La denuncia por las malas condiciones de los centros de detención de inmigrantes sin papeles en la frontera de Estados Unidos con México comenzó de la mano de abogados, luego de congresistas demócratas y este martes se convirtió ya en una alerta de los propios inspectores del Gobierno estadounidense. Celdas abarrotadas con gente durmiendo en el suelo podían verse en las fotografías que acompañaban un informe oficial. Este miércoles, Donald Trump ha respondido al ataque: "Si los inmigrantes ilegales están descontentos con las condiciones de centros de detención rápidamente construidos o adaptados, dígales simplemente que no vengan. ¡Y todos los problemas solucionados!", escribió por la tarde en su cuenta de Twitter.
La llegada masiva de familias que huyen de la miseria y la violencia de Centroamérica está desbordando un sistema de acogida que no está preparado para este volumen de personas, especialmente de tantos niños. La Administración estadounidense asegura que la frontera se encuentra al borde del colapso, convirtiendo en centros de detención improvisados lo que no son más que comisarías. El atasco se suma al fuerte discurso antimigratorio del presidente, que desde que se lanzó a la carrera a la Casa Blanca hace cuatro años ha hecho de la guerra a los indocumentados una de sus grandes banderas electorales.
"Nuestra Patrulla Fronteriza no la forman trabajadores de hospital, médicos o enfermeras. El problema son las leyes migratorias de los demócratas, que podrían arreglarse fácilmente. Gran trabajo de la patrulla, sobre todo. Muchos de esos inmigrantes ilegales están viviendo mucho mejor ahora que en el sitio de donde vienen, y en condiciones más seguras", añadió el republicano en un segundo mensaje. "Digan a los migrantes que vengan de forma legal —remachó—, y con suerte, a través de un sistema basado en el mérito".
Según el informe de la Inspección General del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), elaborado la semana del 10 de junio en los sitios de detención de inmigrantes de la zona de Río Grande, en el sur y este de Texas, la patrulla fronteriza tenía detenidas a 8.000 personas, de las cuales 3.400 llevaban bajo arresto más de las 72 horas, el supuesto límite legal para poder procesar las solicitudes de asilo.
El republicano presiona a los legisladores demócratas para lograr unas normativas más duras contra la inmigración irregular, si bien ha dejado en un segundo plano su vieja promesa electoral de construir un muro en la frontera de México, algo para lo que no logra el acuerdo siquiera de muchos congresistas y senadores de su propio partido, necesario para financiar el proyecto. En cambio, la tensión sí está surtiendo efecto con México, al que amenazó con aranceles para todos sus productos si no aplicaba más mano dura con los centroamericanos que cruzan su territorio para llegar a la frontera estadounidense. Las deportaciones aumentaron en junio un 33% respecto al mes anterior, hasta alcanzar las 21.912, el máximo desde 2006.