La irrupción de Fox en la protesta callejera contra el Presidente y el oportunismo de Calderón para que los manifestantes apoyen su organización México Libre le facilitan a López Obrador el que quizá sea el comentario principal de hoy en su mañanera: la derecha, el conservadurismo, sus adversarios, los neoliberales, los fifís, son quienes alentaron las marchas en varias ciudades.
El llamado de los repentinos chalecos verdes en las redes no tenía identificación política ni partido, pero se la dieron los ex presidentes.
El ex candidato presidencial de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, es quien mejor sintentizó el sentido de las movilizaciones con frases como "antes de que sea demasido tarde", "crece el número de mexicanos que no están dispuestos a someterse a la destrucción de las instituciones, a la degradación de la vida nacional, al colapso económico, a la autocracia, al clientelismo”, y "marchamos hoy para no tener que migrar mañana”. Pero ni él ni cualquier otro personaje de relevancia dijo nada de la estulta consigna con que se invitó a marchar: exigir la renuncia del Presidente, petición tonta por irrealizable, ya que ningún mandato popular es renunciable, y por López Obrador votaron más de 30 millones de ciudadanos (11 millones más de los que obtuvo Peña Nieto), cifra que nadie alcanzó desde la década de los 90.
Con un inusual sentido del humor, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Spriú, se botó la puntada de tuitear algo falaz, pero útil para efectos de la imagen presidencial entre sus incondicionales: Nunca pensé que todos los que están contra AMLO fueran a la marcha, pero sí..., ¡FUERON TODOS¡. De ser así, los marchantes no habrían sido los menos de 20 mil (contados los de Ciudad de México y algunas capitales estatales) de este domingo, sino los 26 millones y medio que en julio pasado votaron por los otros candidatos a la Presidencia.
De la protesta de ayer no es desdeñable la racionalidad de algunos reclamos: la decisión de retirar el apoyo económico a las estancias infantiles, la cancelación del aeropuerto en Texcoco y el arranque sin proyecto de los remiendos en Santa Lucía, el desempleo en que ha quedado alrededor de medio millón de personas, la desaparición del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y la imposición de una reforma laboral en beneficio del magisterio bravucón y peor calificado, la embestida contra instituciones autónomas como la Comisión Reguladora de Energía, los proyectos de la refinería en Dos Bocas y el tren maya, la descalificación ideológica de críticos a quienes el Presidente juzga "reaccionarios", la concentración del poder, y la desaceleración económica...
Pero ¡chin!: jubiloso, el ex senador Javier Lozano subió al ciberespacio una foto de la colosal marcha contra la inseguridad de 2004. La legitimidad de cualquier manifestación pública y libre la ensucia siempre la política.