Los tristes y lamentables sucesos de sangre registrados la mañana de ayer en pleno corazón de Cuernavaca, han puesto en evidencia la nula capacidad de prevención y procuración de la justicia. Hoy, la gente está atemorizada, con miedo, rabia y dolor de lo que se está viviendo. Por ello, ante los nulos resultados urge que haya un cambio en la estrategia de seguridad pública.
EN CUALQUIER PARTE Y EN CUALQUIER LUGAR.- Los hechos sangrientos que han transcendido las fronteras no solo del estado sino del país, con información que se ha difundido en varias partes del mundo donde dan cuenta de los asesinatos de dos personas y otras dos que resultaron heridos, es lo que más daño le ha ocasionado a Morelos, porque se publicita las cosas negativas y con este tipo de acciones, aún menos van a querer venir los turistas nacionales y extranjeros al estado, provocando afectaciones severas a los prestadores de servicios y empresarios.
Sin embargo, tampoco se puede soslayar y minimizar este tipo de hechos que se registraron en pleno corazón de la capital de Morelos, a plena luz del día y frente a la casa del poder político: Palacio de Gobierno.
Hoy, quienes vivimos en Morelos nos hemos podido dar cuenta del estado de descomposición en que se encuentra el estado. Se sabía, se había anunciado desde el momento en que el PRD perdió la gubernatura que vendrían tiempos difíciles pero nadie, ni el más pesimista, se imaginó lo que hoy en día estamos viviendo.
La situación es triste, hoy a cualquier hora del día, en cualquier lugar, no importa quien sea, las personas son asesinadas, violadas, asaltadas, secuestradas y violentadas de sus derechos humanos sin que nadie, absolutamente nadie pueda hacer algo para frenar esta ola de violencia que se ha desatado en la entidad morelense.
L o mismo puede ocurrir en un restaurante de reconocido prestigio que en una fondita de cualquier colonia popular; en un parque o centro deportivo que en el centro de la ciudad, donde la delincuencia hace de las suyas y ponga en riesgo la integridad de las personas, sin importar que sean adultos, mujeres o niños. El código no escrito que había anteriormente de no meterse con la familia, tal parece ha quedado en el olvido. Hoy se registra en cualquier parte de la entidad y eso es lo que tiene preocupada a la sociedad que anhela que regresa la paz y la tranquilidad a este hermoso estado de Morelos.
ANALIZAR EL GABINETE.- Lo único cierto es que los responsables de la prevención y la procuración de la justicia han quedado rebasados y por mucho, hoy los representantes por evitar que estos delitos sigan registrándose y que se investigue y castigue a los responsables hacen todo menos lo que les compete. Ellos son los que han dejado mal parado al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, por lo que es tiempo, justo en esta crisis de inseguridad, cuando el titular del Ejecutivo debe de analizar y verificar la situación real. Un parámetro para constatar si los resultados son positivos o negativos –son pésimos- en materia de seguridad y por tanto, debería de hacer los cambios que juzgue y considere prudente por el bien del estado y de la sociedad. Los actuales funcionarios han demostrado no poder con el paquete que no es cosa menor y por tanto, se requiere de una cirugía mayor para resolver esta grave problemática que a la sociedad nos tiene con el “Jesús en la boca”.
Hoy, el tema que está a discusión es la inseguridad. Morelos se ha convertido en un estado violento. Ya lo era desde el gobierno pasado, pero ahora se ha incrementado y es a consecuencia de todo lo que se dejó hacer en años anteriores y que como se dijo al principio, son las famosas “bombas de tiempo” que en cualquier momento iban a ocurrir en la entidad.
La sociedad votó por un cambio el pasado primero de julio y hoy lo que busca, anhela y quiere es que los resultados se puedan ver. Lo triste es que no se está haciendo nada para impedirlo y para frenar la violencia que se desató en contra de los ciudadanos morelenses.
LA UNIDAD.- Hoy, cuando la delincuencia nos alcanzó, es justo reconocer de los errores y conflictos que se han evidenciado en los últimos meses en Morelos y por ello, se requiere forzosamente de que se busquen los canales del diálogo con todos los actores sociales: Gobierno, iglesia, empresarios, comerciantes, diputados, magistrados, medios de comunicación, profesionistas y estudiantes entre otros sectores para ver la forma de cómo frenar esta escalada de violencia que tanto daño le está causando a la sociedad y a los prestadores de servicios que ven cada día, como sus ventas bajan de manera desproporcionada por situaciones de violencia que se registran en la entidad.
Hoy, se debe dejar de lado la confrontación, los egos y buscar alternativas de solución, coordinarse y pensar por el bien del estado y de la sociedad antes que de los partidos y de las personas. Urge que haya un acuerdo entre los diferentes gobiernos tanto federal, estatal y municipales para que todos en unidad y cordialidad le hagan frente a la delincuencia. Todo esto debe ser por Morelos.
Mientras que los partidos políticos, todos sin excepción, han estado “nadando de a muertito”, desde hace meses no habían aparecido prácticamente para nada y en esta ocasión, salieron a condenar los hechos, exigir justicia y pedir que no haya impunidad en los crímenes. No hacía falta ante el clamor social pero aprovecharon la coyuntura. Hoy, estos partidos deben de mantener una posición firme, enérgica y dejar de lado su oscurantismo para verdaderamente ser la voz de quienes dicen representar.
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