¿Cómo defenderse de la posible recesión?
Los líderes del G7 reunidos en Biarritz, Francia, discuten desde ayer entre sí, pero con dos fantasmas merodeando. Uno fue el de las consecuencias imprevisibles de los incendios en la Amazonia, signo del cambio climático y de la irresponsabilidad de los políticos para hacerle frente.
El otro es el espectro de una probable recesión mundial.
The Guardian publicó ayer un texto muy interesante en el que enumera siete signos de advertencia, augurios de la época de deterioro económico mundial que algunos visualizan.
Son los siguientes: la escalada de la guerra comercial entre China y Estados Unidos; el debilitamiento de la economía norteamericana; la caída de la economía alemana; una probable crisis de deuda en China si continúa debilitándose el crecimiento; el ‘Brexit salvaje’ que llegaría en poco más de dos meses; los problemas financieros en mercados emergentes como Argentina, Sudáfrica, Turquía, Irán y Venezuela; los niveles históricamente bajos de los bonos, que se ven como signo del freno que viene.
Se ha demostrado ampliamente que los expertos, en general, fallan al pronosticar la fecha de las recesiones.
Pero, salvo que la economía mundial hubiera cambiado radicalmente en los últimos 10 años, lo más probable es que haya una recesión, como ha ocurrido desde hace más de dos siglos, aunque no se atine al momento.
México estaría expuesto a ella, igual que todas las economías abiertas.
La suma de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios de nuestro país es equivalente al 78.5 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que refleja la fuerte conexión que tenemos con el mundo.
Un contexto de freno económico va a reducir el ritmo y quizás incluso a reducir en términos absolutos las exportaciones y con ellas, la actividad económica del país.
En los Pre-Criterios de Política Económica se estimó un crecimiento del PIB industrial en EU para 2020 de 1.8 por ciento. Sin embargo, el dato de la actividad industrial de junio es de apenas 0.5 por ciento a tasa anual y perfila una tendencia a la baja.
Ante el riesgo elevado de que el motor económico que han significado las exportaciones se detenga, es necesario ‘prender’ otros motores económicos si no queremos que el impacto sobre la economía sea más fuerte.
Por eso la relevancia de regularizar el ejercicio del gasto público y elevar la inversión del gobierno, además de generar señales positivas para la inversión privada.
Al mes de junio, el gasto programable del sector público tiene una caída de -5.6 por ciento en términos reales, pero la inversión pública retrocedió en -17.3 por ciento en el primer semestre. La inversión total, incluyendo la privada, tiene una caída de -3.2 por ciento hasta mayo.
Si llegara una recesión, con este desempeño de las principales variables, nos tomaría mal parados.
Se requiere que esta semana se llegue a un acuerdo con las empresas de ductos para mandar una buena señal a las empresas; que el presidente López Obrador también genere confianza con su discurso del 1 de septiembre; que en un par de semanas se entregue al Congreso un Paquete Económico sólido y consistente.
Si, además, se alinean las estrellas y tenemos la ratificación del T-MEC en octubre o noviembre, podríamos estar mejor parados para enfrentar un freno económico mundial.
Si persiste la desconfianza y, además, se vuelve más adverso el panorama externo, podríamos tener un 2020 mucho peor aún que el año que estamos viviendo.