Un año de gobierno anti Slim y el error histórico
Los familiares y amigos cercanos a Slim dicen que todo está muy bien, pero extraoficialmente en el gabinete comentan que AMLO no lo quiere en la nueva refinería de Dos Bocas, en la remodelación de las seis refinerías, en el Tren Maya y hasta en la CFE.
La comunidad internacional de negocios cercana a México no entiende el enfriamiento de la relación Slim-López y los miembros del Consejo Mexicano de Negocios, que preside Antonio del Valle Perochena, hacen muchas conjeturas, pero nadie sabe qué pasó.
En la comunidad libanesa creían que los Slim iban a estar cerca del Jefe del Ejecutivo, como ocurrió cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno de la Ciudad, allá por el 2005.
Todos se equivocaron, por eso se interrogan: ¿qué pasó durante la campaña del año pasado? Una pregunta muy válida para plantearse hoy, que justo el Presidente “festeja” un año de haber ganado las elecciones, un festejo que muchos se están lamentando ya.
Ilustraciones de Nelly Vega
El mensaje es muy claro: la 4T no quiere cerca a los empresarios que apoyaron a los gobiernos neoliberales y crecieron a la vera de la mafia del poder, con apoyo de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Slim sería emblemático… pero no el único. Y uno de los símbolos de esa etapa es también el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, el NAIM. Y ambas cuestiones tienen el mismo efecto: AMLO no los quiere, pero no puede desaparecerlos.
Desde la campaña, y en particular desde que ganó las elecciones hace exactamente un año, fue claro que la cancelación del NAIM era un hecho, a pesar de que muchos empresarios, analistas y ciudadanos apostaban por un cambio de señales, en vista de los millones de dólares ya comprometidos.
El accionar de AMLO, tanto en la campaña como en las semanas posteriores al 1 de julio, dieron lugar a equívocos, pérdida de confianza de inversionistas, la inhabilitación de Alfonso Romo como interlocutor válido con el nuevo gobierno y franco rompimiento entre los empresarios más poderosos y el presidente electo.
Cuando el mismo Slim, en un acto sin precedentes a lo largo de su larga trayectoria como prominente hombre de negocios, salió a dar una conferencia de prensa en defensa del NAIM, López dejó entrever que aunque su gobierno no continuaría con la obra, podría pensarse en una concesión a particulares.
Aseguró que su gobierno no invertiría en un proyecto tan oneroso, pero añadió que “si Slim tenía tanto interés, podría hacerlo con su dinero”. Invitación más clara no podía desperdiciarse.
En octubre de 2018 se dio a conocer que Slim había escrito una carta de su puño y letra al entonces presidente electo, pidiéndole que si su gobierno no estaba dispuesto a continuar con el aeropuerto de Texcoco, lo otorgara en concesión al sector privado y que sus empresas agrupadas en Carso podrían hacer frente a este reto.
La respuesta del político fue desplegar una campaña “en favor del lago” y continuar con la preparación de la consulta ciudadana que, a la postre, le daría argumentos (así fueran endebles) para cancelar la construcción e iniciar el desmantelamiento del NAIM.
Aunque ambos lo nieguen, el distanciamiento entre AMLO y Slim es evidente. Las empresas de Carso han emprendido una que otra obra menor en este sexenio, pero es obvio que el magnate apostó todo su capital político y el descalabro que recibió en retribución expuso demasiado su figura, lo que lo alejó de la toma de decisiones y del poder.
Por su parte, Lopez Obrador dio un fuerte golpe sobre la mesa para mostrar quién manda en el país y la intención de dejar clara su distancia con el grupo Atlacomulco, pero no ha terminado de medir las consecuencias de su decisión.
Y es que la falta de garantías hacia la inversión no se centró en Texcoco, sino que se reitera a cada paso y con ello la desconfianza, el encarecimiento del crédito y la baja en la actividad productiva.
Contrario a lo que supone el grupo en el poder y el propio López, para Slim el proyecto Texcoco representaba más un reto de ingeniero y un legado personal que un gran negocio o un asunto de connivencia con el régimen priísta.
Cosa de ver que los contratos que llegó a firmar los hizo en consorcio con otras empresas, como ICA de Bernardo Quintana, Prodemex de Olegario Vázquez Aldir, La Peninsular de Carlos Hank Rohn y GIA de Hipólito Gerard.
El proyecto arquitectónico tampoco era su prioridad, tomando en cuenta que el arquitecto mexicano, Fernando Romero, el socio de Norman Foster, terminó divorciado de su hija. Tampoco hay una liga política demasiado estrecha con el grupo de Enrique Peña.
En tanto, al régimen de la 4T lo que le interesa no es la realidad económica, sino la eficacia política y, al menos en la percepción de los fans de Morena, sí hay una señal de rompimiento con el pasado. El costo es lo que no se ha dimensionado todavía.
Y aunque los recursos que se niegan para la inversión pública, y que tienen ahogados a miles de contratistas y pequeñas y medianas empresas, se están destinando a garantizar los votos del 2021, una recesión económica sí podría descarrilar el proyecto Morena en el largo plazo.
Por eso no es remoto que se reconsideren ambas cuestiones. Slim ha actuado con mucha prudencia, pero sigue esperando un guiño para acercarse.
Mientras tanto, diversos empresarios e inversionistas siguen con la veladora prendida para reactivar Texcoco. Ya se verá qué pesa más en el ánimo de AMLO.
“Aprovecho para hacer un reconocimiento especial al ingeniero Carlos Slim, que es un empresario con dimensión social, con dimensión cívica, un empresario que invierte en nuestro país, que genera empleos, un empresario que ayuda al desarrollo de México”.
Esto le decía apenas el viernes López Obrador a Slim. Fue en Oaxaca, durante la reactivación de la carretera Mitla-Tehuántepec, a la que asistieron los dos y en la que Slim va a invertir 8 mil millones de pesos para rescatarla.
LO DICHO: LA nueva compra consolidada de medicamentos de la 4T resultó un desastre. La Oficial Mayor, Raquel Buenrostro, abrió la puerta al desabasto y a la corrupción con las asignaciones directas que vienen. Pocos laboratorios aceptaron los descuentos que exigió y 62% de la licitación quedó desierta. Ya le platicaremos.
TRAS SEIS MESES de cerrazón por fin Claudia Sheinbaum accedió a sentarse con la plana mayor de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI) que preside Enrique Téllez. Pidió apoyo para desarrollar vivienda en seis corredores de la CDMX. Los inversionistas escucharon, pero lo que más valoraron fue el rompimiento del hielo.