Viene un nuevo ciclo de recortes
Si usted creía que los recortes al gasto público ya habían acabado, pues se equivocó.
El viernes pasado se anunció un nuevo ciclo de ajustes con objeto de generar ahorros, no sabemos en qué monto, pero lo que resulte será reasignado a Pemex.
La administración de López Obrador recibió un aplauso generalizado de la población cuando tomó la decisión de ajustar los salarios de la alta burocracia, así como al reducir el presupuesto y las estructuras de la administración pública.
Por años, el sector privado se había quejado de los excesos en el gasto público.
Sin embargo, igualmente, muchos advertimos respecto al riesgo de que estos ajustes podrían producir un deterioro de la calidad del servicio público y contribuir al freno económico.
Y creo que ambas cosas ya son notorias.
Hasta el mes de marzo, el gasto programable del sector público cayó en 5 por ciento real respecto al primer trimestre del año pasado.
Si se ven los totales, la reducción está lejos de ser una catástrofe. Con todo y el ajuste realizado, el gobierno de López Obrador gastó 13.4 por ciento más en términos reales que en el primer trimestre del gobierno de Peña.
El problema no es el monto general, sino rubros específicos.
Por ejemplo, la inversión pública realizada en el primer trimestre está 7.8 por ciento por abajo en términos reales respecto a la realizada en el primer trimestre del gobierno de Peña.
Hay otros rubros sensibles cuyo gasto cayó de manera notable en los primeros tres meses de este año: el asignado a la Secretaría de Salud descendió en -12.2 por ciento a tasa anual y el destinado a la SEP, en -30 por ciento en términos reales.
No se trata solo de caídas respecto a lo ejercido el año pasado, sino de reducciones en gastos que ya estaban autorizados y calendarizados.
Por ejemplo, en Salud no se ejercieron 2 mil 245 millones de pesos; en Educación, el subejercicio, perdón ‘ahorro’, fue de 14 mil 706 millones en el primer trimestre.
Para el conjunto de las dependencias de la administración central, el monto no ejercido respecto a lo que se tenía programado fue de 21 mil 765 millones de pesos.
Hay otros descensos importantes en los que no se han prendido suficientes alarmas, pero pueden tener un efecto notorio en el deterioro del servicio público, como el de la Secretaría de Economía, que cayó -79.3 por ciento; el de Turismo, que descendió en -73.5 por ciento; de Comunicaciones y Transportes, con una reducción de -65.9 por ciento.
Entiendo el esfuerzo que está realizando el gobierno para reducir el gasto corriente, pero la realidad es que también se ha recortado la inversión y en algunos rubros críticos del gasto corriente, ya ‘se les pasó la mano’.
Un funcionario me contó que en una reunión de gabinete llevaba preparada una explicación respecto a la reasignación de gasto que estaba realizando en su dependencia, aprovechando en áreas relevantes los ahorros generados por los programas de austeridad.
Sin embargo, cuando observó que el presidente López Obrador ponderaba las reducciones de gasto simples y llanas, sin más esfuerzo de reasignación racional, el funcionario en cuestión mejor se guardó su presentación.
Ahora sabemos que la consigna es: todo el dinero para Pemex.
Esperemos que no sea como tirarlo.