Michoacán y el Estado fallido
En septiembre de 2008, hace 11 años, dos granadas fueron detonadas en medio de la población que celebraba la Independencia. Ocho muertos y más de 100 heridos, según las cifras oficiales. Un acto terrorista que México no había visto.
En 2010, conocimos que el diputado Julio César Godoy, pariente del gobernador, estaba en los mejores términos con La Tuta, le decía tío, pues; al líder del grupo delincuencial que tenía azotado por la violencia Michoacán. Trabajaba con o para él. ¿Por cierto, dónde anda Julio César?
En 2012 llegó a la gubernatura Fausto Vallejo. Conoceríamos que su hijo, también tenía una buena relación con La Tuta. Vallejo dejó la gubernatura por un problema médico y fue nombrado gobernador interino Jesús Reyna, quien terminaría acusado formalmente de tener nexos con el crimen organizado.
En febrero de 2013, los pobladores de Tierra Caliente organizados en autodefensas se levantaron en armas contra un cártel.
En 2014, el gobierno federal intervino el estado, mandó a un comisionado que para todos los efectos era un gobernador y se centró en la desarticulación de las autodefensas y la captura de líderes delincuenciales. El entonces existente y con mucho dinero programa de prevención de la Secretaría de Gobernación puso el foco en Michoacán en aquellos años.
Mi compañero Juan Pablo Becerra-Acosta lleva todos estos años entregando las mejores historias de este Michoacán convulso.
En marzo de este año, publicó un reportaje que empezaba así: “Seis años después de que pobladores de la Tierra Caliente de Michoacán se levantaran en armas en contra del cártel de Los Caballeros Templarios para liberarse del yugo criminal que padecieron durante más de una década, las cosas están peor en el estado y en la región… Hay enfrentamientos constantes y ha vuelto el terror: las ejecuciones se duplican, resurgieron las desapariciones y ahora los cárteles en disputa toman la vida de mujeres como trofeos de guerra: 144 fueron asesinadas en 2018”.
Ayer, Uruapan.
Once años después.
Hace unos años le decíamos Estado fallido.
Pues eso.
@puigcarlos