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SERPIENTES Y ESCALERAS

¿A quién conviene la violencia?

15/may/2019
 

Los niveles de inseguridad que se viven en Morelos no tienen antecedente. ¿La violencia es orgánica o patrocinada?

¿A quién conviene la violencia?

Los primeros siete meses de gobierno de Cuauhtémoc Blanco en Morelos han estado marcados por la sangre; su gestión ha iniciado como ninguna otra: con problemas que se multiplican, violencia no da tregua y ataques sistemáticos en contra del titular del ejecutivo. En 134 días del 2019 se han cometido muchos delitos de alto impacto, van 557 muertes violentas, lo que representa un promedio de 4 ejecutados al día. La que vivimos es la etapa más sangrienta en la historia del estado, el peor momento, días aciagos. Pero hay una pregunta que vale la pena hacernos ¿La ola delictiva es circunstancial, es heredada, es por ineptitud, hay alguien interesado en desestabilizar al gobierno o es la suma de todo?

Mucho se ha escrito sobre la falta de pericia de la actual administración para enfrentar a los grupos delictivos que pelean a sangre y fuego por la plaza; son cinco cárteles delictivos según las propias autoridades, que rivalizan por el territorio y utilizan diferentes métodos, todos violentos, para lograr más presencia en un estado que forma parte importante del corredor del narcotráfico que va desde Acapulco hasta la Ciudad de México.

A nadie queda duda que el problema es mayor y que la estrategia de seguridad no ha dado resultados favorables; el propio Cuauhtémoc Blanco ha reconocido públicamente que el gobierno estatal no tiene la fuerza suficiente para enfrentar a los criminales, por eso es urgente que la federación mande más elementos de apoyo, encabezados por la Guardia Nacional.

En estos primeros siete meses, como lo reseñó hace unas semanas con puntualidad el ex comisionado de seguridad Alberto Capella en un programa de radio nacional, el gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo ha sufrido más incidentes violentos de alto impacto que los que enfrentó él en los casi 5 años que fue encargado de la seguridad en el estado. Hablamos de secuestros, ejecuciones, robos, balaceras y ahora el asesinato público de dos líderes sindicales.

Son muchas cosas las que están pasando en Morelos, entre ellos hechos delictivos que se repiten y marcan un patrón, como las ejecuciones cometidas por sujetos a bordo de motocicletas, los robos perpetrados por comandos perfectamente organizados y ataques violentos en lugares públicos que no sólo cobran vidas, también tienen espectacularidad y una enorme repercusión pública local y nacional.

No tengo duda, como no la tienen miles de ciudadanos morelenses, que en Morelos conviven una delincuencia perfectamente organizada y un gobierno totalmente desorganizado; es evidente que la lucha por el territorio es a sangre y fuego y que la batalla es desigual, porque frente a los grupos criminales hay una policía sumamente limitada en armamento, capacitación y número de elementos.

Otro aspecto que mucho se ha comentado sobre el mismo tema es la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno y los tres poderes del estado, la ausencia de una estrategia efectiva y el nulo compromiso de las autoridades municipales, producto de la falta de liderazgo político y del hecho que el estado arrebató a los alcaldes el manejo de las policías, con las implicaciones legales, sociales y económicas que ello trae consigo.

Todo lo anterior se puede resumir de manera simple: el estado (en los tres niveles) es incapaz de enfrentar a la delincuencia, las autoridades están rebasadas y la estrategia es fallida. ¿Pero y si hay algo más?

Detengámonos a pensar sólo por un momento cómo han sido las cosas desde que el ex seleccionado nacional tomó las riendas del estado; olvidemos por un instante la personalidad del futbolista, su falta de experiencia y sus constantes ausencias. Recapitulemos cuál ha sido su mensaje de campaña, qué sí ha hecho en estos meses y cuál es el único punto de su discurso que no ha variado: cárcel a Graco.

Recordemos también la personalidad y estilo de hacer política del ex gobernador perredista y lo que unas semanas antes de dejar el cargo confió a uno de sus amigos, un ex secretario que también era legislador: “Tengo el dinero y los recursos suficientes para desestabilizar el estado; se actuar como borracho y también como cantinero. No le va a ser fácil (a Cuauhtémoc Blanco) meterse con nosotros”. Esa misma frase, en otros términos, se la dijo Graco Ramírez a periodistas en la última reunión en la residencia que tuvo con el gremio antes de dejar el cargo.

Sin restar importancia a la incapacidad manifiesta de las autoridades actuales, habría que poner atención en la manera como se ha ido descomponiendo el ambiente en la entidad en los últimos meses. Hechos violentos que se repiten en la forma, acciones criminales cometidas con espectacularidad y un señalamiento notorio, puntual y repetitivo de los problemas en medios nacionales. ¿Casualidad?

Cuando el gobierno estatal aceleró las denuncias contra los ex funcionarios, se incrementaron también los niveles de violencia en la entidad; cada vez que el gobierno denunciaba a un ex colaborador de Graco Ramírez, ocurría un acto delictivo. Dicho sea de paso: conforme más cercano al tabasqueño era el denunciado, más fuerte era el delito que se cometía. Hagan memoria.

Pareciera que en Morelos estamos viviendo un momento crítico no sólo por la presencia de grupos criminales y su batalla por el control de la plaza; puede ser que en medio de esta crisis de violencia este presente una lucha de poder entre actores políticos que han tomado al estado como espacio para combatir y a los ciudadanos como carne de cañón.

Personalmente no tengo duda que el problema de violencia e inseguridad que padece Morelos es consecuencia de años de degradación de la autoridad y un deterioro paulatino de las instituciones, de la lucha entre grupos delictivos y una estrategia de seguridad errónea y disfuncional. Pero también observo que en medio del caos podría estar el interés de algunos políticos para aprovechar el desbarajuste, evitar el brazo de la justicia e incendiar la entidad para obtener impunidad.

Me pregunto y me contesto ¿Graco sería capaz de algo así? ¡Si!

  • posdata

Cuentan los que saben: algunas de las denuncias que ha interpuesto el gobierno estatal contra ex funcionarios por el desvío de recursos públicos van avanzando, porque los hechos y las pruebas son contundentes. En el caso de los conciertos, por ejemplo, la empresa Magnos (donde se presume la participación de José Domingo Ramírez Garrido, hijo de Graco y Elena) cobró al Gobierno de Morelos 12.5 millones de pesos por la presentación de Emanuel y Mijares, pero su representante ha confirmado que a ellos sólo les pagaron 1.5 millones.

Hay otro tema en donde se tomaron recursos de los trabajadores por alrededor de 90 millones de pesos de 8 quincenas del año 2017; el dinero se transfirió a un fideicomiso creado con Actinver y de ahí se mandó a una empresa fantasma. El operador de ese negocio “tomaba” el 30% del ISR de los trabajadores y NO lo ingresaba al SAT, lo cual además de un desvío de recursos y un robo a los empleados, representa un fraude fiscal. El personaje que está detrás de este negocio, por cierto, aparece en otras historias de horror en la Secretaría de Salud que se han documentado y traducido en denuncias.

Las denuncias por actos de corrupción han dejado de causar gracia a los graquistas; lo que al principio fue motivo de risa y burla porque confiaban en la obediencia ciega de los fiscales, ahora se ha vuelto motivo de preocupación y contratación de grandes despachos jurídicos. Algunos ex funcionarios ya fueron vinculados a proceso y otros acuden personalmente a los tribunales a defenderse.

La actuación contra los corruptos es la única arma que le queda a la mano Cuauhtémoc Blanco para evitar el tempranero hundimiento de su gobierno. La confianza que ha perdido en los últimos meses sólo puede ser atenuada por un golpe certero a quienes abusaron del poder, robaron al estado y hundieron a Morelos en la peor crisis de su historia.

En este punto, por cierto, no basta vincular a proceso a funcionarios de tercer nivel, se necesita una actuación contundente contra el círculo cercano al gobernador, su familia, quienes les ayudaron a hacer negocios, quienes les lavaron el dinero y los que hicieron de la tragedia estatal un negocio personal.

O es ahí o no sirve de nada.

  • nota

Poco a poco Lucía Meza va ganando terreno en la política nacional; experta en el manejo político, la cuautlense se coló en la burbuja del senado y se ha convertido en una de las piezas clave del equipo de Ricardo Monreal.

Lucía no es gente de Yeidckol Polevnsky, aunque no tiene mala relación con ella; forma parte del bloque disidente de Morena que encabeza Monreal y al que en algún tiempo trató de desintegrar Martí Batres. Por su perfil, su ubicación política y el rol que juega, la senadora debía ser aliada del gobernador Cuauhtémoc Blanco, pero algunos allegados al futbolista se han encargado de estigmatizarla. El otro senador por Morelos es Radamés Salazar, hermano de Rabín, ambos cercanos a la dirigente nacional obradorista.

El tiempo y las circunstancias son favorables para Lucía Meza; si no descuida su trabajo político en el estado, si se mantiene vigente en su región y amplía su presencia en otras zonas, lo demás será consecuencia. Pase lo que pase ella es senadora de la república por seis años y desde ahí sus posibilidades políticas y electorales son amplias. Hasta por cuestiones de género lleva las de ganar.

  • post it

La crisis de seguridad y los altísimos niveles de violencia que se viven actualmente en Morelos no benefician a casi nadie: ni al gobierno, a quien se le acusa de incapaz, ni a las policías a las que consideran cómplices, ni a los políticos que pierden confianza, ni a la sociedad, quien paga con sangre y calidad de vida este tipo de situaciones.

Pregunta inocente ¿A quién sí beneficia?

  • redes sociales

Las especulaciones políticas están a la orden del día. Así lo publica Alejandro Aguirre en el portal de Carlos Loret de Mola:

“De acuerdo a fuentes muy bien ubicadas en Palacio Nacional, el Presidente aceptó ya una salida decorosa para el Gobernador de Veracruz apenas cumpla dos años en el cargo, pues de efectuarla antes, habría elecciones extraordinarias en el estado, y en este momento, Morena podría perder Veracruz, cortesía del trabajo efectuado por Cuitláhuac García.

Los resultados en Veracruz no son los que AMLO esperaba a estas alturas del 2019. Un grupo comandado por Alfonso Romo, titular de la Oficina de la Presidencia, entregó al Presidente un documento que muestra, de manera pormenorizada, la calificación que los ciudadanos asignan a cada gobernante en el País. Los dividendos no son halagüeños para varios.

Me confirman que el peor evaluado de los gobernantes emanados de Morena es Cuitláhuac García. Le sigue el de Chiapas. De hecho, Cuauhtémoc Blanco está sólo un poco mejor calificado que el mandatario de Veracruz, pero al ex futbolista no se le considera “morenista puro”, sino aliancista.

La decepción por el trabajo de Cuitláhuac García en el primer círculo de López Obrador es tanta, que ya tienen incluso un par de nombres para sustituirlo, uno actualmente en la Cámara de Diputados Federales, y el otro, en la de Senadores.

El Gobernador de Veracruz, en caso de ser relevado, será incluido en la Secretaría del Bienestar, mientras que el Diputado Rafael Hernández Villalpando, y el Senador Ricardo Ahued Bardahuil, recibirán una invitación para hacerse cargo de Veracruz.

La propuesta en el escritorio de López Obrador es que el diputado tome la Secretaría de Gobierno, mientras que el ex alcalde de Xalapa (y actual Senador), sea quien lleve los destinos de Veracruz, coordinado con la Oficina de Alfonso Romo.

Cualquier idea de quitar al titular de Seguridad Pública en Veracruz ha sido olvidada. La instrucción es que, si Cuitláhuac García sigue cometiendo errores (lo cual es bastante probable), se proceda a generar los cambios para removerlo del Gobierno, apenas cumpla dos años con un día. Hay prisa en el tema.”

Comentarios para una columna sonriente:

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