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HISTORIAS DE REPORTERO

El secretario empanizado
Un sector de la población vence los miedos de la denuncia y se atreve a acudir ante el MP, ve sus datos filtrados, expuestos al público y prefiere el silencio porque una investigación decente es prácticamente imposible

Ella dijo que no. Él que sí. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México y su secretario de Seguridad se contradijeron el fin de semana pasado. El tema: los cuatro policías acusados de agredir sexualmente a una joven, a bordo de una patrulla en la alcaldía Azcapotzalco.

En una entrevista banquetera, tras la entrega de patrullas, Jesús Orta aseguró a los colegas reporteros que los elementos continuaban en sus labores de costumbre porque no había imputación en su contra y la Procuraduría de Justicia local no los había llamado a presentarse. Agregó que no podía violentar sus derechos laborales.

Pero su jefa, Claudia Sheinbaum, dio una declaración que chocó de frente: aseguró que los cuatro policías señalados no se reincorporarían a sus funciones y que ella se pondría del lado de la Justicia.

Los reporteros insistieron y le preguntaron a Sheinbaum si contradecía a su secretario. Para salir del paso, tuvo que ponerle polish al golpe: “Me comunicaré con él y la procuradora para ver cuál es el avance de la investigación”, dijo.

72 horas después, mujeres integrantes de distintas organizaciones se manifestaron en calles de la Ciudad de México para exigir avances en este caso y en el del Museo Archivo de la Fotografía, donde también una menor de edad ha acusado de abuso sexual a un policía.

El secretario Orta vivió las consecuencias de la contradicción. Al salir a ofrecer el diálogo, una de las manifestantes tomó un puño de diamantina y se lo aventó. Un secretario empanizado en color rosa, contrariado y que, visiblemente molesto, regresó a su oficina cancelando la posibilidad de cualquier encuentro.

También la Procuraduría vivió las consecuencias de la contradicción. Pintas, cristales rotos, cámaras y equipo destruido.

En el discurso de Morena este tipo de actos violentos se justifican porque son una muestra del hartazgo en un sector especialmente vulnerable. Así que no tienen ni cómo reclamar lo de ayer: un sector de la población que ya no puede caminar sin miedo por una calle solitaria. Un sector de la población que, cuando vence los miedos de la denuncia y se atreve a acudir ante el ministerio público, ve sus datos filtrados, expuestos al público y prefiere el silencio porque una investigación decente es prácticamente imposible.

Si las autoridades quieren que lo sucedido ayer no se vuelva a repetir o escale, deben cuando menos actuar en coordinación.

Sería apenas un punto de partida.

SACIAMORBOS. Tras la muerte de José Martín Godoy Castro, exsecretario de Seguridad Pública de Michoacán, quedó en el puesto Israel Patrón, uno de sus cercanos que garantiza continuidad. Pero a las bandas que se disputan ese estado no les gustó. Lo de Uruapan lo han tomado en el gobierno como un mensaje del cártel para que combata a quien les incomoda.

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Ámbito: 
Nacional