El PAN tiene otros datos
Durante la última campaña presidencial, la revista Nexos me pidió que hiciera un perfil de Ricardo Anaya.
Hable con sus amigos y enemigos, con él, por supuesto, con sus aliados ocasionales y los de toda la vida. Lo vi en eventos y leí sus propuestas.
No era difícil ver que el joven maravilla había construido una apuesta política que, siendo muy atractiva para muchos, en la superficie y el fondo estaba lejísimos del partido en el que se había formado (Ricardo Anaya, las tentaciones de la suerte, revista Nexos, 21 de junio 2018).
Construyó una coalición que, a juzgar por su plataforma, sus principales asesores, lo que decía en campaña estaba en el centro izquierda, pero cuyo partido mayor, el que importaba en la coalición, el Partido Acción Nacional (PAN), estaba, por historia y convicción, en el centro derecha.
Era una apuesta, como escribí entonces, audaz y novedosa pero que en México solo funcionaba ganando porque la partidocracia mexicana, por fuerte o débil que sea, termina jugando con el ganador, sin importar mucho quien sea. Pero que de perder, Anaya y sus aliados quedarían sin espacio ni lugar ni partido en que refugiarse.
Así sucedió, pero pasó algo de más trascendencia para lo que hoy vivimos. También arrasó de muchas maneras con Acción Nacional.
Primero: El empeño de Felipe Calderón y Margarita Zavala de seguir siendo ellos los mandamases en Acción Nacional, a pesar que ya habían liderado y ocupado Los Pinos no ayudó a construir otros liderazgos.
La apuesta de Anaya para hacer una campaña peleando con el Partido Revolucionario Institucional alejó a aquellos que habían disfrutado de las mieles del Prianismo desde el blanquiazul.
Y después, la construcción de una plataforma que poco decía a los muchos votantes tradicionales del Partido Acción Nacional, en el centro-derecha.
Hoy el PAN no es nada.
No hay alternativa. No hay programa. No hay opción.
Debo decir que los aniversarios deberían servir para algo.
Por lo pronto hago una propuesta: los que están que renuncien.
@puigcarlos