Incognitapro

SERPIENTES Y ESCALERAS

Reacción en cadena

 
 

Cuauhtémoc Blanco enfrenta varias crisis: sociales, económicas y políticas. La lucha del ex seleccionado es también un duelo de poder.

Reacción en cadena

Cuando el gobierno estatal aceleró los procesos contra ex funcionarios del gobierno anterior, la inseguridad aumentó. Como si se tratara de una lucha de poder que rebasa lo político, en el momento que la administración de Cuauhtémoc Blanco subió el tono contra sus antecesores y las autoridades judiciales comenzaron a vincular a proceso a los imputados, el ambiente se descompuso. Puede ser casualidad, pero en el momento que los graquistas se dieron cuenta que las denuncias tenían consistencia, la violencia se recrudeció. ¿Casualidad?

Ya son varios los imputados por actos de corrupción en más de 30 expedientes que el ejecutivo estatal ha presentado contra ex funcionarios estatales por presuntos hechos fuera de la ley. Lo que al principio parecía una actuación mecánica sólo para guardar las apariencias, comienza a verse como un proceso sólido que ha generado preocupación en los señalados y obliga a varios otrora poderosos personajes de la administración estatal, como la ex secretaria de cultura, a acudir personalmente a los tribunales para defenderse y evitar sanciones.

Insisto, puede ser casualidad, pero justo cuando las autoridades vincularon a proceso a los acusados por actos de corrupción, el panorama cambió en el estado. Después de que el gobierno estatal metió el acelerador en los juicios contra el ex comisionado Alberto Capella, ocurrieron una serie de eventos desafortunados en materia de seguridad que llevaron al ejecutivo morelense a un plano de crisis de violencia que se combinó con los profundos problemas que arrastra la entidad desde hace varios meses.

No digo con esto que lo que vivimos los morelenses hoy en día sea sólo un caos mediático provocado o de percepción, de ninguna manera. Los problemas de inseguridad y violencia que hay en el estado son reales, tienen que ver con historias pasadas, pero también con actuaciones presentes, es un conflicto real muy profundo que ahora se está llevando a un debate mediático con implicaciones de todo tipo.

Lo pongo de esta manera: la estrategia del gobierno estatal en materia de combate al delito no está dando resultados; no los da porque, dicho por el propio gobernador, el estado no tiene la fuerza para enfrentar a la delincuencia organizada que opera en la entidad, por eso el urgente llamado a la federación para que nos rescate, para que mande fuerzas federales que coadyuven a pacificar Morelos. Pero legalmente, constitucionalmente, la responsabilidad de la seguridad en el estado es del gobernador.

En paralelo hay otros elementos más que contribuyen a la descomposición de las cosas: Empecemos por la actitud de un gobernador que no acaba de entender el rol que tiene, que no quiere tomar el mando del gobierno y prefiere ceder la responsabilidad en la toma de decisiones a su manager. Puede ser que otros integrantes del gabinete sean más capaces o experimentados que Cuauhtémoc Blanco en el manejo de crisis, pero en ningún escenario el mandatario puede desentenderse ni legal ni políticamente de la tarea que le concedió el pueblo a través del voto. Con su ausencia comienzan los problemas.

El ex seleccionado nacional enfrenta un momento muy complicado en su joven administración, estamos frente al periodo más oscuro del estado, un tiempo en el que todo pasa y diversas crisis se combinan. Cuauhtémoc Blanco tiene que cambiar de actitud, necesita asumir personalmente el manejo de la situación, entender que su ausencia genera vacíos de poder y que su presencia en el estado no debe ser solamente física; la gente debe sentirlo cerca, actuando como gobernador y no sólo apareciendo en momentos de coyuntura. La actitud del mandatario debe ser diferente y es urgente que deje de pelearse con todos.

La semana pasada fue muy difícil para los morelenses, vivimos dos momentos violentos que nos mostraron las condiciones de inseguridad en las que estamos y nuevamente nos hicieron dudar de nuestras instituciones. La balacera en el centro de Cuernavaca y la emboscada en Puente de Ixtla contra trabajadores de un penal federal fueron golpes directos al corazón del estado, a la confianza de la gente y a la credibilidad del gobierno. No fueron hechos violentos como otros tantos que han ocurrido en los últimos meses, fueron acciones planeadas con espectacularidad para llamar la atención nacional y exhibir a las autoridades; lo lograron.

Pero hay otros aspectos que vale la pena observar en el momento actual: Cuauhtémoc Blanco y José Manuel Sanz son personajes profundamente desconfiados. Los desencuentros que han tenido con quienes en algún momento estuvieron cerca de ellos provocaron que su actitud hacia los morelenses cambiara (o se radicalizara); para ellos todos son traidores en potencia, cualquiera es capaz de engañarlos y ninguno es digno de obtener su amistad. Como consecuencia andan solos, son recelosos y casi no tienen relación con gente del estado.

Esta desconfianza ha tenido consecuencias: hoy el jefe del ejecutivo de Morelos está distanciado de los otros dos poderes, se ha enfrentado personalmente con la dirigente nacional de Morena y varios integrantes importantes del primer círculo del presidente Andrés Manuel López Obrador; localmente las cosas no son disatintas: no hay interlocución con la clase política, ni con los líderes sociales, ni con los medios de comunicación, ni con los presidentes municipales. Por ese distanciamiento con todos, producto de la desconfianza, Cuauhtémoc Blanco tiene que enfrentar solo los problemas.

La crisis que vive Morelos es evidente y quizá (de alguna manera) provocada. La batalla del ejecutivo estatal no es solo contra los problemas añejos de la entidad, como la inseguridad y la pobreza que heredó el graquismo, también hay una lucha de poder contra todos los políticos que fueron desplazados en la elección anterior y aquellos que hoy son perseguidos por la justicia. Estos últimos, cuentan, han contratado despachos nacionales de manejo de imagen para magnificar los problemas que hay en Morelos y exhibir al gobernador.

Cuauhtémoc Blanco afronta un monstruo de mil cabezas, lucha contra problemas sociales y también contra actores de poder, tiene delante a grupos criminales que operan a plena luz del día y cárteles políticos que actúan desde la clandestinidad. Los problemas de violencia que tiene Morelos son reales y son muy graves, pero además de ello existe patrocinio político para que los asuntos cobren relevancia y le exploten en la cara  del ejecutivo local.

Una pelea como la que libra hoy Cuauhtémoc Blanco es imposible ganarla sola y sin estructura; nunca veremos un final feliz para un gobierno cuyo titular está ausente y no confía en nadie, que cada día multiplica sus enemigos y desde el principio considera traidores a todos, pero paradójicamente tiene cerca de figuras que lo envenenan, que le cuentan chismes y lo hacen pelear; esos son los verdaderos traidores. Gobernar no es una tarea individual ni tampoco de incondicionales, la administración pública exige tolerancia, carácter, inclusión y respeto de la gente hacia las instituciones, pero sobre todo de las instituciones hacia la gente.

Frente al gravísimo problema que enfrenta el gobierno es indispensable que su titular asuma la responsabilidad en la toma de decisiones, que escuche más allá de lo que le gusta oír y confíe en más de tres personas.

Muy temprano en su administración Cuauhtémoc Blanco está viviendo una crisis que lo puede marcar de forma permanente. El problema que tiene enfrente el futbolista no es sólo delictivo, también es político y de credibilidad hacia él.

El primer paso para que el mandatario remonte la situación que enfrenta es entender en toda su dimensión el problema que tiene. Cuauhtémoc Blanco es el gobernador y no puede ceder esa responsabilidad a nadie, ni tampoco puede gobernar el estado solo.

Para que las cosas cambien, el primer cambio debe ser la actitud del gobernador.

  • posdata

El jueves pasado, luego de los hechos violentos suscitados en la capital de Morelos, el presidente de México Andrés Manuel López Obrador dijo en su conferencia de prensa mañanera que al agresor le habían pagado 5 mil pesos por cometer el crimen.

“Lamentable, muy lamentable. El que asesina a un joven por una cantidad, si son ciertas las versiones, de muy poco, cinco mil pesos, fíjense a lo que llegamos por abandonar a los jóvenes”, afirmó el ejecutivo federal al tiempo de referir que en ese momento aún no había hablado con el gobernador Cuauhtémoc Blanco.

Pero en entrevista con Azucena Aresti en Grupo Fórmula el fiscal de Morelos Uriel Carmona desmintió esa versión: “No lo tenemos corroborado, tenemos ese dato que ha trabajado la policía, pero no está corroborado jurídicamente, no tenemos declaraciones que corroboren esa afirmación; no descartamos esa posibilidad, pero de manera objetiva todavía no lo tenemos confirmado para hacer una aseveración seria”

Así se hacen los chismes.

  • nota

Acuso recibo de la copia de una denuncia presentada ante diversas instancias por actos de corrupción cometidos en la Secretaría de Desarrollo Sustentable, por su titular Constantino Maldonado Krinis.

Según relata (y documenta) Miguel Ángel Méndez, el titular de la SDS ha ingresado a la nómina de la dependencia a personas que no acuden a la oficina (aviadores) y pone como ejemplo el caso de Ismael Gómez, dado de alta como trabajador en el gobierno estatal, pero asignado a un domicilio particular como chofer de la esposa del secretario.

La denuncia hecha por el ciudadano no es al aire, se acompaña de documentos oficiales obtenidos a través de una solicitud de información pública, como los registros de entrada y salida del personal de la dependencia, donde consta que el imputado nunca se ha presentado a trabajar a la oficina. En la documentación que proporciona Miguel Ángel Méndez se encuentra una denuncia administrativa por los delitos de ejercicio ilícito del servicio público y abuso de autoridad, presentada en la Secretaría de la Contraloría del Estado de Morelos con fecha 30 de abril del año en curso.

El tema puede no ser tan llamativo frente a los muchos problemas que vive hoy Morelos, pero sin duda refleja que algunos funcionarios del gobierno estatal no han entendido el cambio que la ciudadanía exigió en las pasadas elecciones. Lo de Constantino Maldonado podría ser visto por algunos como una falta menor, pero contradice el discurso de honestidad de Cuauhtémoc Blanco y Andrés Manuel López Obrador.

Detalles como este son manchas que se añaden al tigre estatal y merman poco a poco la confianza del pueblo en sus autoridades. El sustento que ha dado el ciudadano a su demanda es suficiente para que la Contraloría actúe en consecuencia y sancione a los involucrados; si eso ocurriera, el gobierno estatal mostraría que en verdad quiere cambiar y hacer las cosas diferentes.

Hoy los ciudadanos observan a detalle el actuar de las autoridades y saben utilizar las herramientas legales que existen para obtener información. La acusación que hace Miguel Ángel Méndez no debe verse como un ataque hacia el gobierno, sino como un llamado de alerta ante una falta que comete un secretario y que podría repetirse en otras instancias más de gobierno.

Lo que menos necesitan hoy las autoridades son problemas domésticos que descompongan más el ambiente social. Si Constantino Maldonado Krinis quiere que su mujer tenga un chofer, que lo pague de su bolsa.

  • post it

Insisto: lo que menos necesita el estado (y el gobernador) es multiplicar sus enemigos. La lucha contra la inseguridad y la violencia demandan la suma de voluntades, sobre todo ahora que el ejecutivo local ha reconocido que Morelos no puede enfrentar solo a la delincuencia.

Cuauhtémoc Blanco es un hombre desconfiado por naturaleza, inexperto en política y desconocedor de los actores y los pasillos de poder. Quizá por eso se ha dejado influenciar por personajes que constantemente lo llevan a escenarios de conflicto y lo hacen pelear con todos, sin pensar que eso lo hunde más en crisis.

Fidel Giménez y Jorge Argüelles son tipos virulentos que enlodan al gobierno estatal, provocan enfrentamientos innecesarios y avivan los rencores en contra del gobernador. Son políticos pendencieros que sustituyen su falta de habilidad y conocimiento con agresividad, como si el ejercicio de poder fuera una lucha o un pleito callejero.

Cuauhtémoc Blanco ya tiene suficientes enemigos enfrente como para andar buscando más cada día. El ejecutivo necesita más de los consejos y la prudencia de su secretario de gobierno y de su hermano, que de la irracionalidad de aquellos que pretenden ganarse su confianza con chismes.

Prudencia es hoy más que nunca el nombre del juego.

  • redes sociales

En política un tuit puede no ayudar mucho, pero a veces causa muchos problemas.

Comentarios para una optimista:

eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco

Facebook: Eolopachecomx

Instagram: eolopachecomx

Ámbito: 
Local