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SERPIENTES Y ESCALERAS

Alcaldes

¿Quieres delinquir, robar y que no te pase nada? ¡Vuélvete alcalde!

Los presidentes municipales representan el primer contacto del ciudadano con su gobierno, a ellos acude la gente de manera regular a pedir apoyo, solicitar ayuda y reclamar las fallas. El gobernador es la máxima autoridad del estado, pero los alcaldes son las autoridades más cercanas al pueblo y quienes deberían ser la punta de lanza para solucionar los problemas sociales. Así debía ser, pero no siempre lo es.

Morelos está conformado por 36 municipios, entre ellos 3 indígenas de reciente creación; desde hace una década los presidentes municipales enfrentan serios problemas económicos, sociales y políticos, pues en lugar de tomar el liderazgo, se convierten en el primer punto de crisis del estado mexicano.

Con las administraciones municipales empiezan los problemas del país: ahí comienza el descrédito de la política y también los malos manejos de los recursos públicos. Esto no resta culpa y responsabilidad a otras instancias de gobierno, pero representa el punto donde nace la corrupción y se propaga la impunidad.

Lo que hemos visto los morelenses en materia municipal no es menos grave de lo que ha ocurrido en los gobiernos estatales, donde los gobernadores, sus amigos y sus familias se han servido con la cuchara grande. En las comunas también han sucedido cosas muy malas que van más allá del mal manejo del dinero público, porque son la puerta de entrada de los grupos delictivos.

A lo largo de los últimos años los ciudadanos hemos sido pasivos observadores del saqueo institucional, de la degradación de la política y la complicidad entre los servidores públicos y los representantes populares con grupos criminales. Los ciudadanos lo vemos, lo sabemos, lo denunciamos… pero casi siempre volvemos a votar por ellos.

Si hacen memoria sobre lo que ha ocurrido en Morelos en la últimas dos década entenderán de lo que hablo: en casi todos los ayuntamientos que conforman el estado hemos tenido personajes que robaron de forma indiscriminada, que endeudaron a los municipios por varias décadas, que otorgaron permisos y licencias para construir en zonas prohibidas y dieron paso a la mayor deforestación que ha sufrido Morelos en toda su historia. Lo peor: hemos sido testigos de cómo los grupos criminales impulsan candidaturas y controlan gobiernos enteros.

El problema es mayor y está en todos lados, no solo en Morelos; según datos oficiales alrededor del 70 por ciento de los municipios del país tienen serios problemas financieros y al menos el 50% están en situación de quiebra. Las razones son las mismas: deudas heredadas, malos manejos financieros, créditos impagables, sueldos exorbitantes, laudos… A pesar de ello muy pocos presidentes municipales han pisado la cárcel por esos motivo.

Otro rostro del problema municipal es la inseguridad: la mayor parte de los alcaldes mexicanos mantienen algún tipo de vínculo con grupos criminales, algunos en calidad de cómplices y otros como víctimas. En Morelos por ejemplo, se ha dicho que al menos dos terceras partes de los ediles están amenazados o son extorsionados y otros más representan los intereses de algún grupo criminal. Es imposible que la situación mejore en el país y en el estado en materia económica y delictiva si eso sigue sucediendo en los ayuntamientos.

Por eso es llamativo lo que ocurre hoy en torno al ex alcalde que dirige el instituto municipal; Enrique Alonso Plascencia estuvo al frente del municipio de Tlaquiltenango, fue electo en medio de una polémica porque años antes traficaba personas (era pollero) y fue detenido por ese motivo; como munícipe estuvo constantemente acusado de mantener vínculos con el narcotráfico y el propio comisionado de seguridad lo señaló por ser parte de un grupo delictivo. El remate de la historia: en 2018 compitió por una diputación federal y fue encarcelado a media campaña como presunto autor intelectual de un asesinato.

“Nada me han probado” responde Alonso Plascencia a las acusaciones que recibe; “Es un ataque de mis enemigos políticos” afirma en descargo de un video que circula en redes sociales en el cual un presunto sicario confiesa recibir ordenes directas de él.

La historia subió de tono cuando entró el gobierno estatal: primero a través de un comunicado oficial dijeron que la designación de Enrique Alonso Plascencia como director del Instituto de Desarrollo y Fortalecimiento Municipal de Morelos (IDEFOMM) fue responsabilidad absoluta de los alcaldes; después el propio Cuauhtémoc Blanco exigió públicamente que se le investigara porque “no sabemos si es verdad o es mentira y hubo amenazas (a presidentes municipales) para que lo nombraran director del IDEFOMM; es una situación difícil y complicada que debe investigar la Fiscalía"

Lo cierto es que no se concibe la decisión de los presidentes municipales (en su mayoría de Morena) de encomendar el manejo de un instituto tan importante a una persona señalada desde hace años de participar en actividades ilícitas. Sorprende porque hubo otros aspirantes con mejor preparación y currículum y repentinamente (quizá resultado de las amenazas que refiere el gobernador) los alcaldes se decantaron por un personaje que hasta en su comportamiento muestra una mala conducta.

Historias como las de Alonso Plascencia hay muchas desde hace varios años e involucran a todos los partidos políticos; el caso del ex alcalde de Tlaquiltenango es hoy el más llamativo por el cargo que ocupa y las circunstancias que lo rodean, pero desafortunadamente no el único que ha sido señalado, ni tampoco el único sobre el cual pesan este tipo de acusaciones. Varios presidentes municipales en funciones tienen el mismo tipo de señalamientos.

¿Cómo se puede pensar que la situación en el estado mejorará cuando en los cargos con mayor contacto social hay figuras que no están preparadas, que no tienen capacidad o experiencia o peor, que podrían estar vinculadas con la delincuencia?

¿Cómo entender que un gobernador acuse directamente a un funcionario de tener vínculos con la delincuencia y señale que otras autoridades fueron amenazadas y simplemente diga que “se tiene que investigar hasta sus últimas consecuencias”?

¿No acaso le corresponde a él como gobernador actuar? ¿No tendría que ser él el primero en proceder ante la sospecha de que la delincuencia organizada maneja una institución pública y amenaza a presidentes municipales?

Este tipo de situaciones exponen de cuerpo completo el problema que vivimos: a lo largo de muchos años los gobernantes han mantenido una postura cómplice porque callan o acusan sin aportar pruebas ni proceder legalmente; una y otra vez el ciudadano es testigo de un circo mediático en donde repentinamente una autoridad acusa a otra, pero al final nunca pasa nada.

Mientras tengamos como presidentes municipales a figuras que saben hacer campaña y obtener votos, pero no conocen de administración pública ni tienen experiencia y sensibilidad para gobernar, los problemas en nuestro estado y país van a continuar. Peor: mientras las autoridades de los tres niveles de gobierno sigan siendo cómplices y por razones políticas no actúen y dejen que se trasgreda la ley, es imposible que México cambie.

Esta claro que para robar y cometer delitos, el camino más seguro es la política.

posdata

Veamos otra cara de la moneda en materia municipal:

De los alcaldes que fueron electos en el proceso electoral del 2018, algunos pintaban mejor que otros. Rafa Reyes en Jiutepec, Juan Ángel Flores en Jojutla, Agustín Alonso en Yautepec, Jesús Corona en Cuautla y Antonio Villalobos en Cuernavaca fueron los primeros en llamar la atención.

Sobre Rafael Reyes se fincaron grandes expectativas y sobraban razones: es un hombre con una amplia trayectoria política y una vasta experiencia en el servicio público que a lo largo de varios años ha colaborado en distintos gobiernos municipales y estatales, en Morelos y otros estados, además de haber ocupado posiciones importantes dentro del partido que por muchos años fue su casa: el PRI.

Pero algo sucedió y poco a poco Rafa Reyes se ha venido desinflando (solo hipotéticamente); el edil jiutepequense no ha podido despegar, se quedó en las promesas de campaña y en un manejo poco eficiente de su administración. Poco a poco el novel morenista ha perdido la simpatía de sus paisanos y el respeto de sus pares porque la situación en su municipio no sólo ha empeorado en los últimos meses, también su actitud como jefe de gobierno ha cambiado y dicen, emula las acciones de su antecesor.

A Juan Ángel Flores le entregaron un municipio devastado en todos los sentidos, Jojutla fue zona cero en el sismo de septiembre del 2017 y la cabecera resultó severamente afectada por el movimiento telúrico. Hasta esa localidad se trasladó varias veces el ex presidente Peña Nieto, ya acudió también el presidente López Obrador y durante meses ese lugar acaparó la atención internacional por los daños que sufrieron sus pobladores. A pesar de eso y las múltiples promesas la ayuda al municipio llega a cuentagotas y la gente no puede recuperarse de la tragedia.

Ahí entra la personalidad de un hombre que no se amedrentó, ni se tiró a los brazos de Baco, como otros; Juan Ángel es el alcalde más movido del estado, permanentemente va a la Ciudad de México en busca de ayuda y luego de tocar múltiples puertas ha obtenido recursos para su gente. A pesar de no tener mucho dinero, de cargar con una enorme deuda que le heredó (y ocultó) su antecesor Alfonso Sotelo y de las amenazas permanentes de la delincuencia organizada, Juan Ángel realiza obra pública y atiende los problemas. Juan Ángel es una agradable sorpresa municipal.

Agustín Alonso repite en el cargo y por ello es el alcalde con más experiencia; su manejo en el municipio le permitió volver a ganar una elección que no parecía sencilla y en la que se presumió la injerencia de la delincuencia organizada. Las cosas no han mejorado en el municipio y Yautepec se ha coinvertido en el refugio de los ex funcionarios Graquistas.

A Jesús Corona le está explotando el municipio en las manos; el munícipe ya no siente lo duro sino lo tupido, trata de lidiar con los enormes compromisos financieros que le dejó el alcalde Tadeo Nava y la mala administración que tiene ahora; el morenista no acaba de entender lo que representa gobernar el segundo municipio en importancia del estado, ni tampoco comprende que no se gobierna con grilla. Jesús Corona buscará la reelección, pero para ello tiene que librar los problemas actuales y mejorar sustancialmente su imagen dentro y fuera de Cuautla.

Al lobito Antonio Villalobos la presidencia municipal le cayó del cielo; cuando lo registraron como suplente del cargo nadie pensó que en algún momento estaría al frente de la administración, pero el destino y las diferencias políticas suscitadas en el equipo de campaña de Cuauhtémoc Blanco lo proyectaron.

Los primeros meses de gobierno en Cuernavaca han sido muy difíciles para todos: para él como autoridad porque se enfrenta a algo desconocido, que le gusta pero que no conoce ni domina; para los ciudadanos porque en este proceso de aprendizaje quienes pagan los enormes costos son los ciudadanos. Villalobos Adán quiere utilizar la presidencia municipal como catapulta para su carrera política, pero para que eso suceda primero tiene que dar buenos resultados y modificar sustancialmente su forma de actuar. Un dato: los gobiernos sólo deben tener una cabeza y las cabezas deben tener buenos consejeros. El mejor consejero, por cierto, no es el que aplaude todo, hasta las burradas.

nota

Morena sigue sin poder alcanzar acuerdos dentro del congreso; si continúan así las cosas, Tania Valentina y Alfonso Sotelo repetirán en el cargo.

Las diputadas no han sido capaces de ponerse de acuerdo entre ellas ¿Cómo podemos esperar que hagan algo bueno por el estado?

post it

Dato duro: esta semana superamos la barrera de las mil ejecuciones o asesinatos violentos en Morelos.

La cuenta sigue.

redes sociales

Si casi no están aquí, si no platican más que con sus amigos y no leen nada que no sean deportes o chismes ¿Cómo pueden enterarse de lo que pasa en Morelos?

Comentarios para una columna optimista:

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