Sin autónomos
No se entiende la cruzada del Gobierno de López Obrador contra los organismos autónomos. Parece una venganza política, pero estos organismos facilitaron el ascenso de Andrés Manuel. Los gobiernos anteriores cayeron en el desprestigio en buena medida por cuestionamientos de organismos como el Coneval y la CNDH. Los reguladores tuvieron un papel crucial para limitar los poderes del Ejecutivo. El INE hizo posible que López Obrador ganara las elecciones de 2018.
Nadie cuestiona las reducciones del gasto público. “La austeridad es importante para un servicio público que se había excedido desde hace varios años –escribió hace unos días Gonzalo Hernández Licona, todavía secretario ejecutivo del Coneval–. Había que corregir. Pero hay que hacerlo con cuidado”. La respuesta de López Obrador fue destituir al respetado titular del Coneval.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) determina la eficacia de los programas sociales. Es un mal ahorro despojar a la sociedad de la capacidad para medir los costos y beneficios de estos programas. El Coneval es un organismo pequeño, relativamente barato, y que ha hecho ya varios ajustes importantes a su presupuesto.
Hernández Licona ha señalado cómo los recortes han afectado los ingresos no solo de los altos funcionarios sino de trabajadores con sueldos de, por ejemplo, 14 mil pesos al mes, que hoy ganan 8% menos que en 2018 sin contar la inflación. Se le exigen al Coneval reducciones adicionales de 20% en el personal de estructura y se le impide utilizar 49% del presupuesto ya aprobado para contratar estudios y evaluaciones, que son “la razón esencial del Consejo”.
En el caso del Inegi, los recortes han llevado a la cancelación de estudios muy importantes, como el censo agropecuario. El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación fue simplemente cerrado y reemplazado por un Centro Nacional para la Revalorización del Magisterio con integrantes alineados al Presidente.
Los recortes no afectan solamente a los organismos autónomos, sino a toda la Administración; pero el Presidente tiene una actitud de desprecio hacia los autónomos. Sobre la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha declarado: “No considero que tengan mucha autoridad moral porque guardaron silencio cómplice cuando el Estado era el principal violador de los derechos humanos”. La acusación es injusta; la CNDH ha sido desde su creación una voz firme de protesta ante los abusos de las autoridades.
En el caso de los reguladores, como la Comisión Nacional de Hidrocarburos o la Comisión Reguladora de Energía, la forma de debilitarlos ha sido la designación de comisionados notoriamente subcalificados pero leales al Gobierno. El Presidente ha respetado la autonomía del Banco de México y la Suprema Corte, pero algunos de sus nuevos designados parecen seleccionados por su cercanía a la cuarta transformación.
Esta política es un error. Los organismos autónomos no son parte de un complot, sino equilibrios saludables al poder del Ejecutivo. Está bien revisar sus gastos, pero la sociedad pagará muy caro que los dejemos sin recursos para cumplir sus funciones.
Por lo pronto, la destitución de Hernández Licona es una decisión injusta y equivocada. Es señal de que tenemos un Gobierno que no quiere ser evaluado.
Trump británico
Boris Johnson fue electo ayer líder del Partido Conservador del Reino Unido, por lo que hoy asumirá el cargo como primer ministro.
Es un político inconsistente, que quiere tener un Brexit aun cuando no haya acuerdo con la Unión Europa. Donald Trump, a quien este caos le complace, ya declaró que será un grangobernante.