Ganso-economía
El presidente AMLO repite que está implementando un nuevo modelo económico. Acierta en diagnosticar el fracaso del neoliberalismo mexicano, pero no deja claras cuáles son las reglas y postulados que sostienen su propio modelo, al que, a falta de mejor nombre, podemos apodar ganso-economía.
Lo de ganso tiene que ver con que cada vez que lanza una política pública que parece chocar contra las reglas del mercado, la lógica del pensamiento económico e incluso las recomendaciones de su equipo, la acompaña de la frase: “me canso ganso”. Así, dobla la apuesta a quienes lo cuestionan, se autodefine necio en demostrar su teoría, jura que las cosas van a salir como él promete.
El presidente López Obrador esculpe sobre la marcha su modelo. Algunos de sus mandamientos empiezan a quedar claros:
1. La eficiencia está sobrevalorada. El gobierno apuesta a que sus inversiones generen polos de desarrollo. El objetivo es crear un montón de empleos. Si una refinería puede funcionar con 500 trabajadores, mejor que se haga con cien mil. La rentabilidad no es la prioridad. Queda por resolver quién pagará la ineficiencia deliberada: ¿el actual gobierno en su recta final o de plano el próximo?
2. Autosuficiencia más que competitividad. Lo eficiente es producir menos maíz y más aguacate, pero como “sin maíz no hay país”, pues ni hablar. Al aguacate le hizo falta profundidad histórica y una frase pegadora. Otra: lo eficiente es dedicarnos al gas y no a la gasolina, pero al nuevo gobierno le parece una contradicción ser país petrolero e importar gasolinas. El presidente dice que es como si fuéramos productores de naranja pero compráramos jugo de naranja. En sus visitas a los 2,500 municipios del país quizá no reparó en que los agricultores de naranjas no suelen vender jugos y los jugueros no suelen tener en el patio de sus casas árboles frutales.
3. El desarrollismo por encima de la sustentabilidad. La refinería de Dos Bocas puede generar un ecocidio en el Golfo de México. Súmele que la termoeléctrica contamina, el tren maya tumba pedazos de selva y el tren transístmico parte en dos al país por la sierra. En la ganso-economía, el concepto de progreso es a la antigüita: sin fijarse en la naturaleza.
4. Combatir la corrupción mejora las finanzas públicas y genera crecimiento económico. Indudablemente. La pregunta es qué tanto. Hasta ahora, las estimaciones de la ganso-economía sobre el dinero presupuestal que tendrían disponible por el proclamado fin de la corrupción no ha sido cuantificado. Hasta ahora, la vigilancia indispensable para evadir la corrupción ha frenado la actividad económica. Habrá que darle tiempo.
5. Más Estado y menos mercado. Es verdad que un gran número de empresas privadas se han despachado con la cuchara grande. En el nuevo gobierno hay una enorme desconfianza a que las ganancias queden en manos de inversionistas privados. Interpretan que ese dinero tendría que estar en manos del gobierno para, idealmente, beneficiar a los mexicanos.
6. La gente no responde a incentivos personales, sino que se contagia del ejemplo del gobierno y apuesta por el bien colectivo por encima del bien individual. Y así, como supone que el gobierno se porta bien, todo mundo se portará bien. Es un cambio de paradigma que hasta ahora no ha funcionado. ¿Funcionará?
La ganso-economía no se implementará de la noche a la mañana. Se trata de un modelo cuyo experimento se ejecuta en 125 millones de ciudadanos que habitamos en la decimotercera economía más relevante del mundo.