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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

El peor momento del estado es hoy.

Morelos, la tragedia

Las tragedias no vienen solas y lo que está ocurriendo en Morelos parece una maldición; lo que vemos hoy es la sumatoria de varias tragedias que se conjugan y han llevado a la tierra de Zapata a la peor crisis de su historia, un momento donde ninguno de los tres poderes tiene credibilidad y nadie de entre los 36 alcaldes posee liderazgo. ¿Puede hundirse más Morelos? Lamentablemente sí.

De nueva cuenta la maldición política cayó sobre nosotros; cada tres y seis años alzamos la voz y decimos ¡ya basta!, le damos la espalda a quienes anteriormente apoyamos y decidimos buscar un nuevo rumbo de la mano de un político diferente; “No nos puede ir peor que con este” se escucha decir de tiempo en tiempo. ¡Y sí! Cada vez estamos peor.

El problema se puede personalizar o ver en perspectiva; podemos hablar del desastre que hay en el estado con Cuauhtémoc Blanco o lo patética que se ve Cuernavaca con un padrote como alcalde. Lo mismo diríamos cuando observamos al congreso y sus 20 mediocres integrantes, donde no hay uno bueno, o el poder judicial en el cual la presidenta es acusada de actos de corrupción, violación a los derechos humanos y faltas graves a la constitución.

¿Y si volteamos a ver a los demás ayuntamientos? Las cosas no cambian: en casi todos los casos hay alcaldes con mínima preparación, corruptos, que se mueven por ocurrencias, relacionados con grupos criminales o simplemente pendejos con poder. De los partidos políticos ni siquiera vale la pena hablar, no existen.

Lo de Morelos es sin duda una tragedia que lamentablemente se puede poner peor. Lo que vimos a mitad de semana en pleno centro de Cuernavaca fue un hecho que llamó la atención en todo el mundo, porque es algo que nunca antes había ocurrido en México: Un sujeto baleó a líderes sindicales, ciudadanos y reporteros en plena rueda de prensa, sin importarle las decenas de cámaras que había frente a él o que lo fueran a detener. Corrió por inercia, a sabiendas de que no había manera de escapar y cuando lo atraparon fue escoltado hasta el interior del Palacio de Gobierno para ser resguardado en tanto lo llevaban a otro lugar. Ahí, dicen, le pusieron la primera madriza.

Durante su traslado de la Plazuela del Zacate al Palacio de Gobierno las preguntas surgían de todos lados ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué atacaste a la prensa? ¿Quién te mando? ¿Cuánto te pagaron? Maximiliano, el agresor, se veía desorientado y con la vista perdida, quizá por la adrenalina del momento o tal vez por los efectos de alguna droga. Nunca contestó nada, pero estaba consciente de lo que acababa de hacer.

Las declaraciones que hizo al medio día el encargado de la seguridad del estado José Antonio Ortiz Guarneros fueron desafortunadas: “Estas cosas pasan todo el tiempo a cualquier hora del día… Tan funciona la estrategia de seguridad que el agresor fue capturado unos momentos después de cometer el homicidio

¿Estas cosas pasan a cualquier hora del día? ¿Funciona la estrategia porque aseguraron al delincuente? ¿Atekai?

Por la tarde hubo una nueva rueda de prensa, esta vez con la presencia del gobernador Cuauhtémoc Blanco, el jefe de la gubernatura José Manuel Sanz, el secretario de gobierno Pablo Ojeda y el fiscal Uriel Carmona. Los funcionarios lucían desencajados, no atinaban a responder con coherencia las preguntas de los reporteros y el gobernador no se salió de su zona de confort diciendo que estaba enojado, que se necesitaba la ayuda urgente de la federación y que los políticos lucraban con la tragedia. Como se ha hecho costumbre, los reporteros sabían más del tema que los funcionarios.

Maximiliano Hernández es el nombre de un joven que apenas rebasa los 20 años de edad y disparó contra cuatro personas en el corazón de la capital de Morelos; llegó al lugar cuando Gilberto Alcalá, el secretario de desarrollo social daba una rueda de prensa y sin mediar palabra comenzó a disparar contra los presentes. Aparentemente sus objetivos eran un líder sindical y un empresario, pero en las imágenes se observa que el sujeto acciona su arma contra todos, por eso otras dos personas más, entre ellas un reportero, resultaron heridas. En su intento de huida Maximiliano disparó más de seis ocasiones, hasta que vació su pistola, que resultó ser un arma de cargo que debía estar en el cuarto de evidencias de la Fiscalía.

Lo que hizo este muchacho no es tan simple como disparar, hay alguien que le ordeno hacerlo y hacerlo de esa forma; hasta ahora ninguna autoridad se aventura a confirmar el motivo de las agresiones, pero el padre de una de las víctimas afirma que los autores intelectuales de los hechos son los líderes del Nuevo Grupo Sindical (NGS), Bulmaro y Benhur Hernández, dos personajes consentidos del ex gobernador Graco Ramírez, promotores de la candidatura de su hijo Rodrigo Gayosso, beneficiarios de la mayoría de los contratos que se otorgaron en el sexenio pasado.

Nunca en la historia del estado (y quizá del país) había ocurrido un hecho así, es la primera vez (al menos que yo recuerde) que una persona es ejecutada a plena luz del día, en una zona muy transitada y vigilada, afuera de las oficinas de un gobernador y durante una rueda de prensa. Lo ocurrido no es un hecho delictivo común, todo indica (a decir de los mismos afectados) que es consecuencia de la pugna entre dos grupos sindicales.

Lo que hay de fondo en esta historia todavía no lo sabemos. ¿Quién está detrás del asesino material y porqué se cometió esta agresión? Cualquiera con un dedo de frente sabe que era imposible huir, que el asesino iba a ser capturado y que el escándalo derivado de los hechos iba a tomar proporciones internacionales. ¿Por eso lo hicieron?

Digámoslo con todas sus letras: fue un delito de alto impacto, pero también un durísimo golpe político para el gobierno de Morelos y el Gobierno de México. Hasta el ex presidente Vicente Fox se refirió al tema y responsabilizó de la violencia en el país al presidente de México Andrés Manuel López Obrador. ¿Existe algún interés político detrás de estos hechos?

El gobierno de Morelos está viviendo un momento muy complicado: Cuauhtémoc Blanco no ha dimensionado el tamaño del problema que tiene enfrente, ni se ha puesto a pensar que lo están llevando al paredón social. Peor: en el primer círculo de poder de Morelos, no saben que no saben.

Hechos como los de este miércoles no pueden pasar desapercibidos por nadie, la balacera en Cuernavaca tiene que ser un parteaguas que obligue a las autoridades (todas) a dar un giro en la estrategia de seguridad en Morelos. Lo ocurrido exige una respuesta fuerte y efectiva del gobierno.

Sí no hay cambios notorios después de lo que pasó en Cuernavaca, sí los gobernantes (todos) no se dan cuenta que la sociedad ya llegó a su límite, la siguiente petición social será la renuncia de Cuauhtémoc Blanco.

  • posdata

El gobernador está enojado; furioso, dice, por los hechos ocurridos en el centro de Cuernavaca donde dos líderes sindicales fueron baleados, dos personas más resultaron heridas y cientos de ciudadanos presenciaron un hecho más de violencia en la ciudad de la eterna primavera. Igual que el mandatario, miles de morelenses están enojados por lo que está pasando en el estado.

Personalmente espero que cuando al ex seleccionado nacional se le pase el enfado, asuma su responsabilidad como gobernador y cumpla su promesa de recuperar la paz en Morelos. Lo deseo de corazón, sin jiribilla y con la esperanza de que pronto las cosas mejoren para todos, incluyéndolo a él.

Tiene razón Cuauhtémoc Blanco cuando dice que el cochinero que le dejaron no se puede arreglar de la noche a la mañana, que el clima de violencia e inseguridad que vivimos actualmente se ha cocinado desde hace al menos una década; el problema es que cada día estamos peor.

El jefe del ejecutivo dice que es urgente que el gobierno federal nos ayude, que sin la Guardia Nacional Morelos no podrá enfrentar a la delincuencia; lo dicho es un grito de auxilio que reconoce que la fuerza de los grupos delictivos que operan en la entidad supera la capacidad del estado. Triste, pero cierto.

Ojalá la federación escuche la petición del gobernador de Morelos, ojalá le haga caso, porque igual que Morelos está prácticamente todo el país, empezando por la capital de la república.

Cuauhtémoc Blanco prometió en campaña que brindaría seguridad a los morelenses y Andrés Manuel López Obrador se fijó a si mismo un plazo de seis meses para disminuir los niveles de violencia en México.

¿Cómo para cuándo podremos ver que las cosas mejoren?

  • nota

Luego de conocerse los hechos violentos ocurridos en el centro de Cuernavaca, la senadora Lucía Meza se pronunció desde el Senado de la República; la cuautlense se refirió a la oleada de violencia que azota la entidad y la espiral de inseguridad que golpea a los morelenses.

Lucía condenó la agresión en contra de ciudadanos, líderes sindicales y reporteros, y exigió a los encargados de la seguridad, particularmente al Fiscal Uriel Carmona, que actúe con mayor eficiencia contra los grupos delictivos y esclarezca lo ocurrido a unos metros de la oficina del gobernador Cuauhtémoc Blanco. “Que den resultados o que presenten su renuncia” dijo la senadora refiriéndose a Carmona y a Guarneros.

Las expresiones de Meza Guzmán no son distintas a las que expresaría en este momento cualquier ciudadano morelense y (en el caso del Fiscal) son muy parecidas a los que en distintas ocasiones ha dicho el gobernador y varios de sus funcionarios. Uriel Carmona Gándara es una pieza de Graco Ramírez y se ha encargado de proteger los intereses del ex gobernador; no es la primera vez que la senadora morenista exige al Fiscal que deje de lado sus intereses personales y actúe con la imparcialidad y compromiso que le demanda su cargo.

Por la noche en rueda de prensa el gobernador Cuauhtémoc Blanco se refirió a las expresiones de la senadora y se le fue encima: la llamó graquista, la acusó de utilizar la desgracia para promocionar su figura y la destapó como una aspirante a la gubernatura de Morelos. El enojo del gobernador al hablar de Lucía Meza era evidente y dijo que la petición de que renuncie al cargo era absurda y perversa.

Pero Lucía Meza nunca solicitó la renuncia del gobernador.

¿Quién le dijo a Cuauhtémoc Blanco que la senadora había pedido su cabeza? ¿Por qué nadie le explicó al futbolista que las declaraciones que hizo la morenista iban en el mismo sentido de su discurso, al insistir en el cambio urgente en la Fiscalía? ¿Quién gana haciendo pelear al gobernador?

Este tipo de situaciones no son errores humanos, son actos de perversidad que a quien más dañan son al gobernador y a su administración. Salvo que ocurra una desgracia, Lucía Meza será senadora por seis años, es muy pronto para hablar de la candidatura a la gubernatura del 2024 y es más que obvio que pase lo que pase, cuando llegue el momento de designar al candidato de Morena, nadie tomará en cuenta al gobernador saliente. ¿Para qué pelearse entonces?

Hay muchos frentes abiertos contra el gobierno estatal como para seguir abriendo más. Cuauhtémoc Blanco necesita de todos los aliados posibles y los morelenses queremos un gobernador fuerte que pueda dar la batalla a la inseguridad.

Hacer pelear al jefe el ejecutivo es una acción perversa y dañina para el estado.

  • post it

Lo dijo el fiscal Uriel Carmona: la pistola utilizada por el homicida de los líderes sindicales es un arma de cargo que desde el 2017 estaba en el cuarto de evidencias de la Fiscalía General de Morelos.

¿Cómo llegó a las manos del asesino?

Uriel Carmona tiene mucho que explicar.

  • redes sociales

Cuernavaca se ha convertido en uno de los municipios más inseguros del estado y es el único que no ha firmado el Mando Coordinado de Policía; una cosa va unida a la otra. ¿Y si en lugar de andar viajando al extranjero con cargo al erario y padroteando el puesto, Antonio Villalobos se pusiera a cumplir con sus obligaciones como Presidente Municipal? Para eso lo eligieron.

Cierto, a él nadie lo eligió. Llegó de rebote.

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