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SERPIENTES Y ESCALERAS

¿Pueblo sabio?

Cuando el pueblo sabio se apendeja, ocurren cosas malas para todos.

 

¿Pueblo sabio?

Cada tres y seis años ocurre lo mismo: votamos entusiasmados, pensamos que lo bueno está por llegar y luego nos desilusionamos. Entonces renegamos de nuestras autoridades, las cuestionamos, las ofendemos y resaltamos lo peor de cada una de ellas, lo que no vimos antes cuando les concedimos nuestro voto. Una y otra vez vivimos esta situación: votamos con el corazón y refunfuñamos con el estómago; nos sentimos engañados, traicionados y decepcionados de quienes gobiernan, pero olvidamos que fuimos nosotros quienes los elegimos. ¿En verdad somos un pueblo sabio?

Pensemos por un momento lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que hemos visto una y otra vez en nuestro querido estado: cuando decidimos apoyar a alguien en campaña lo hacemos con el corazón, con la esperanza de que es la persona ideal para conducir las instituciones y para hacer justicia; suponemos que es el personaje que cambiará el estatus de las cosas, que pondrá un alto a los excesos, que defenderá los intereses de la mayoría y de paso, nos ayudará un poquito.

Las campañas son esperanza y los morelenses nos las tomamos muy en serio: la gente va a los mítines, se convierte en promotora del voto y defiende a su candidato en todos lados; muchas veces llevan esa postura al extremo y terminan distanciados de amigos y familia por defender a “su candidato”. Él es el bueno, dicen, es mi amigo, no es como los demás… ¡Esperen y verán!

Pero lo que comienza como un romance termina en una separación por incompatibilidad de caracteres. Rápidamente las cosas cambian, al menos a los ojos de los ciudadanos: cuando inicia el gobierno y comienzan los problemas nos volvemos severos críticos del actuar de la autoridad, comenzamos a ver los errores de los gobernantes y empieza un proceso de desencanto que termina en pelea.

Así ha sucedido una y otra vez desde hace muchos años en los tres niveles de gobierno y en todos los partidos; los morelenses nos entusiasmamos con las ocurrencias de Vicente Fox, luego con la guapura de Peña Nieto y recientemente con los ideales de López Obrador.

¿Y qué decir de los gobernadores? ¿A poco ya se nos olvidaron las porras a Sergio Estrada (“Sergio papucho, la estas regando mucho”) los grupos de apoyo a Graco Ramírez (GenteXGente) o los autógrafos que por todos lados le pedían al “mejor futbolista de México”?

La historia de México y la de Morelos no deja duda: somos un pueblo sabio. La riqueza cultural de nuestro país está por encima de la media mundial y Morelos ha sido parte fundamental de la historia mexicana. Históricamente somos un pueblo sabio… pero a la hora de votar nos apendejamos mucho.

Díganme si no: votamos con el corazón, no con el cerebro; vemos con claridad las fallas de los candidatos, sus limitaciones, sus ocurrencias y su falta de preparación, entendemos que la gran mayoría de sus propuestas son fantasiosas, que carecen de sustento y difícilmente se podrán llevar a cabo; a pesar de ello los apoyamos porque suponemos que ocurrirá un milagro y en el gobierno harán lo que prometieron. Luego la realidad nos alcanza, nos encabronamos y les mentamos la madre, juramos que no nos volveremos a equivocar y mantenemos esa postura hasta que inician las campañas… ¡Y la volvemos a cagar!

¿De quién es la culpa entonces? ¿De aquellos que nos prometen cosas imposibles y luego no nos cumplen o de nosotros que a sabiendas que nos verán la cara de pendejos les creemos y los apoyamos?

Nadie en Morelos puede decirse engañado con lo que estamos viviendo; todos sabíamos que la gran mayoría de las promesas de AMLO eran irrealizables, que Cuauhtémoc Blanco no tenía experiencia para gobernar, que Antonio Villalobos es corto de miras, de ideas y de ropa interior y que la gran mayoría de nuestros legisladores son unos pendejos. ¿Por qué nos sorprendemos ahora de lo que hacen?

Si queremos que las cosas cambien, primero tenemos que cambiar nosotros.

El cambio empieza por dejar de votar por pendejos.

  • posdata

El problema de violencia e inseguridad es cada vez más grave en el país y Morelos no es la excepción. Todos los días se da cuenta de hechos violentos que involucran a ciudadanos, a empresas y políticos. El plan de pacificación del presidente Andrés Manuel López Obrador no está funcionando.

La inseguridad se ha apoderado de prácticamente todo el territorio nacional, empezando por la capital de la república, sede de los tres poderes del país; la Ciudad de México se ha convertido en tierra de nadie, en escenario de violencia y lucha permanente entre al menos (dicen las autoridades) 16 grupos delictivos que pelean la plaza.

Los secuestros han aumentado en más de 500 por ciento según cifras proporcionadas por distintas organizaciones civiles y oficiales; estudiantes de universidades públicas, empresarios, comerciantes y amas de casa se han convertido en las principales víctimas de grupos criminales que plagian, cobran el rescate y muchas veces matan a sus víctimas.

El panorama en la capital del país es terrible, la seguridad que se sentía en la Ciudad de la Esperanza se perdió en cuestión de meses; la nueva administración que encabeza Claudia Sheinbaum está rebasada, carece de estrategia y no tiene idea de cómo contener los ataques criminales que todos los días se presentan.

Frente a ello el presidente de la república abraza a su correligionaria, la defiende de las críticas y le echa porras; “No estás sola frente al ataque de los grandotes que te pegan” afirma el jefe de la nación, quien como ya es costumbre desestima los hechos porque él “tiene otros datos”.

Lo que pasa en la Ciudad de México no es diferente a lo que ocurre en otros estados del país, como Morelos. Aquí el ambiente también es crítico, la violencia se ha apoderado de regiones completas y hasta los alcaldes son extorsionados por los grupos criminales.

En Morelos la cifra de ejecutados es alarmante: 718 ejecutados en 6 meses y contando. Los hechos de violencia se presentan en todos lados, a todas horas y contra cualquier persona. Ayer la víctima fue una diputada local, Erika García, contra quien dispararon en 19 ocasiones en la comunidad de Tetelcingo; afortunadamente salió con vida del atentado.

El panorama es desolador desde cualquier punto de vista: a nivel nacional no se ve estrategia, no hay rumbo, ni tampoco mejora en el estado de las cosas; por el contrario: cada día la cifra de muertos aumenta y marca un nuevo máximo histórico en materia de asesinatos.

La Guardia Nacional es una idea que aún no madura a pesar de que oficialmente ya existe; por muy bueno que sea el planteamiento de esta nueva policía militar todavía pasará mucho tiempo para que comencemos a ver resultados. Mientras eso ocurre la cifra de muertos aumenta minuto a minuto.

El Mando Coordinado es el camino que definió el gobierno de Morelos para enfrentar a los grupos delictivos (5, según cifras oficiales) que tienen presencia en la entidad; este modelo de seguridad no es muy distinto al que implementó el gobierno anterior y de la misma manera que en el pasado, hace de lado a las autoridades municipales y libera del compromiso a los alcaldes.

En Morelos el jefe del ejecutivo confía que con el apoyo federal lograremos darle la vuelta a la sangrienta página que vivimos hoy en día; con la llegada de la Guardia Nacional, insiste el gobernador, se cerrará el paso a los grupos criminales que tienen azolada a la ciudadanía, porque (lo reconoce) en Morelos no tenemos la capacidad ni la fuerza para enfrentarlos.

El problema es que la Guardia Nacional aún no funciona al cien por ciento, no hay fecha para que llegue a Morelos y el modelo necesita madurar. Apostar todo a la Guardia Nacional es un grave error de cálculo, porque desde ahora se ve que esa nueva policía todavía está lejos de ser efectiva.

Los problema nacional y estatal son muy graves y tienen rasgos en común: el presidente quiere acabar con la delincuencia solo, sin ayuda ni coordinación con los gobernadores y los gobernadores replican esa lógica tratando de actuar al margen de sus alcaldes.

La lucha contra la inseguridad es muy dura e imposible de ganar si se actúa solo. El presidente de la república y los gobernadores necesitan que la coordinación con las demás autoridades sea efectiva, no sólo de discurso. Los ciudadanos necesitamos que las autoridades dimensionen el problema y actúen con inteligencia.

Cada día que pasa sin que los actores de poder se coordinen para lograr mejores resultados se contabiliza en vidas perdidas.

  • nota

Leo los comentarios que la tuitiza publica luego de conocerse el atentado que sufrió la diputada del PT Morelos Erika García Zaragoza. La mayoría son expresiones de enfado, de impotencia, de rabia ante una violencia que se ha desatado y no respeta a nadie.

No veo mensajes de apoyo a la diputada, en general son tuits que reclaman al gobierno, que refieren complicidades de su partido (el PT) y su dirigente (Tania Valentina) con la delincuencia organizada y otros tantos que recuerdan la incompetencia del estado para brindar seguridad a los ciudadanos.

Otra vez… ahora le tocó a una diputada… ¿quién sigue?...

Así hasta el infinito son los tuits en referencia al atentado contra la legisladora; se contabilizaron 19 tiros y ninguno de ellos, afortunadamente, lesionó de gravedad a la diputada o a alguno de sus acompañantes.

… Y de repente aparece un mensaje en forma de pregunta que me llama la atención: ¿O los sicarios tienen muy mala puntería o se trató de una advertencia?

La pregunta me dejó pensando.

  • post it

Luego de una semana de dimes y diretes el jefe de la gubernatura José Manuel Sanz se apersonó en las instalaciones del Ayuntamiento de Cuernavaca; se reunión con la síndico municipal Marisol Becerra y luego dijo a los reporteros que no hay conflictos ni enfrentamiento entre los gobiernos del estado y la capital.

La charla entre Sanz y Becerra fue a puerta cerrada y no se dieron a conocer los detalles de lo tratado, simplemente se aclaró que era una reunión de trabajo para abordar diversos tópicos que conciernen a ambas autoridades y beneficiarán a todos los ciudadanos. Un día después el alcalde Antonio Villalobos celebró esa reunión y reconoció el gesto como un acto de buena voluntad del gobierno estatal.

Lo hecho por el jefe de la gubernatura libera presión a un pleito que trascendió las redes sociales, dañó a ambos gobiernos y no sirve a nadie; puede ser que el encuentro a puerta cerrada haya sido sólo para tomar café y charlar de fútbol, pero la presencia de Sanz Rivera en la sede municipal es un acto político importante y necesario. Eso es hacer política.

Los gobiernos de Cuauhtémoc Blanco y de Antonio Villalobos necesitan hacer política profesional, los dos deben entender la importancia de coordinarse y cerrar filas en temas sustantivos como la seguridad; ambos deben pasar de la descalificación mediática con adjetivos, a las acciones institucionales bien planeadas.

Al gobernador le ayuda la política seria de Pablo Ojeda, los consejos de Ulises Bravo y la operación cotidiana de José Manuel Sanz; Antonio Villalobos requiere de alguien que le ayude a sumar voluntades, a conciliar intereses y a ver más allá del pleito mediático.

Uno y otro necesitan colaboradores inteligentes, prudentes, experimentados y sensatos, funcionarios que demuestren su lealtad con trabajo y no con lambisconerías o bravuconadas; a ninguno le sirven los locos pendencieros, los perros sin bozal que dejan salir sus traumas personales en las redes sociales.

Morelos y Cuernavaca necesita pasar del pleito individual a la construcción de acuerdos a favor de todos.

  • redes sociales

Pendejos ambivalentes: son pendejos en Twitter y también en la vida real.

Comentarios para una columna sonriente:

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