El arquitecto de la 4T
En Morena no les preocupa que se reduzcan las prerrogativas oficiales para el partido mientras el supersuperdelegado esté al mando
En un gobierno que centra en el presidente todos los reflectores y de hecho la vocería de todos los temas y áreas de la administración, un personaje clave en el proyecto de la llamada cuarta transformación opera y construye discretamente.
Se puede decir que Gabriel García Hernández es el arquitecto y responsable de obra del proyecto del presidente.
Es doctor en economía por la UNAM y trabaja desde hace 18 años con López Obrador. Fue director de Adquisiciones en la Oficialía Mayor del GDF. Fungió como responsable legal de la polémica fundación Honestidad Valiente, encargada del financiamiento de las campañas presidenciales del tabasqueño en 2006 y 2012. En 2018 era Secretario de Organización de Morena y fue responsable de los comités territoriales del partido, además del famoso fideicomiso de ayuda a damnificados por los sismos de 2017.
Su especialidad es el manejo de recursos y la organización en tierra para su uso electoral.
La polémica reforma a la administración pública para crear la figura de superdelegados de los programas federales en los estados es su diseño.
Y se reservó para sí la coordinación general. En sus manos está el uso, la aplicación y distribución de los miles y miles de millones de pesos destinados a la política social en este gobierno.
El sello que el presidente quiere imponer en su política social, y así lo resalta cada vez que tiene oportunidad, es la entrega directa de dinero a los beneficiarios, sin intermediarios, sin instituciones estorbosas.
García Hernández tiene en sus manos ese aterrizaje. Pesa más en ese andamiaje que los secretarios de Hacienda y Bienestar.
Libró las denuncias y polémicas por el manejo opaco de recursos en las tres campañas presidenciales de su jefe y en el sostenimiento de su movimiento durante 12 años. Libró también, con más polémica, las denuncias y la multa que el INE había impuesto a Morena por el fideicomiso para damnificados.
No lo persiguen los reflectores, y las exigencias de rendición de cuentas le tocan a la Secretaría de Bienestar antes que a él.
En Morena no les preocupa que se reduzcan las prerrogativas oficiales para el partido mientras el supersuperdelegado esté al mando de la aplicación de los programas sociales. A medida que se acerque la elección intermedia de 2021 la atención se irá dirigiendo más y más a él.