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LA RENUNCIA DE MANLIO FABIO

Luis R. Aveleyra

La tarde del pasado lunes 20 de junio,  trascendió de la renuncia de Manlio Fabio Beltrones como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

Era de esperarse. Haberse quedado habría sido un error. Alguien tiene que pagar los platos rotos por la derrota electoral del 5 de junio pasado. El experimentado político sonorense se enfrenta a un conflicto en el que formó parte pero cabe preguntarse si fue el único y directo responsable.

Por principio de cuentas el PRI no sabe ser oposición, por el contario, fue obsequioso y poco creativo en los años en los que careció de la Presidencia de la República.

En otro orden, la forma de hacer las cosas de quien es Jefe de Estado y del otrora poderoso PRI no ha sido la más virtuosa posible. Por ejemplo,  en el estado de Guanajuato en qué cabeza cupo haber puesto como candidatos al ex Secretario de Salud del gobierno de Felipe Calderón como candidato por el PRI a la presidencia de la ciudad de León, o a un hijo de Martha Sahagún de Fox  a posición similar en Celaya en el proceso electoral del año anterior.

Con una lógica de enfrentamiento sobre los electores,  en Quintana Roo el candidato del Gobernador se enfrentó a un familiar cercanísimo de Pedro Joaquín  ex mandatario estatal y actual Secretario de Energía en el gabinete presidencial; en Oaxaca no ganó el candidato priísta sino la operación política de su progenitor; en Tamaulipas fue el desgobierno, la inseguridad, la  impunidad, en fin el estado fallido, al igual que en Veracruz pero con el agregado de que dos primos hermanos se enfrentaron por partidos distintos.

La selección de candidatos no fue la mejor ni la más acertada. Falló el cálculo y se pensó erróneamente que el electorado votaría con la tendencia del año anterior y, lo que es peor, ya existe la duda en entidades emblemáticas  como Veracruz,  Tamaulipas y Quintana Roo, si no fue más que una entrega o concertacesión como la que se hizo en Guanajuato hace precisamente 25 años atrás.

Tal punto de vista recibe el abono de que  el papel de los dos Ochoas, César en Chihuahua y Javier en Veracruz, fue francamente deplorable y desastroso. Sus desgobiernos acarrearon un desprestigio tan grave que era casi imposible un triunfo electoral, pero el PRI renunció a postular candidatos fuertes que pudiesen remontar las crisis estatales y cuando menos intentar devolver confianza al electorado.

Se cuenta que cuando Gustavo Díaz Ordaz fue Presidente de la República, personalmente  vigilaba no solo el proceso sino la selección misma de candidatos. Funcionaban los sistemas de información y se medía la popularidad o impopularidad de los candidatos, las conveniencias e inconveniencias, los mecanismos de consulta eran reales,  en fin, se hacía política.

Hoy el PRI pasa por una crisis que bien puede atribuirse a condiciones exógenas además de las debilidades internas. De las primeras Manlio Fabio Beltrones dio cuenta: un gobierno que poco o nada se comunica con su partido, autoridades con sentido  autocrático o autista, un rezago social insoportable, medidas que en poco benefician a la población, mantener la línea de un discurso triunfalista y de aseverar que vamos bien cuando el bolsillo de los mexicanos  es magro y el progreso distante.

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