Aranceles o mil migrantes al día
El asunto es de números. Cuando vino a cenar con el presidente López Obrador, el súper asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, trajo el claro mensaje de que México debía endurecer su política migratoria para que no llegaran tantos centroamericanos a territorio de Estados Unidos.
La expectativa estadounidense, me dicen fuentes diplomáticas de ese país, es que se diera una reducción dramática de los aproximadamente 4 mil 500 migrantes diarios que le caen al gobierno de Trump. México lo bajó a cosa de 3 mil 500 personas. No fue suficiente para el vecino del norte. Y entonces vino el contraataque de Donald Trump: aranceles a todo lo que exporte México.
El anuncio tomó por sorpresa a México. Como Trump había adelantado públicamente la mañana del jueves que estaría haciendo una muy relevante declaración sobre la frontera, el gobierno de México se preocupó de que fuera a anunciar el cierre de ésta. Horas antes de la amenaza de los aranceles, funcionarios estadounidenses dieron garantías a sus pares mexicanos de que no se trataría de un cierre. Pero resultó peor: de aplicarse, los aranceles acarrearían contundentes consecuencias contra las economías de ambos países, pero más contra la mexicana.
En contestación, el presidente López Obrador en una carta que a mí me pareció bellísima y que generó un respaldo público generalizado en México, llevó las cosas al terreno personal –no soy un cobarde– y al hacerlo, endureció el tono con respecto a la manera en que el ex mandatario Peña Nieto había llevado la relación (y le había funcionado bastante bien, al grado que fue inicialmente copiada por el presidente AMLO, consciente de que no comprarle los pleitos a Trump había permitido, entre otras cosas, estabilizar el tipo de cambio, volverlo inmune a las locuras del jefe de la Casa Blanca y renegociar el TLC).
El dilema es bastante claro, lo cual no quiere decir que sea sencillo de resolver: México tiene que endurecer su frontera para que menos migrantes lleguen a Estados Unidos. Mil menos al día no bastan. Termina siendo, por doloroso que nos resulte al considerar las historias humanas que hay detrás, un asunto de fríos números. Y no son números de tarifas, aranceles, comercio, pérdidas económicas. Son números de migrantes que llegan a la frontera con Estados Unidos.
Mañana arrancan en Washington las sesiones de negociación. Y de aritmética.
SACIAMORBOS. A Bartlett se le cayó el sistema. En serio. Otra vez. El 30 de mayo la Bolsa Mexicana de Valores reveló que suspendió la cotización de los instrumentos de la emisora de la CFE debido a que no reportó la información financiera al cierre del primer trimestre de 2019, a pesar de haber pedido una prórroga para su presentación. “Qué oso tan espantoso”, cantaría Chabelo. Al día de hoy ya fueron reportados esos estados financieros. Resultaron peores que los del primer trimestre de 2018. En un boletín la CFE informó que todo se debió a una caída en el sistema… informático. “Un error técnico en el software”, “una falla técnica”, le llamó la CFE.