El escándalo de Coneval
Sigue siendo claro y caro lo que el nuevo gobierno destruye. Y sigue siendo hipotética la trasformación que sustituye lo perdido.
Ahora ha sido el turno del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el justamente célebre y reputado Coneval.
Coneval es quizá la más exigente institución atenta a lo que el nuevo gobierno declara como su prioridad absoluta: la pobreza y la desigualdad en México.
Ninguna instancia pública ha sido tan efectiva en medir nuestra deuda social como el organismo que el Presidente encuentra ahora redundante y dispendioso.
Coneval no solo ha desarrollado metodologías de medición originales y rigurosas, reconocidas internacionalmente, sino que ha colaborado en mantener vivo en el espacio público, sin demagogia, con transparencia y precisión, los temas de la desigualdad y la pobreza como grandes asignaturas pendientes de México.
No hay nada en las fallas o los excesos burocráticos y presupuestales denunciados por el presidente en Coneval que no pueda corregirse con sencillas medidas administrativas.
Pero el Presidente va un gran paso más allá y enuncia de pronto su convicción de que el Coneval mismo es prescindible y que sus funciones podrían ser absorbidas por el Inegi.
Puede ser, pero el trabajo lo ha hecho hasta hoy, ejemplarmente, el Coneval y merecería reconocimiento público más que castigo burocrático.
En particular, insisto, de parte de un gobierno cuyo lema es “primero los pobres”. Ninguna institución hace tanto servicio político a la causa del combate a la pobreza como el Coneval con sus mediciones estrictas y dolorosas, que sacuden un año sí y otro también la conciencia social de México.
Coneval no solo ha hecho el retrato de nuestras desigualdades y carencias sino que ha puesto alto el listón institucional, obligando a medir la pobreza en todas sus dimensiones: alimentaria, educativa, de acceso a la salud, de calidad de la vivienda y de seguridad social.
Es una de las instituciones más efectivas de la reciente historia de México. El dinero invertido en el Coneval le da más a la sociedad mexicana que ese mismo dinero puesto en cualquiera de los programas sociales favoritos del nuevo gobierno.
El castigo burocrático del Coneval es un escándalo.