Un sicario en la Secretaría de Seguridad Ciudadana
Es el 23 de junio de 2019. Pasan de las nueve de la noche. En las Lomas de Chapultepec, al poniente de la ciudad de México, agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, SSC, que realizan un operativo contra el robo a casa-habitación, detectan algo extraño en una camioneta que circula por Virreyes.
Los agentes le indican al conductor que se detenga. Este, sin embargo, hunde el pie en el acelerador. La persecución termina calles más adelante, en la esquina con Antonio de Mendoza.
Dentro de la camioneta hay nueve individuos. Cinco de ellos son colombianos. Uno de los detenidos se identifica como personal operativo de la SSC. Dice que está adscrito al sector Topilejo. En el vehículo viaja también un ex miembro de la corporación, al que se dio de baja hace cuatro años.
En la camioneta hay pasamontañas, gorras de beisbolista y tapabocas. Los pasajeros traen en el vehículo casi 300 pastillas sicotrópicas. Forman parte de una banda dedicada al robo a casa-habitación. Los colombianos son célebres por la violencia que ejercen sobre sus víctimas. La nota se pierde en el océano de casos de nota roja que cimbra a la Ciudad de México.
El 17 de julio, elementos de la SSC detienen a siete personas que saqueaban una casa en la colonia Jardín Balbuena. Los habitantes del domicilio habían sido golpeados y amarrados. Uno de los miembros de la familia pudo percatarse, antes de entrar, de lo que ocurría, y pidió auxilio policiaco.
Los agentes irrumpen en la casa y hallan a los asaltantes: cinco hombres y dos mujeres. El más joven de los detenidos se identifica como agente de la Policía Bancaria e Industrial “adscrito al Cuadrante del Sector P”.
Unos días más tarde, el 26 de julio, los tripulantes de una patrulla ven salir a tres hombres “en actitud inusual” de una casa de Bosques de las Lomas. Al advertir que se acerca la unidad, los sospechosos intentan escapar en un Vento sin placas. Se da aviso por radio. Dos patrullas emprenden la persecución. El Vento es detenido en Ahuehuetes Sur. También en su interior hay pasamontañas, gorras de beisbolista y cubrebocas. Los tres hombres se identifican como agentes de la Policía Bancaria e Industrial.
Ese mes, el secretario de Seguridad Ciudada, Jesús Orta, informa que han sido remitidos al ministerio público 138 elementos sorprendidos en actos delictivos. La mayor parte de estos, por robo a casa-habitación, robo de vehículo, secuestro exprés y extorsión.
El 23 de mayo, una banda que asaltaba una casa en la alcaldía de Benito Juárez, fue aprehendida. Una mujer esperaba a los asaltantes en un Mazda. Adentro, cuatro hombres cargaban con pantallas, videojuegos, joyas, tabletas y dólares en efectivo.
Uno de ellos también era miembro de la SSC. Se identificó como Luis Antonio Lazcano Trejo. Dijo que había trabajado “como operativo” con varios jefes de sector. Había pedido licencia un mes antes, la cual iba a vencerse en el mes de octubre.
Lazcano fue liberado esa noche. Nadie conoce bien las razones. Se cree que esa noche llegó una llamada telefónica. En todo caso, el policía se fue con tanta prisa que ni siquiera reclamó los dos teléfonos que traía encima cuando lo agarraron.
Personal de la procuraduría capitalina analizó ambos dispositivos. Una copia de ese análisis está en poder del columnista. En la galería fotográfica aparecen cinco imágenes de hombres y mujeres que perdieron la vida, y que fueron asesinados a tiros. Algunos tienen el rostro desfigurado. En la galería fotográfica aparecen también imágenes del dueño del dispositivo: en unas abraza gruesos fajos de billetes de 100 dólares y de billetes de 500 pesos; en otras aparece vestido de civil, empuñando armas de diferentes calibres.
En la galería de videos hay imágenes de recorridos por diversas colonias. Por ahí desfilan casas que probablemente el grupo iba a asaltar. También hay fotos de hombres armados que se cubren el rostro con máscaras y pañuelos.
Aparecen también extrañas conversaciones de WhatsApp:
“Jefe Tenoch: Qué pasó con ese asunto. Trámite a los ministeriales de Toluca esos son de huevos. Aquí hay muro al 1000%.
Deje les digo, patrón. Para hacerlo ya.
Jefe Tenoch: Es bueno si no nos lo van a ganar y está papita”.
En otra conversación, Lazcano se comunica con un funcionario de la SSC para decirle que le levante el castigo, que está “perreando” en el estado de México, y que ya sabe que, si le levantan el castigo, él no se dará por mal servido. El funcionario le responde: “No hay paro”.
Esa noche de mayo, sin embargo, alguien lo dejó ir. Los secretos de su teléfono son apenas una mirada al abismo de corrupción que hay en la policía capitalina.