Desconfianza
Gobernar no es una tarea individual. Es imposible hacerlo.
No ha sido fácil para Cuauhtémoc Blanco transitar del deporte profesional a la política, sobre todo cuando nunca estuvo en sus planes y su mente participar en el servicio público; su incursión fue coyuntural y su desarrollo en el gobierno ha sido meteórico: en tres años pasó de la alcaldía a la gubernatura y hay quienes impulsivamente lo candidatean a la presidencia de la república. Al ex seleccionado nacional le tocó vivir la peor etapa de Morelos y tratar con la peor clase política; es notorio que el mandatario morelense está fastidiado y que le falta un mejor equipo a su alrededor. Lo evidente es que no puede gobernar solo.
El comentario es el mismo entre quienes forman o formaron parte del círculo cercano del futbolista y no ha cambiado desde hace años: Cuauhtémoc no confía en nadie. Algunos explican la situación: lo que sucede es que desde que llegó a Morelos siempre lo han traicionado y abusan de su confianza.
Esta circunstancia es fundamental para entender la actitud del mandatario estatal; su reticencia a tratar con la clase política local y en general con la población morelense está directamente ligada a esta falta de confianza en los demás, al hecho de que una y otra vez el ex seleccionado nacional se ha decepcionado de aquellos a quienes les brindó su amistad y se siente engañado por los que están a su alrededor. Al no confiar en los demás su interlocución y operación se limita y como consecuencia aumentan los problemas.
Es comprensible que el jefe del ejecutivo actúe con cautela luego de que varias veces se ha topado con pared, es lógico que alguien que recién ingresó a la política se encuentre decepcionado y asqueado de lo que ve, porque en ese ambiente la calumnia, la traición, la mentira y el abuso son cosa de todos los días. Recapitulemos:
Cuauhtémoc Blanco llegó a Cuernavaca de la mano de los hermanos Julio y Roberto Yáñez, dos personajes de mala reputación, afectos al dinero fácil, profundamente limitados en capacidad y con un desarrollo neuronal por abajo del promedio; todos sabíamos que las cosas iban a salir mal entre ellos porque la audacia de los hermanos Lelos no era suficiente para salir adelante en una labor tan compleja como gobernar; así sucedió.
Fueron los Yáñez quienes acercaron al alcalde Blanco a figuras como Jorge Meade, Rodrigo Gayosso y Graco Ramírez; de la mano de estos tristemente célebres personajes el novel alcalde comenzó a vincularse con lo peor de la clase política morelense; los Yáñez son tipos intelectualmente pobres pero profundamente ambiciosos, pero lo que sucedió con todos aquellos que en algún momento estuvieron cerca del futbolista es historia conocida.
Los tropiezos del ex americanista en la política no concluyeron cuando se deshizo de los Lelo Brothers, porque luego llegaron otros personajes de igual o peor reputación que repitieron los errores y los pleitos. La historia de Cuauhtémoc Blanco en la política es breve, confusa y llena de complicaciones, el deportista es desconfiado y elige mal a sus aliados: primero falló con los Yáñez, luego con Arrese y después con Tania; hoy desconfía de su gabinete y de varios de sus secretarios y más adelante se lamentará por haberse vinculado a Argüelles y Ponchito.
Pero más allá de lo que ha significado cada una de estas historias, lo de fondo es que Cuauhtémoc Blanco no puede gobernar solo, ni se puede dar el lujo de confiar únicamente en su familia. Independientemente de las malas experiencias que ha tenido con algunos personajes de la política local y otros sujetos a quienes les ha brindado su amistad, el ejercicio de gobierno requiere trabajo colectivo y suma de voluntades. Muchos de los problemas que enfrenta la administración estatal tienen que ver con esa permanente desconfianza y la falta de cohesión en el equipo de gobierno.
Al llegar al primer año Cuauhtémoc Blanco luce cansado, avejentado y desconcertado; mes tras mes, semana tras semana, día tras día el jefe del ejecutivo enfrenta conflictos relacionados con la delincuencia y la política; muchas veces el futbolista se ha despertado con la noticia de nuevas ejecuciones y otras más se va a dormir con el enfado de una nueva grilla política.
Lo comenté hace unas semanas y lo reitero: al cumplirse el primer año de gobierno es necesario que el jefe del ejecutivo haga una evaluación seria sobre el desempeño de sus secretarios y haga ajustes; la valoración tiene que tomar en cuenta la cuota de género, pero debe incluir la revisión de las damas que hoy forman parte de su equipo, porque algunas de ellas no han dado resultados.
En medio de una crisis evidente es fundamental que Cuauhtémoc Blanco tome el liderazgo de su gobierno y ponga orden en su gabinete, que termine con los enfrentamientos internos y las especulaciones que lo han colocado en la mira nacional por la presunta intervención de su hermano en actos de gobierno.
Quizá los hermanos Bravo no se han dado cuenta de lo que implica gobernar en tiempos de la 4T y las repercusiones que puede traer consigo un problema de gobernabilidad; la violencia, la inseguridad, el desempleo, la recesión económica, la falta de inversión pública y privada y las crisis que persisten en los tres poderes del estado no son cosa menor y pueden tener repercusiones muy serias para todos.
Suponer que todo puede concluir con un “renuncio” es erróneo; si la crisis continúa o aumenta, Morelos y su clase gobernante pueden convertirse en el primer caso donde el presidente López Obrador meta la mano y actúe legalmente. Desde hace varios meses el gobierno de Cuauhtémoc Blanco está en la mira de la federación, desde hace tiempo tiempo se analiza la situación que priva en la entidad y de unas semanas para acá comenzó la investigación particular sobre ciertos integrantes del gobierno estatal.
La fama de Cuauhtémoc Blanco como jugador profesional de futbol es ahora su más pesado lastre como político, porque cualquier conflicto, equivocación o escándalo se magnifica; la aparición en el escenario político de Ulises Bravo también ha encendido los focos rojos de la 4T y se observa como un punto que eventualmente puede ser utilizado a favor del presidente en caso de necesitar dar un golpe sobre la mesa. “Como con Juan Collado o Rosario Robles” dicen en los pasillos de poder nacional.
La crisis política en Morelos es evidente y ante ello es indispensable que el gobernador reaccione; los conflictos políticos, los brotes de violencia y los rumores que enfrenta no son casuales ni orgánicos, tienen que ver con un clima de descomposición social heredado, con fallas en el ejercicio de gobierno actual y también con la intervención de algunos actores políticos interesados en agudizar las crisis.
Para enfrentar una situación así el mandatario morelense necesita de mucho más que su familia, tiene que cambiar de actitud, acabar con los conflictos dentro de su gabinete y asumir el liderazgo de su gobierno.
Cuauhtémoc Blanco aún no ha llegado a un punto sin retorno. Pero no le falta mucho.
posdata
Más que coadyuvar a la gobernabilidad y la estabilidad de Morelos, el congreso local se ha convertido en un referente de ineptitud, corrupción y falta de representatividad. Durante un año de trabajo (es un decir) las y los diputados de la 54 legislatura morelense se han destacado por sus ambiciones, por su ineptitud y su proclividad a la corrupción.
La mayoría femenina no resolvió los históricos problemas y la mala imagen del parlamento, por el contrario, los magnificó y dejó claro que la torpeza y la cleptomanía no son exclusivas de los hombres.
Si se analiza desde el punto de vista legislativo el desempeño de los diputados es terrible, muy por debajo de otros parlamentos; si se observa desde el punto de vista social las cosas se ponen peor: nunca antes un congreso lució tan distanciado de la gente y de sus necesidades. Hablar de honestidad y combate a la corrupción no tiene caso: los actuales diputados resultaron mucho más rufianes que los otros.
La disputa por el poder en el congreso ha sido constante desde el primer día: primero contra el ejecutivo cuando trataron de obtener un soborno de 10 millones de pesos por cabeza a cambio de aprobar el paquete económico 2019; luego entre ellos (y hasta la fecha) en un chapulineo político y un pleito de poder que los ha expuesto de cuerpo entero como incompetentes e inmorales. Uno tras otro los pasos de este parlamento han sido deplorables, sin contar que varios de sus integrantes están señalados por mantener vínculos con la delincuencia organizada.
Así transcurrió el primer año y comienza el segundo, con la salvedad de que este se considera ya un año preelectoral; los 20 integrantes de la cámara de diputados tienen aspiraciones políticas, aunque algunos saben que su curul es resultado de la casualidad. Varios de ellos comienzan a ver de manera distinta el segundo año porque ahora los golpes duelen más y sobre todo afectan de manera directa su imagen de cara a una eventual reelección.
A los 30 integrantes de la legislatura 53 les costaron muy caro los excesos y la mala imagen, todos los que compitieron por un cargo de elección popular perdieron y todos los que formaron parte de ese deleznable congreso están hoy en la banca, olvidados y desprestigiados.
Lo mismo ocurrirá con la nueva legislatura, aunque algunos de ellos piensen que “la gente sabe diferenciar a un diputado de otro”; a los 20 integrantes de la 54 ya los consideran peores que sus antecesores, les han pirograbado el mote de corruptos y cargan con una colección de escándalos que hará pensar dos veces a sus respectivos partidos en la posibilidad de postularlos de nuevo.
Sortear el primer año legislativo sin comunicación fue sencillo, pero muy costoso para todos los diputados; en ese momento la elección se veía muy lejos y suponían que nada afectaría la oleada morenista que los llevó al parlamento. Hoy el escenario ha cambiado, porque la gente ha aprendido a diferenciar entre la figura del presidente López Obrador y muchos de quienes fueron arrastrados por su fama.
En el caso de la 54 legislatura morelense lo que veremos es sencillo de predecir: en el 2021 no habrá una ola morenista y los diputados que decidan ir a campaña lo harán con la pesada carga de estar considerados corruptos, incompetentes y traidores a la 4T.
Imagina lectora lector queridos, que tan limitados están el congreso local que Tania Valentina los manejó a su antojo por un año y los seguirá representando “Ponchito” un mediocre ex alcalde acusado de corrupción y relacionado a la delincuencia.
nota
Transcurrió la primera ceremonia del Grito de Independencia de Morelos en el gobierno de Cuauhtémoc Blanco; igual que a nivel nacional se retiraron las vallas y los cercos de seguridad. La gente llegó, convivió y festejó sin incidentes mayores.
En la plaza de armas de Cuernavaca las cosas transcurrieron en calma, sin problemas ni chiflidos contra el mandatario, como ocurrió durante los últimos seis años con el gobierno anterior.
El desgaste del futbolista con la gente no es tan grande como algunos piensan. No al menos todavía.
post it
Alfonso Sotelo continuará al frente de la Mesa Directiva y Alejandra Flores asumirá la Junta Política, dice el diputado José Galindo, quien de paso acepta que hay “intereses” alrededor de la sucesión en los órganos de control del congreso.
Veremos que sigue en esta nueva etapa del parlamento morelense. No esperemos mucho de los mismos personajes.
redes sociales
Hace muchos años que no acudo a una ceremonia oficial de independencia del gobierno estatal; desde el sexenio de Antonio Riva Palacio.
Leo que a algunos les incomodó que no permitieran el acceso de prensa al Palacio de Gobierno: ¡Censura! ¡Ataque a la libertad de expresión!, dijeron.
Lo importante de la noche, a mi parecer, fue lo que se vivió afuera, con la gente; ahí es donde se obtienen buenas crónicas, notas de color y se captan momentos chuscos, como la silbatina contra el gobernante en turno. La aburrida información de lo que pasó adentro fue enviada por la oficina de prensa, como sucede cada año.
¿Habrá algo periodísticamente importante que reportar de una reunión entre los funcionarios y sus amigos? ¿Algo más allá de quién fue y cómo iba vestido?
¿En serio algún reportero se quedó con las ganas de que lo invitaran a esa fiesta?
Más aún ¿Querían ir?
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