Luego fue de curso corriente la cínica conseja: “El que no transa no avanza”, relativa a que la corruptela era —y sigue siendo— la llave de todas las puertas del poder.
En el nuevo siglo el equivalente a las dos expresiones es aún más grotesco: “¡Todos a negociar, porque el mundo se va a acabar!”, a propósito de que no pocas mafias políticas, sociales y sindicales han hecho del chantaje institucional —la mesa de diálogo— su modus operandi; la moneda de cambio para violar la ley y comprar impunidad.
Al amparo de la moderna expresión de debilidad extrema del Estado mexicano, mafias que roban, secuestran, asesinan, vandalizan, que violentan las normas sociales elementales y cometen los delitos más graves y atroces —como colocar a niños de barricadas, sacarlos del kínder para marchar, quemar vivas a personas y atacar instalaciones estratégicas— consiguen que amorosos se abran los brazos de un Estado que no castiga, sino que todo lo justifica, lo perdona y lo solapa.
¿Por qué el Estado mexicano y sus instituciones son arrinconadas para instalar “una mesa de negociación” con lacras como la mafiosa y criminal CNTE?
La respuesta la conocen todos: porque el Estado y sus instituciones siguen afectados por “la tara” del 68 y del 71; tara que supone que aquel gobierno que aplique la ley y ejerza la fuerza del Estado será acusado por una minoría rabiosa y rapaz de represores y asesinos, a pesar que la represión y el crimen vengan de las mafias que acusan al Estado.
Entonces, tiemblan piernas y quijadas cuando esa minoría rapaz y rabiosa —que por casi medio siglo le ha tomado la medida y el pelo a los gobiernos de todos los partidos— invoca las palabras mágicas: “gobierno represor” y “asesino”.
Aunque mafias como Morena y su líder, como la CNTE y el SME, sean los responsables de atrocidades como el crimen de los 43 de Iguala y como destruir la vida económica, política y social de entidades completas como Oaxaca —entre otras—, el Estado mexicano se atolondra y se desparrama cual gelatina sin cuajar, al conjuro de la maldición de la democracia mexicana: “gobierno represor” y “asesino”.
A cada nuevo lance de vandalismo, a cada nueva destrucción del patrimonio público y privado y a cada nueva violación de la ley se abre el firmamento para derramar a los mortales mexicanos la “buena nueva” de la impunidad: “el que no consigue una ‘mesa de negociación’ no se sienta a la mesa de la simulación”.
Es decir, en México no hay estado de derecho y no hay ley que valga, mientras las mafias políticas, sociales, empresariales y comerciales consigan —cada cual— su propia “mesa de negociación” con la autoridad.
¡Gran revelación…! Conocida a la perfección por la CNTE, por Morena y su dueño AMLO, el SME, la Ceteg, las trasnochadas guerrillas de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Revelación que aprendieron empresarios que también se plantaron en el Ángel para exigir la derogación de la monstruosa 3de3 para los hombres de empresa.
Como la “buena nueva” de las “mesas de negociación” es democracia pura, pronto veremos a la señora Elba Esther Gordillo exigiendo su respectiva “mesa de negociación”; pronto aparecerá El Chapo para pedir que en el “Triángulo Dorado” le instalen su “narcomesa de diálogo”.
¡Y que se chinguen los que no pueden robar, matar, secuestrar, vandalizar… porque para ellos no habrá “buena nueva”; no habrá “mesa de diálogo”!
Al tiempo.