VAYA, vaya... ahora resulta que el área de Comunicación Corporativa de la Comisión Federal de Electricidad no sólo difunde las noticias que genera esa empresa “quesque” productiva del Estado.
AHORA también se dedica a defender a su director, Manuel Bartlett, de los perniciosos reporteros y columnistas que osan tocarlo con el pétalo de una investigación periodística.
PRIMERO, hicieron llegar a los medios un comunicado del propio Bartlett en el que negaba el contenido de un reportaje sobre su patrimonio y las propiedades de su pareja y familiares cercanos.
Y AHORA, mandaron una carta al director de un medio para quejarse por una columna de opinión sobre el mismo asunto, a pesar de que nada tiene que ver con la CFE o con la gestión de Bartlett en la empresa.
¿A POCO en la 4T sí se vale usar recursos públicos para defender la reputación de funcionarios en asuntos del ámbito estrictamente particular?
Es pregunta que no desvía... ni la mirada.
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MÁS SOLITARIO que un puesto de carnitas en viernes de Cuaresma está el stand de México en el Festival Internacional de Cine de Toronto, a donde acuden representantes de los principales países productores de películas de todo el mundo.
MIENTRAS Francia, Alemania, Rusia y hasta China promueven sus producciones para que sean compradas y vistas en otros mercados, el espacio con una mampara en la que se lee Mexican Film Institute (el Imcine, pues), y que incluye el logotipo de la Secretaría de Cultura, está vacío y sin alguien que pueda, al menos, dar informes.
EL FESTIVAL arrancó el jueves y varios cineastas y actores mexicanos que pasaron frente al stand abandonado comentaron su decepción ante el hecho de que el gobierno desaproveche esos espacios que, lejos de ser gratuitos, cuestan muchos dólares.
ESTÁ BIEN que la austeridad republicana busque “no derrochar”, pero también habría que pensar en “no desperdiciar” lo que ya se pagó.
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MAL NO se la pasaban los invitados de Enrique Peña Nieto que se subían al avión presidencial.
EL “KIT” de cortesía que les daban incluía un desodorante, un rastrillo desechable, agua de tocador Carolina Herrera, gel para el cabello de fijación extrema -para lucir un copete bieeen presidencial-, quitapelusas y hasta antifaces... pero no de bandido del oeste, sino de esos para tapar la luz y poder dormirse en los vuelos largos.
TOTAL, que para un solo vuelo llegaron a gastarse más de un millón de pesos en regalos.
Ahora sí que esas “amenities” no las tenía ni Obama en el Air Force One.