Morena y Cuauh
Muchos problemas padece Morelos actualmente; la inseguridad va a la alza, la violencia parece incontrolable y la recesión económica pega a todos. Pero en lugar de hacer un frente común, los políticos se pelean.
Morena y Cuauh
El duelo está cantado y las partes han tomado su posición: Morena y Cuauhtémoc Blanco no han podido entenderse a pesar de los múltiples llamados a la unidad que ha hecho el Presidente López Obrador; por el contrario, las posturas se endurecen. El problema tiene diferentes rostros y comienza con el carácter de la presidenta nacional de ese partido Yeidckol Polevnsk: la dirigente la ha hecho personal el pleito contra el gobernador y la razón la dijo ella misma hace tiempo: “Es un malagradecido que no entregó al partido la mitad de las posiciones en el gobierno”. De ahí las cosas se han descompuesto paulatinamente para todos.
Encender las antorchas de guerra en Morelos fue sencillo para la líder del Movimiento de Regeneración Nacional, bastó con dar la orden a sus diputados a través de Miguel Lucia para marcar distancia con un mandatario que no aceptó subordinarse a ella ni cedió a los chantajes políticos del partido de la esperanza. A partir de entonces los morenistas se convirtieron en oposición al gobierno de Morelos, han puesto piedras en el camino de Cuauhtémoc Blanco y sacan provecho personal del conflicto.
Las cosas en el estado van mal en muchos aspectos, empezando por la seguridad; la ola de violencia que azota al estado desde hace varios meses ha hecho que el primer trimestre del 2019 sea en Morelos (como lo es a nivel nacional) el más sangriento de toda la historia con 475 ejecutados.
“Morelos vive el peor momento de su historia en materia de seguridad; el derramamiento de sangre es escandaloso y la forma de operar de los grupos criminales es cada vez más impune, ahora se mata hasta a niños inocentes dice el obispo de Cuernavaca Ramón Castro.
Pero aunque las diferencias políticas no son el origen del problema de seguridad, sí complican la solución; el gobierno estatal no ha podido contener el avance de los grupos delictivos ni detener la violencia que se presenta en todos los sectores y zonas de la entidad; la policía y el estado han sido rebasados por los grupos criminales porque, entre otras cosas, el ejecutivo tiene que librar dos batallas al mismo tiempo: contra los criminales y contra Morena.
Pero aunque grave, la inseguridad no es el único problema que enfrentan hoy los morelenses; negocios cierran de manera cotidiana, empleos se pierden y familias enteras emigran por falta de oportunidades. Morelos no sólo vive el momento más sangriento de su historia, también padece una recesión como nunca se había vivido en tiempos recientes.
La pugna política es sustantiva en esta historia: desde hace años los políticos han tomado a Morelos como rehén, hacen de las instituciones su campo de batalla y utilizan los problemas sociales como armas contra su enemigo. Desde la época de Jorge Carrillo Olea la inseguridad se convirtió en bandera política para atacar a los gobiernos y los gobernantes, en lugar de buscar un acercamiento con la sociedad, se distanciaron de la gente.
El problema que vive hoy el estado es enorme y tardará muchos años en resolverse; la pugna de Morena con el gobierno estatal aviva la crisis porque en lugar unir fuerzas para resolver los conflictos, se convierte en un elemento más de pugna que debilita las instituciones.
A Morena igual que al gobernador le saldrá muy caro este pleito; el distanciamiento entre el partido y el gobierno los perjudica a ambos, los hace ver mal frente a la gente y los convierte en parte del mismo problema. Sin duda alguna al gobierno le faltan resultados y necesita mejorar su actuación en diferentes rubros, pero los morenistas no lo están haciendo mejor: en el congreso se ven mal, lucen corruptos y poco eficientes; el partido está desaparecido del mapa político estatal.
La gente se está desencantando de Cuauhtémoc Blanco, pero también del Movimiento de Regeneración Nacional. A diferencia de otros lugares en donde el partido es contrapeso o equilibrio de poder, en Morelos sus representantes son negociadores económicos sin talento, sin identidad y sin congruencia.
En el pleito de Morena contra Cuauhtémoc todos pierden.
- posdata
Las marchas empezaron y el gobierno de Cuauhtémoc Blanco debe tener cuidado: Ya comenzaron a surgir movimientos sociales en contra del ejecutivo, culpándolo de varias cosas, sobre todo de la inseguridad.
Hasta ahora las manifestaciones en las calles no han sido numerosas, pero están creciendo. Unas decenas por aquí, unos cientos por allá pero poco a poco el ambiente de crispación que existe en las redes sociales comienza a mostrarse en las calles y eso puede ser muy grave si no se advierte y atiende a tiempo.
Los problemas que padece Morelos son reales, lastiman y enfadan, generan miedo y provocan inconformidad pública; poco a poco esa molestia aumenta y crece en diferentes sectores. Al gobierno le urge, además de resultados en el sector de seguridad, operación política para atender las inconformidades antes de que el enojo sea irreversible.
La de los médicos en Cuautla fue una marcha representativa aunque no tuvo tanta gente; ese gremio es unido, es importante y respetado, su enfado no es nuevo y el dolor que les causó la muerte de un colega puede ser el detonante de un problema mayor en los próximos meses.
En unas semanas más viene la marcha por la paz que organiza el obispo de Cuernavaca; en todas las ocasiones anteriores la convocatoria ha tenido eco con la gente y ha reunido a miles a caminar de blanco, en silencio, con una sola consigna: paz. En alguna de esas marchas, por cierto, participó Cuauhtémoc Blanco siendo alcalde de Cuernavaca.
La de la paz puede marcar un antes y un después en el gobierno de Cuauhtémoc Blanco en materia de manifestaciones sociales; aunque la marcha por la paz nunca ha tenido un destinatario oficial, el reclamo de la gente siempre es hacia las autoridades estatales. Y esta vez no será diferente.
El gobierno estatal debe anticiparse a los hechos y valorar si es prudente que el jefe del ejecutivo participe en la caminata.
- nota
Es interesante leer el artículo que publica la revista Proceso para dimensionar el tamaño del golpe financiero que heredó el gobierno de Graco Ramírez:
“El erario del estado de Morelos paga 200 millones de pesos al mes por las deudas que heredó el gobierno del perredista tabasqueño Luis Graco Ramírez Garrido Abreu, informó la secretaría de Hacienda de la actual administración.
Los empréstitos que dejó pendientes el anterior gobierno representan una suma superior a los cinco mil millones de pesos, además de otros 600 millones de pesos de los pasivos de los organismos descentralizados o autónomos.
A ello hay que agregarle que el gobierno de Graco Ramírez dejó de pagar en abril pasado y hasta la conclusión de su gobierno el 30 de septiembre, lo que generó mayores intereses a la actual administración estatal.
El estado de Morelos tiene un presupuesto anual aprobado de alrededor de 20 mil millones de pesos, las deudas que dejó el anterior gobierno superiores a los cinco mil millones de pesos exigen el pago mensual de 200 millones, lo que significa al menos el 1 por ciento del presupuesto total anual.
Lo peor es que según organizaciones civiles el endeudamiento del estado de Morelos no significó la construcción de obras públicas, ni siquiera la reconstrucción después del sismo del 19 de septiembre de 2017. Por ello se realizan investigaciones y se han interpuesto denuncias para deslindar responsabilidades del uso de esos recursos.”
- post it
El trimestre que corresponde de enero a marzo del 2019 ha sido el más violento en la historia de México, de acuerdo con estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
De enero a marzo de contabilizaron 8,737 homicidios dolosos en el país, lo que representa 8.9% más que en el mismo periodo de 2018, considerado el año más violento. Según las cifras del SESNSP, tan sólo en enero 2 mil 931 personas fueron asesinadas; Guanajuato se mantiene como el estado más peligroso con un total de 947 personas asesinadas.
La implementación de la Guardia Nacional y el despliegue de operativos militares para contener la violencia en algunos estados no pudo reducir la escalada de homicidios en el país, ya que durante marzo se contabilizaron 2 mil 410 homicidios dolosos, 1.39% más que febrero donde se registraron 2 mil 377 carpetas.
Baja California, Chihuahua, la Ciudad de México, Guanajuato, Edomex, SLP, Sonora, Veracruz y Morelos reportaron alzas de homicidio doloso en marzo.
La semana pasada en Veracruz un comando atacó una fiesta en Minatitlán con saldo de 14 muertos, mientras que Morelos registra ocho ataques a bares con saldo de más de 20 personas asesinadas.
De acuerdo con el Semáforo Delictivo, el año pasado se registró una cifra histórica de homicidios, la mayoría de ellos ejecuciones del crimen organizado. Según las cifras del reporte no gubernamental, en 2018 se registraron 28 mil 816 homicidios, de los cuales 80% fueron ejecuciones. Esta cifra representa un promedio de 23 homicidios por cada 100,000 habitantes, cuatro veces más elevada que el promedio mundial que es de 6.2.
Pero estos números seguramente no son ciertos, porque nuestro sabio Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene otras cifras.
- redes sociales
Siempre se ha dicho que el hombre mejor informado es el Jefe del Ejecutivo.
Tal afirmación no es casual: a los ejecutivos les fluye información de todos lados: las instituciones les reportan y algunos políticos recurren a otros medios (poco ortodoxos) para allegarse información.
Obvio: para tomar decisiones los gobernantes necesitan información confiable y por eso a sus escritorios llegan de manera permanente datos de todo tipo, de todos los sectores y a petición expresa, de ciertas personas, grupos o instituciones.
Pero el poder tiene sus bemoles y muchas veces los gobernantes se rodean de colaboradores que les filtran la información, se las ocultan o la modifican según sus intereses particulares. Esto último es más común de lo que muchos se imaginan.
Muchos gobernadores son personas bien informadas y algunas, además, tienen la habilidad para cruzar información que les proporcionan: la comparan con otras fuentes y por diferentes medios con el objetivo de volverla más confiable y certera. Los gobernadores mejor informados siempre han sido aquellos que no se conforman con lo que les dan, sino que establecen de manera directa otro tipo de canales de información y analizan los contenidos que reciben.
Desde hace años en Morelos los gobernadores dejaron de ser las personas mejor informadas del estado; Jorge Carrillo Olea era un experto en manejo de información, pero quedó envuelto en los filtros de su propio equipo; el miedo que provocó a sus colaboradores se convirtió en el mayor lastre de su gabinete: nadie se atrevía a darle malas noticias para no hacerlo enojar.
De ahí todo ha sido consecuencia: en el gabinete se volvió una práctica común maquillar la información al gobernador: le dan sólo buenas noticias para tenerlo contento y cuando es inevitable darle información contraria, la acompañan de excusas para librarlo de cualquier tipo de culpa: si pasa algo malo, nunca es culpa del él.
Los gobernantes (incluyendo al presidente) ya no son las personas mejor informadas, en todo caso son las que más información oficial tienen. La falta de veracidad en los datos que reciben, la parcialidad y la falta de análisis informativo hace que las decisiones que toman muchas veces sean erróneas.
Cosas de la vida: entre más herramientas de comunicación existen, algunas personas parecen estar más desinformadas.
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