La arriesgada apuesta del T-MEC
El próximo miércoles, el Comité de Medios y Procedimientos de la Cámara de Representantes realizará una audiencia con el embajador Robert Lighthizer, sobre la agenda comercial de Estados Unidos, y notoriamente, respecto a China y el USMCA (T-MEC, en versión mexicana).
En los medios empresariales de Estados Unidos reconocen que hay una muy limitada ventana de oportunidad para que el nuevo Tratado sea ratificado por la Cámara de Representantes.
En México, el texto del Tratado fue aprobado en comisiones el viernes pasado y mañana pasará al Pleno al arrancar el nuevo periodo extraordinario, por lo que se espera su ratificación, quizás mañana mismo.
En Canadá, el proceso legislativo para la ratificación del documento comenzó el pasado 29 de mayo. Y, si bien, hay debate a propósito de la fecha para ratificarse, no pareciera haber duda de que así se hará.
El problema, sin duda, es Estados Unidos.
Altos funcionarios de la Cancillería señalan que las conversaciones sostenidas con Nancy Pelosi, permiten inferir que las principales objeciones de los representantes demócratas para ratificar el documento están en el ámbito laboral. Y de menor relevancia son las materias ambiental y farmacéutica.
El caso laboral tiene que ver con la percepción de que México tiene la costumbre de modificar leyes y luego no cumplirlas, a propósito de la reforma laboral que se aprobó en pasados meses.
La tarea, nada sencilla que enfrentan las autoridades mexicanas es convencer a Pelosi y a otros influyentes demócratas que esta vez sí van a cumplir con lo que las leyes dicen. Y ello quizás requiera alguna o algunas muestras claras de que la democracia sindical va en serio. No se sorprenda si algún importante cambio ocurre en algún sindicato en las próximas semanas.
Otro frente en el que se trabaja para la aprobación del T-MEC lo encabeza el sector privado, que está tratando de mover a todos los aliados para empujar a la ratificación.
Ha sido notorio cómo la American Chamber, una de las organizaciones empresariales más influyentes, ha presionado para la rápida ratificación.
Pero, también están los contactos con alcaldes, gobernadores y legisladores.
La ventana de oportunidad es estrecha. Si no se logra que antes del receso legislativo el documento esté ya procesándose entre los representantes, se va a complicar su ratificación, pues al retorno de las vacaciones de los legisladores, en septiembre, el ambiente va a estar más enrarecido por el proceso electoral del 2020.
Lo que pueda hacerse en el curso de las próximas seis semanas en buena medida puede ser determinante del futuro de las relaciones económicas entre México y Estados Unidos en el mediano plazo.
Un frente en el que debe trabajar mucho más el gobierno mexicano es Canadá. Tenemos un Tratado trilateral y por propio autointerés del gobierno de Trudeau, también debe haber presión canadiense para la ratificación.
De hecho, el próximo jueves, el Primer Ministro de Canadá va a la Casa Blanca a reunirse con Trump, en un encuentro en el que el USMCA será uno de los temas fundamentales.
Y, posteriormente, Trudeau también podrá buscar alianzas en la reunión del G20 a la que desde luego él sí asistirá.
No se puede exagerar la importancia de lo que está en juego para México en las próximas semanas. En buena medida se va a decidir el modelo económico que tendrá el país en las próximas décadas.