responsables del tema para proteger al ejecutivo en caso de una denuncia, hoy las cosas han cambiado: Cuauhtémoc Blanco es responsable personal y en consecuencia blanco directo de quienes quieran utilizar la violencia y la inseguridad para demandar al mandatario. Con este nuevo formato legal el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo sí se puede ir a la cárcel por el problema delictivo en Morelos.

La inseguridad que vive Morelos es fuerte, la más grave de su historia; las cifras sobre violencia no tienen precedente: nunca antes tantas personas habían sido asesinadas en tan poco tiempo. La crisis es real, no es mediática ni se resuelve con manejo de medios; el conflicto es terrible, se requiere de un ajuste total en la estrategia y quizá, de un cambio en los titulares de las áreas de seguridad.

El dilema que enfrenta el mandatario es enorme, no sólo le ha arrebatado la popularidad que tenía como futbolista y pone en riesgo la gobernabilidad del estado, también abre la posibilidad de que la gente comience a pedir su salida y sus adversarios políticos aprovechen la crisis para generar inestabilidad.

Puede ser que detrás de estos problemas, como lo dijo en la semana el ex seleccionado nacional, esté la mano de grupos que quieren desestabilizar a su administración, pero aún en ese caso el gobierno ha mostrado incapacidad para actuar, para responder y para brindar seguridad a la gente.

La violencia hundió a los últimos cuatro gobernadores de Morelos y va por el quinto.

  • posdata

En el tema de seguridad Cuernavaca se cuece aparte. La capital de Morelos está convertida (y considerada) como un foco rojo en el estado y las diferencias políticas entre el gobierno municipal y el estatal agrava el problema.

Sobra decir que al alcalde y a su familia los han acusado públicamente de mantener vínculos con la delincuencia organizada y proteger grupos criminales, las denuncias se han hecho a través de diferentes medios y en dos ocasiones les han colocado narcomantas acompañadas de cuerpos sin vida (y una cabeza mutilada) de seres humanos.

La resistencia de Antonio Villalobos a firmar el convenio de colaboración policial no tiene sentido, parece el berrinche de una persona que sin preparación llegó al puesto (como el burro que tocó la flauta); muchos dicen que el Lobito no es el que manda en el municipio, no es quien toma las decisiones, ni tampoco el que puede ofrecer a la gente tranquilidad y paz social.

Cuernavaca es la capital del estado y uno de los municipios de mayor incidencia delictiva; en la ciudad se percibe miedo, se cobra derecho de piso y cada día cierran negocios o emigran familias como consecuencia directa de la falta de seguridad y de rumbo. Pintar una guarnición, limpiar una coladera, ir a eventos públicos o tomarse selfies, por cierto, no es hacer un buen gobierno.

Las diferencias políticas entre autoridades no ayudan a recobrar la paz en el estado; conflictos como el que sostiene el edil Villalobos con el gobernador Blanco lo único que logran es facilitar el actuar de los grupos delictivos y permitir que la impunidad prevalezca en todos lados.

Antes de que las cosas se compliquen más (mucho más), es urgente que los gobiernos se pongan de acuerdo, unan fuerzas y den un mismo frente de batalla.

Los problemas no se resuelven solos.

  • nota

Una buena: El congreso estatal echó abajo las primeras 24 #PensionesDoradas aprobadas por los diputados del parlamento anterior; varios de los beneficiados de este decreto son familiares, amigos o fueron colaboradores del gobierno o la legislatura pasada y muchos de ellos falsearon la información para obtener su jubilación.

Una mala: Cuentan los expertos que el procedimiento que siguieron los diputados para abrogar las #PensionesDoradas es incorrecto, por lo cual los afectados pueden recurrir y obtener un amparo para que las prestaciones no les sean suspendidas. Si esto fuese cierto, la 54 Legislatura quedaría exhibida (una vez más) y sus acciones se vendrían abajo.

Una peor: Las #JubilacionesDoradas aprobadas por la pasada legislatura no son las únicas, dice el secretario de Hacienda Alejandro Villarreal; hay muchas más que fueron aprobadas en años anteriores con documentos apócrifos otorgados por municipios como Huitzilac o Puente de Ixtla. El costo anual que representan estas jubilaciones es de más de 600 millones de pesos.

El reto de las autoridades actuales va más allá de cancelar las últimas #JubilacionesDoradas aprobadas por el congreso anterior; vista la declaración del jefe de las finanzas estatales vale la pena entrar a fondo al tema, poner un alto a los excesos y castigar la emisión y presentación de documentos falsos, lo cual por si mismo representa un delito.

¿Se atreverán?

  • post it

La división de un gabinete es lo peor que le puede suceder a un gobierno. En el de Morelos se han formado dos bandos y eso, en lugar de ayudar al gobernador, lo perjudica y afecta de manera directa la marcha de la administración.

Cuauhtémoc Blanco se ha cansado de llamar a la unidad y poner un alto al enfrentamiento, pero no le hacen caso, parece que es imposible la reconciliación.

  • redes sociales

Sin oposición partidista o política, la verdadera oposición de los gobiernos está hoy en las redes sociales.

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