Ni gran triunfo ni motivo de vergüenza
La polarización que persiste en un segmento de la sociedad mexicana se ha mostrado nuevamente en las reacciones al acuerdo al que llegaron el viernes pasado México y Estados Unidos.
Los apologistas del gobierno lo caracterizan como un logro histórico en defensa de la patria y se sumaron al festejo del sábado en Tijuana. Los críticos lo caracterizan como poco menos que una traición a la patria.
A mi parecer no es ninguna de las dos cosas. Permítame presentarle mis argumentos.
1. No se puede juzgar el resultado de la negociación sin el contexto en el que se dio. Si no hubiera existido la amenaza de la imposición de aranceles por parte de Trump, los parámetros de la negociación hubieran sido otros, tanto en los plazos para llegar a un arreglo como lo que México estuvo dispuesto a ofrecer.
2. Tampoco se puede entender la amenaza de Trump sin el hecho verificable de que hay una oleada creciente de centroamericanos llegando a la frontera de Estados Unidos no solo por la situación de crisis y violencia de la región, sino por la política migratoria de los primeros meses de la actual administración, que virtualmente invitaba a quienes así lo quisieran, a cruzar por nuestro territorio para llegar a la frontera de Estados Unidos.
3. Es un hecho que hubo errores de cálculo de la política migratoria cometidos por el gobierno de AMLO, y en particular por la Secretaría de Gobernación, que dieron ocasión a la reacción de Trump. Sin embargo, ya hecha la amenaza de imponer aranceles, las consecuencias económicas de la medida sobre México hubieran sido muy graves, sobre todo si se hubieran ido incrementando, como era su propuesta. El haberlo evitado, desde la perspectiva del riesgo inmediato para el país, es un éxito.
4. Sería absurdo decir que lo acordado no tiene costos para México. Desde luego que los tiene, en términos económicos, políticos y sociales. Pero en una primera instancia, la movilización de la Guardia Nacional hacia la frontera sur o la aceptación de la permanencia en México de quienes esperan una resolución a su petición de asilo en Estados Unidos resulta menos onerosa que haber enfrentado la crisis que iban a desatar los aranceles. El escenario de tasas crecientes de aranceles nos hubiera obligado a conceder lo que el gobierno de Trump pedía, pero luego de padecer en México una problemática financiera más grave.
5. El ambiente político que se configuró, hace más viable encontrar condiciones propicias para avanzar en la ratificación del T-MEC. Aunque es previsible la oposición demócrata, también es factible que la presión del sector productivo estadounidense funcione para acelerar la ratificación. Son deseables los esfuerzos de diversificación comercial, pero en el corto plazo, no podemos engañarnos, nuestra relación con EU va a ser determinante.
6. Debe haber conciencia en México de que el proceso electoral en los Estados Unidos puede tener implicaciones diversas sobre nuestro país. No será ésta la última amenaza de Trump mientras esté en la presidencia. No nos puede tomar nuevamente por sorpresa, como ocurrió en esta ocasión.
Para concluir, el acuerdo alcanzado tiene costos para México, pero, a mi parecer, menores a los que hubieran tenido los aranceles.
En ese sentido, se logró un éxito. Pero la errática política migratoria mexicana fue la que propició la amenaza de Trump.
Ojalá este gobierno aprenda de los aciertos y los errores.