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El poder y la gloria

¿En paz?

Todo terminó como esperaban: los que fueron amigos cercanos de Gisela Mota Ocampo lograron sacar jugo a los despojos de la alcaldesa y obtuvieron la anhelada plaza y el control del dinero municipal a través de la tesorería.

Ni a la propia madre de la edil asesinada le importó lucrar descaradamente con la memoria de su hija. Triste final que en realidad es un comienzo de un nuevo saqueo de las arcas municipales de Temixco.

Por lo pronto, la sede de la alcaldía ya está disponible de nuevo para los ciudadanos, luego de que los manifestantes, una insignificante minoría en relación al total de la población, se dieron el lujo de retirarse.

Esa lucha interna del PRD seguramente les costará perder más votos de los ya numerosos que dejaron en el camino en las pasadas elecciones.

Por supuesto, los habitantes de ese municipio quedaron al margen de cualquier arreglo y sólo les queda pagar las consecuencias.

Ahora los que reclamaban ya no tendrán que mostrarse tan hipócritas como al principio, cuando hablaban de preservar un legado y una ideología que la pobre de Gisela ni siquiera pudo comenzar a construir.

Como lo dije la semana pasada, la actitud asumida por sus seguidores hizo que toda la solidaridad que a nivel mundial había despertado el homicidio se perdiera y ocultara entre la bruma el recuerdo de esa mujer que, por los trágicos hechos, sólo quedó en promesa.

Creo que ahora sí, cuando ya la utilizaron para lo que querían, es el momento de decir que descanse en paz.

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